El conflicto por la usurpación de Lago Escondido y la mala excusa de la «propiedad privada»

La represión en Lago Escondido estuvo de nuevo a cargo de un grupo de mercenarios del magnate inglés. Sus disfraces de gaucho les permitió a los lamebotas festejar el robo y la usurpación. El conflicto real y el engaño de la "propiedad privada".

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lago escondido

Este jueves, una columna de manifestantes llegó a una de las playas de Lago Escondido situada frente a la estancia de Lewis.

La movilización comenzó el sábado en El Bolsón, reclamando la apertura del “camino de Tacuifí” para llegar al lago. Es en las orillas de este lago donde magnate británico Joe Lewis construyó una mansión y se apropió en los hechos de un espejo de agua. El «camino de Tacuifí» está cerrado por un grueso portón de hierro custodiado por los 11 propietarios de los campos que hay que bordear antes de llegar a la mansión del magnate inglés. Hay una sentencia que habilita la apertura de este camino, pero no se ejecuta porque los abogados de Lewis y del resto de los propietarios han apelado e intentan llegar a una instancia superior.

El miércoles, un grupo de choque enviado por Lewis impidió violentamente el paso a otro grupo de manifestantes que solicitaban desde el otro lado del portón ingresar hacia el Lago Escondido (un joven fue lastimado en la frente y debió ser trasladado en ambulancia). Esa fue la oportunidad para que se lanzara la campaña triunfante de la derecha. Los mercenarios disfrazados de «gaucho» a la vieja usanza son el emblema de los lamebotas de un usurpador del territorio nacional.

La fuerza de choque estaba compuesta por 25 personas a caballo y a pie con rebenques, gomeras y gas pimienta que arrojaron hacia el otro lado del portón. Los manifestantes dicen haber identificado a quien tiró el gas. Se trataría de Pablo Puchi, uno de los propietarios de la zona.

Acampe y huelga de hambre

El acampe y huelga de hambre que desde este jueves realizan integrantes de la Séptima Marcha por la Soberanía al Lago Escondido frente a la mansión del magnate inglés Joe Lewis continuó en la noche del viernes. Esto tras el fracaso de las negociaciones que mantuvieron dirigentes de la marcha con referentes del gobierno provincial de Río Negro y la policía local para trasladar a los manifestantes hacia El Bolsón.

Los huelguistas fueron el cura Francisco «Paco» Olveira y el excombatiente de la Guerra de Malvinas Gustavo Bellido. Según el titular de la Fundación Interactiva para la Cultura del Agua (Fipca), Julio César Urien, «durante toda la madrugada también continuaron las agresiones, las amenazas verbales a los acampantes, les pusieron música a todo volumen durante toda la noche».

La complicidad del gobierno provincial

Un grupo de manifestantes se concentró el viernes frente a la Municipalidad de El Bolsón para pedir una reunión con el intendente Bruno Pogliano y reclamar que garantice la seguridad de los manifestantes que acampan desde el jueves frente a la mansión de Lewis. Una decena de policías de Río Negro también se hizo presente y finalmente no fueron atendidos por el intendente.

En una clara complicidad con el magnate, las autoridades de la provincia dejan pasar la agresiones de Lewis y del resto de los propietarios poniendo en peligro la integridad de los manifestantes.

Usurpadores de la Patagonia

Lewis, empresario inglés y confeso amigo personal de Mauricio Macri, es dueño de unas 12.000 hectáreas en nuestra Patagonia. Durante el menemismo adquirió de manera irregular y a un valor irrisorio todos los territorios alrededor de Lago Escondido, donde tiene una mansión, entre otras lujosas propiedades.

Lewis además es accionista de importantes empresas que operan en el país que tienen tradición de hacer negocios con el Estado como Pampa Energía, empresa con importantes negocios en Vaca Muerta y actualmente controlante de EDENOR.

A pesar de su cercanía personal con Macri, los distintos gobiernos le han garantizado la impunidad de la usurpación ilegal de territorio argentino y de recursos y atractivos naturales como los bellos paisajes del Lago Escondido. La compra de los terrenos por parte de Lewis viola la ley 15.385 de Zona de Seguridad de Fronteras, que prohíbe la adquisición de terrenos fronterizos por parte de ciudadanos que no sean nativos argentinos.

La situación se vuelve mucho más escandalosa si se la contrasta con los reclamos históricos del pueblo mapuche para que se reconozcan sus territorios ancestrales.  Mientras un extranjero como Lewis puede apropiarse de miles de hectáreas y de un lago para hacerlo su propiedad privada y defenderlo con patotas parapoliciales con total impunidad y connivencia por parte del Estado, los reclamos de los mapuches son respondidos con represión estatal y militarización. Los casos de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel muestran cómo responde el Estado cuando el reclamo por tierra viene desde los sectores explotados y oprimidos. Pero cuando es un magnate inglés quien se apropia de nuestro territorio, el Estado no sólo no hace nada sino que es cómplice.

Se trata en última instancia de un problema de soberanía. Una palabra comúnmente invocada por la derecha cuando se escandaliza y pide represión al pueblo mapuche, quienes supuestamente serían «extranjeros que quieren quedarse con nuestra Patagonia». Pero cuando aparece literalmente un extranjero que se queda con nuestra Patagonia como Lewis, la derecha lo defiende.

 

 

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