El campamento está hermoso, ayer intercambiamos con algunos compañeros y compañeras. Tiene una calidad enorme el campamento que estamos haciendo, por la composición de nuestro partido y de su juventud, de sus trabajadores también, por los compañeros y compañeras invitados/as que están participando y que empieza a ser una experiencia, por nuestra corriente internacional, que está teniendo una participación hermosa, y por los compañeros y compañeras de otros países que han venido a participar también. Compañeros de Estados Unidos, de Francia, es un orgullo tenerlos acá presentes.
Bueno, es un desafío esta charla. Porque vamos a intentar hacer una aproximación de dónde estamos parados. Hay una cosa que circula a veces en internet, una cosa media graciosa: «Argentina, no lo entenderías». Como que hay cosas que no se entienden, pero bueno, para poder intervenir, transformar, vamos a intentar entender en qué país estamos, de qué se trata esto.
Entonces, voy a intentar ser lo más ordenado posible. Para acercarles la mirada de nuestro partido y de nuestra corriente al proceso que se está viviendo en Argentina. Entonces, vamos a partir por una cosa que arranca de un poco más atrás, no vamos a arrancar directamente por Milei, sino que vamos a arrancar por un problema que viene de arrastre en el país hace prácticamente 22 años.
Tiene que ver con una crisis que le surge a la burguesía sobre qué proyecto de país tener, de cómo hacer de este país uno plenamente neoliberal, y que se topó en el tiempo con grandes dificultades para poder llevarlo adelante.
Nos referimos a la capacidad que tiene la burguesía de generalizar ataques al conjunto de su población. De establecer las férreas leyes neoliberales de mercado, que gobiernan el conjunto del planeta, puertas adentro. No es que no hayan habido intentos de ir en ese curso. El menemismo fue un intento y un avance en el intento de incorporar a Argentina a las leyes neoliberales. Y hubieron efectivamente avances. Hubieron avances muy importantes durante un periodo de tiempo. Privatizaciones, despidos en masa, etc. Pero ese intento se topó con una reacción popular en el 2001, el Argentinazo, que revirtió las relaciones de fuerza y cortó esa vía de incorporación del país a las leyes desnudas del capitalismo.
Aún con sus alcances y sus límites, aún con la dificultad de que la clase obrera, los sectores estructurados, los estudiantes, no ingresaron en nombre propio con sus propios organismos (fue más bien una rebelión popular), aún así logró colocarle un freno a esa avanzada neoliberal. E hizo que la burguesía tuviera que poner una especie de paréntesis.
Alcances y límites: no logramos, desde ese punto de vista, proponer una alternativa anticapitalista y socialista. Y se abrió curso a una experiencia con gobiernos social-liberales. Al inicio, más sociales que liberales. Estos gobiernos actuaron durante todo un periodo, todo el tiempo mirando las relaciones de fuerzas, ante la imposibilidad de hacer del país un país neoliberal hecho y derecho. Porque te explota la calle.
Se estableció ese límite y ciertas concesiones. Está bien, podríamos decir que las concesiones también tienen elementos de trampa. Pero yo hago acento en elementos de concesiones que hubo de cara a las masas.
No es que en Argentina no haya funcionamiento de la ley de mercado. No es que no haya explotación. No es que no haya precarización de las condiciones de vida y de las condiciones laborales. Pero todo intento de generalizar, de imponerle como estructura al conjunto de la sociedad, de enchalecarla bajo las leyes de mercados, de hacer del mercado leyes férreas que gobiernan plenamente en otros lugares del mundo, a eso se le estableció un límite. No es que no sos explotado. Pero hay conquistas que han quedado y que quedan hasta el día de hoy inmutables.
Voy a dar un ejemplo que me parece que puede dialogar con experiencias en otros lugares del mundo, que tiene que ver con el régimen jubilatorio. El Argentinazo, entre otros efectos, devolvió la jubilación estatal que durante el menemismo, durante el neoliberalismo, había pasado a ser privada.
Hoy en día hay regímenes jubilatorios que contemplan trabajos insalubres, etcétera, que están intactos. Bueno, esa que es una vía de ataque en el capitalismo a nivel mundial. La posibilidad de hacerse de ese dinero que está destinado a la jubilación estatal. Apropiárselo por la vía capitalista. Es un ejemplo de esas cosas. Podríamos decir también el derecho a la universidad y a la educación pública. Ustedes saben bien igual la precarización que existe en las condiciones de la educación, no estoy diciendo que no exista la precarización. Pero la posibilidad de acceder a la universidad, acceder a la salud, bueno, un sinfín de cosas que le pusieron un límite a la burguesía en todo este periodo, y que hacen de alguna manera lo que les decía anteriormente: una crisis en un proyecto de ir a un país completamente neoliberal.
