Los trasfondos de la pelea Trump-Musk

Se trata de una pelea sintomática de la crisis que atraviesa a las élites gobernantes del imperialismo estadounidense en su intento por revertir la pérdida de hegemonía en las últimas décadas.

La ruptura política entre Donald Trump y Elon Musk acaparó la atención mediática a lo largo de los últimos días.

Todo comenzó con la renuncia de Elon Musk al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) el pasado 28 de mayo. Aunque parecía que su salida se iba a dar de forma ordenada, no pasó mucho tiempo para que se desencadenara una novela de dimes y diretes entre ambos magnates.

El primer detonante fueron las críticas de Musk al “HR 1”, también conocido como “Proyecto de Ley Único, Grande y Hermoso” (así lo llamó el mismo Trump), el cual fue aprobado en la Cámara de Representantes y se encamina a su votación en el Senado.

Este proyecto regula los gastos e impuestos del gobierno federal y, a criterio de The Economist, es la “legislación más trascendental del segundo mandato de Donald Trump”. Se estima que añadirá 5,2 billones de dólares a la deuda estadounidense y aumentará el déficit presupuestario en 600 mil millones.

Lo anterior “decepcionó” a Musk, pues consideró que socavaba el trabajo de ajuste del DOGE. Recordemos que su objetivo al frente de dicho organismo era terminar con la “tiranía de la burocracia” y reducir la abultada deuda nacional de Estados Unidos (valorada en 36 billones de dólares).

Para llevar esta tarea a cabo, pretendía recortar hasta dos billones de dólares por año. Esto implicaba pasar la “motosierra” al estilo de Milei en la Argentina. Pero los resultados obtenidos en los 130 días de su gestión quedaron bastante lejos de la meta, pues solamente consiguió ahorrar 175 mil millones. Eso sí, este “pequeño” ajuste lo hizo a expensas del despido de miles de trabajadores federales y de recortar el presupuesto de varios servicios públicos.

Ante los cuestionamientos públicos al HR 1, Trump respondió que el magnate sudafricano “conocía el funcionamiento interno del proyecto de ley mejor que nadie sentado aquí” y, agregó, que su molestia surgió cuando se enteró de que el gobierno iba a eliminar las subvenciones a los vehículos eléctricos, con las cuales los consumidores se ahorran hasta 7500 dólares en la compra de autos fabricados en el país.

Musk, por su parte, desmintió al presidente estadounidense, alegando que el “proyecto de ley no me fue mostrado ni una sola vez y fue aprobado en plena noche tan rápido que casi nadie en el Congreso pudo siquiera leerlo.” Posteriormente, elevó la polémica al sugerir que Trump figuraba en la “lista Epstein”, en referencia al famoso caso de tráfico de mujeres y pedofilia que involucra a varios famosos.

Dejando de lado la parte novelesca de la trama, es necesario indagar en las causas más profundas de tan mediática ruptura. El trasfondo del divorcio político entre ambas figuras son las particularidades del movimiento MAGA que, más allá de la verborragia agresiva de Trump y sus acólitos en la Casa Blanca, en realidad expresa un giro defensivo de un sector de la burguesía imperialista para tratar de revertir la pérdida de hegemonía de los Estados Unidos en las últimas décadas, situación que se agravó tras el despegue de China como un imperialismo en construcción que aspira a transformarse en la principal potencia capitalista en el siglo XXI.

Por este motivo, la administración Trump 2.0 se caracteriza por un retorno del Estado y del imperio de la política sobre la economía (ver La geopolítica del trumpismo). En otras palabras, los “MAGA boys” tienen una estrategia diferente al de la élites tradicionales para enfrentar el declive imperialista de los Estados Unidos, lo cual explica la fricción permanente entre el trumpismo y el establishment tradicional en Washington DC.

La guerra tarifaria, desatada con el “Liberation Day”, fue una manifestación de esto a nivel geopolítico. Representó la vuelta a la lógica de la territorialización imperialista con áreas de influencia, en contraposición al consenso neoliberal del libre comercio sin restricciones y desterritorializado.

Lo anterior provocó la primera desavenencia pública de Musk con el gobierno estadounidense, aunque en ese momento la procesó indirectamente en un ácido intercambio con Peter Navarro, principal asesor comercial de la Casa Blanca y defensor de los aranceles.

Ahora, con el proyecto de ley HR 1, el trumpismo dio un paso más con esta lógica defensiva. Por ejemplo, pretende instaurar los “impuestos extranjeros injustos” (Sección 899 del proyecto), que, de acuerdo a The Economist, constituye “un acto radical de proteccionismo fiscal, un plan casi sin precedentes para utilizar el código tributario de Estados Unidos como garrote para obligar a otros países a alinearse”.

Está dirigido contra las personas, inversores y empresas de países que no son del agrado del gobierno, mediante el establecimiento de un impuesto sobre los servicios digitales (DST) que, colateralmente, afectaría a las grandes empresas tecnológicas estadounidenses. También, impondría un impuesto global sobre los beneficios no gravados de las empresas multinacionales, encaminado contra los dividendos, intereses y rentas inmobiliarias procedentes del extranjero.

Visto lo anterior, es claro que este proyecto de ley está hecho según los lineamientos programáticos del movimiento MAGA y, por consiguiente, entra en contradicción con los intereses de los sectores imperialistas tradicionales que suscriben las tesis clásicas neoliberales, así como de la élite de magnates cuyas empresas se benefician con el libre comercio.

Esto explica la ruptura de Musk con Donald Trump. Aunque el sudafricano se tornó un referente de la extrema derecha internacional y comparte los ideales ultra reaccionarios del presidente estadounidense, no es un “MAGA boy” en el sentido pleno del término, pues no comulga con el proteccionismo económico ni avala todas las medidas anti inmigratorias que afectan el funcionamiento de las empresas tecnológicas (gran parte de su personal es extranjero).

De hecho, uno de los principales referentes ideológicos del mundo MAGA, Steve Bannon, criticó a Musk por ser abierto a ciertas formas de inmigración que utilizan las “Big Tech”para contratar personal extranjero, e incitó al presidente Trump para que deporte al magnate sudafricano porque es un “inmigrante ilegal”.

En conclusión, no estamos presenciando una disputa más por el control del Estado entre millonarios. Esta es una definición simplista que no da cuenta de la especificidad del “nuevo mundo” que emerge de la mano de la extrema derecha. Por el contrario, se trata de una pelea sintomática de la crisis que atraviesa a las élites gobernantes del imperialismo estadounidense en su intento por revertir la pérdida de hegemonía en las últimas décadas.

Esto, sin duda alguna, se agranda con el curso errático y caótico de Trump, pues incluso es fuente de tensión entre figuras de la extrema derecha como Musk.

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