La «confesión» de Adolfo Donda sobre la apropiación de Victoria

Hubo dos declaraciones centrales para determinar la responsabilidad del ex militar (hoy condenado a prisión perpetua en la cárcel de Ezeiza). Se trata de los testimonios de Adriana Marcus y Alicia Ruszkowzky, ambas ex detenidas - desaparecidas en la Ex - ESMA.

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Esta mañana continuó el juicio en el que se juzga al represor Adolfo Donda por la apropiación de Victoria Donda, su sobrina. Hubo dos declaraciones centrales para determinar la responsabilidad del ex militar (hoy condenado a prisión perpetua en la cárcel de Ezeiza). Se trata de los testimonios de Adriana Marcus y Alicia Ruszkowzky, ambas ex detenidas – desaparecidas en la Ex – ESMA.

Ambas testigos ubicaron a Adolfo Donda como miembro jerárquico y activo en las sesiones de tortura realizadas en dicho centro de detención clandestino entre los años 1977 y 1979.

Adriana Marcus declaró que «se lo veía muy frecuentemente» a Donda  en la ESMA. Y además relató cómo el propio Donda la puso bajo servicio obligado de la dictadura, en calidad de periodista. Marcus fue obligada a viajar como parte de una comitiva de prensa oficial a México luego de su «liberación vigilada». «En una oportunidad en que íbamos caminando con Jerónimo [seudónimo represivo de Donda] por el parque de la universidad, en la capital —de México— me contó que su hermano y su cuñada eran terroristas subversivos ‘como vos’, me dijo, y que tenían una hija que él estaba criando porque era el tío«. Esa sobrina es justamente Victoria Donda, apropiada ilegalmente por el represor tras el asesinato de sus padres.

También Ruszkoski declaró haber recibido la misma información por parte de Adolfo Donda, a quien señaló como su interrogador durante la detención en la ex – ESMA.

Durante una de esas sesiones de tortura fue que Donda le confesó el destino de los padres de Victoria. «Lo recuerdo con las palabras exactas. Me dijo ‘no se puede ser piadoso con el enemigo ni condescendiente. No lo fuimos con mi hermano ni con mi cuñada que fue traída a la ESMA y fue trasladada [un eufemismo para el asesinato] como vas a ser vos si no contás todo lo que sabés. Son ustedes o nosotros».

Ambos testimonios complicaron severamente la situación del represor en el proceso. Tras el relato de las testigos, el juez aceptó oír el testimonio del propio acusado. Donda se limitó a denigrar personalmente a las testigos, impugnando su capacidad de desempeñarse como madres por su supuesta cercanía con la guerrilla en los años ’70.

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