Hablamos de que la burguesía llora hace prácticamente 22 años por no poder aplicar las contrarreformas estructurales que requiere el país capitalista. Esto nos remite a las relaciones de fuerza, a la materialidad de las cosas. Dejó establecido el Argentinazo una dinámica de protesta social, una dinámica de tomar las calles. Está claro que Milei viene a cuestionar eso.
El Argentinazo estableció una dinámica de relaciones de fuerzas materiales. La vida es material, cuando las masas aparecen en la calle le ponen un límite a las cosas. Esas relaciones de fuerzas, que ahora voy a completar con otra idea que no es solamente el Argentinazo: también está vinculado a la tradición de lucha, la tradición del movimiento estudiantil, la del movimiento obrero, etc.
La clase obrera y la sociedad es solidaria. Son cosas que son palpables. Que vos te subís al bondi y por ahí no tenés para pagar. Y alguien salta de atrás y te dice: «yo te pago». Elementos solidarios que no tienen absolutamente nada que ver con la lógica neoliberal, donde todo es competencia uno contra otro. El nivel cultural y la capacidad que tiene adquirida históricamente la clase obrera, una clase calificada. Todos elementos de conquista conservados. Y una cosa muy importante que remite también a las relaciones de fuerza, además del Argentinazo, es la conquista que fue que la dictadura militar en Argentina no pasó por una transición pacífica, sino fruto de crisis en el gobierno dictatorial y la movilización popular que restableció el derecho a la protesta, que restableció el derecho a la organización, a hacer política. Y que son conquistas que perduran hasta el día de hoy.
A esto hay que sumarle la posibilidad que tiene el movimiento obrero, que tampoco fue derrotado durante la dictadura militar. Y si bien no vamos a hablar acá de las direcciones sindicales, nos referimos al derecho de auto organización sindical. De organización sindical para la defensa contra el ataque del capitalismo. Otro elemento que remite a las conquistas, independientemente de que la mayoría de los sindicatos y las centrales estén bajo la burocracia sindical. Pero son elementos de conquista que hacen a las relaciones materiales, a las relaciones de fuerza de fondo.
Todos estos problemas que señalamos hacen a la disyuntiva de la burguesía. Frente a cómo actuar ante los desafíos que se le plantean propiamente como clase. Toda una experiencia, Pasando distintos gobiernos que siempre miran las relaciones de fuerzas antes de actuar. O miraban las relaciones de fuerzas antes de actuar. Y empezaron a producir situaciones de crisis, tanto para la burguesía como para los trabajadores.
Se abrió entonces una situación insoportable. Porque como yo les decía, la precarización avanzó, la crisis social avanzó. Esto también remite a los límites que tuvo la irrupción del Argentinazo como rebelión popular. Es una sociedad disconforme con los gobiernos que no terminan de satisfacer las necesidades ni de un sector ni de otro de manera plena. Y que hacen también al hecho de que haya habido un desgaste tan fuerte en los gobiernos kirchneristas, peronistas, etc. Y también una cosa que fue un intento de neoliberalismo pero sin dejar de mirar las relaciones de fuerza, un neoliberalismo gradualista como fue el de Macri, que intentó legalizar cierto nivel de ataque estructural contra las jubilaciones, y le explotó el país.
Así vuelve a aparecer el problema de las relaciones de fuerzas, permanentemente cuando se intenta elaborar un ataque de conjunto. En esto consiste el problema que tiene la burguesía: no tanto en qué hacer, sino en cómo hacerlo. Ahí entra de alguna manera Milei.
Milei es un gobierno de extrema derecha. Podríamos decirlo así, de modo general. No me voy a referir a eso ahora, pero ingresa al mundo por la vía político-electoral la emergencia de gobiernos de extrema derecha. Es importante ver qué tiene de específico el gobierno de Milei.
Ya me referí a algunos aspectos: Surge del agotamiento de estas experiencias anteriores. De alguna manera se apoya en la crisis social y dialoga con ésta por derecha, de manera reaccionaria, pero dialoga al fin.
¿Cuál es el problema que enfrenta este gobierno que es de extrema derecha, que es reaccionario, que no solamente intenta llevar adelante un ataque por la vía económica, sino que ha tenido elementos de ataque (aunque eso no esté resuelto todavía) a las libertades democráticas, como el derecho a la protesta, el derecho a la organización social, los nichos de democracia obrera en el régimen de democracia de los ricos, como decía Trotsky.
Todo eso convive con un gobierno que ha sido electo. Pero a diferencia de otras experiencias, la experiencia de Brasil por ejemplo, en Argentina no ha habido una derrota histórica previa a la asunción del gobierno de Milei. Esas relaciones de fuerzas no fueron derrotadas.
Voy a poner brevemente el ejemplo de Bolsonaro. Las movilizaciones iniciales en el 2013, empezaron por izquierda, pero terminaron por derecha contra Dilma Rousseff. En 2016, llegó el impeachment, el golpe de Estado parlamentario. Después, el gobierno de Temer, sancionando, legalizando, universalizando para todo el país una contrarreforma laboral. Esos elementos en Argentina no existen. Eso es lo que le da una contradicción específica y original a la situación que vivimos en el país. Un gobierno demasiado agresivo, pero al mismo tiempo, cuando vemos las relaciones de fuerzas, con pocos puntos de apoyo.
Desde ese punto de vista es una situación irresuelta que tiene el gobierno en su haber. Por supuesto, a favor tiene el apoyo de la burguesía económica, aunque después voy a decir otra cosa sobre la burguesía política, que va y viene, porque también cuida elementos del régimen. Se vio en las últimas semanas, que actuó como mediación la justicia, dando lugar a cautelares contra ciertos ataques. Pero la burguesía económica está jugada con Milei a reventar las condiciones de vida de los trabajadores. Tiene además el apoyo de las fuerzas políticas que a pesar de que actúan como mediación, le garantizan gobernabilidad. De ese sector nadie quiere decir que Milei se vaya. Estamos hablando del kirchnerismo y del resto de las fuerzas sociales. Tiene el apoyo del Papa, que ahora lo fue a visitar, el apoyo del sionismo, del FMI, etc.
Pero en el ‘debe’ Milei tiene en contra nada menos que las relaciones de fuerzas. Así hay que entender por qué la burocracia sindical tuvo que convocar un paro, el paro del 24, que fue en un sentido un punto de apoyo, un mojón para lo que vino después de las jornadas históricas. Y lo que decía anteriormente de que no hay derrota en Argentina, y eso hay que considerarlo entre las cosas del debe, de las dificultades de este gobierno para ir adelante.
En estas últimas semanas apareció esa dificultad de legalizar los ataques. Lo de la Ley Ómnibus es un ejemplo. No era solamente un punto, un elemento de reforma estructural. Era una ley junto con el DNU que era un ataque integral. Bueno, sin la irrupción de lo que fue el macrismo todavía, por ahí hay una experiencia que se procesa en Argentina. Sí, Milei ganó las elecciones, pero hay un sector social que está haciendo una experiencia en curso que se abrió, y sin embargo, no logró el gobierno todavía en esta instancia legalizar ese nivel de ataque. De eso estamos hablando.
Esa es la magnitud (igual tampoco vamos a hacer ninguna cosa facilista) del triunfo que significó la derrota de la Ley Ómnibus, que tuvo como protagonista a este partido junto con el resto de la izquierda y sectores sociales que fueron a protestar afuera de la Plaza Congreso para ponerle una primera “parada de chata” a este gobierno que quería avanzar contra todos nuestros derechos.
El tipo ataca a todo el mundo, le pisa los pies, las manos, la cabeza a todo el mundo. Al día siguiente de la derrota de la Ley Ómnibus mandaron un proyecto para ilegalizar el derecho al aborto que en Argentina fue conquistado con una movilización masiva durante años. Ataca al movimiento estudiantil, le dice que no va a tener presupuesto para llegar con la universidad más allá de junio, julio, y prepara las condiciones para un estudiantazo que nosotros vamos a impulsar y vamos a llevar adelante, lo vamos a organizar, es así, la reacción hay que organizarla desde abajo, la respuesta, la contraofensiva. Ataca a la cultura, ataca a la salud; o sea, ataca a todo el mundo: «los invito a pelear a todos», una cosa así. Es un elemento peligroso, no queremos transmitir ningún facilismo, porque la situación no es fácil, no está ya resuelta, pero la contradicción de la situación está vinculada al nivel de ataque que lleva adelante o que pretende llevar adelante el gobierno de Milei y los atributos que tiene para triunfar con ese intento reaccionario.
Las relaciones de fuerzas están colocadas ahí; en Argentina está abierta la posibilidad de que esta situación, esta coyuntura reaccionaria que se ha abierto con el gobierno de Milei, vire en una situación prerrevolucionaria por el nivel de ataque que coloca. Alienta la irrupción de sectores muy importantes como la clase trabajadora, alienta la irrupción del movimiento estudiantil, alienta la irrupción de muchos sectores que, eventualmente, ante la salida conjunta, no se plantee sólo cómo derrotar al plan de Milei, sino incluso qué salida plantearse desde los trabajadores, desde los jóvenes, ante el nivel de ataque y ante el nivel de respuesta que se empieza a preparar, y que vamos a preparar de acá para imponer una salida completamente distinta a la que quieren ellos: una salida anticapitalista y socialista que empieza a ser más actual que nunca.