2022: ajuste en salud, educación, seguridad social y energía

"Pagar sin ajustar" es la consigna de propaganda del gobierno del futuro acuerdo con el FMI. Pero el ajuste ya comenzó.

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Según el último informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso, el ajuste presupuestario del gobierno para este año será de alrededor de 225 mil millones de pesos.

Este número, a primera vista tan inmenso, empeora si tenemos en cuenta que se trata de una contracción absoluta de los montos: sin recorte nominal de ningún tipo, con la inflación ya hay ajuste. 

Las áreas más afectadas serían energía, salud, educación y seguridad social. Los últimos tres sumarían un recorte en sus respectivos ministerios de 48.150 millones de pesos. Esa suma monstruosa dejaría de llegar a hospitales, colegios y a los barrios que viven la crisis con hambre y miseria.

Según el propio gobierno, habría dos fuentes importantes de ingresos en 2021 que no se podrían repetir en 2022: los «Derechos especiales de giro» (DEG) del FMI y el mal llamado «impuesto a las grandes fortunas». Estos dos ingresos sumados explicarían una merma de los ingresos del estado nacional por 627 mil millones de pesos.

Ese último dato, sin embargo, hay que mirarlo críticamente. El DEG fue una suma extraordinaria girada por el FMI a sus países miembros para paliar la crisis del Coronavirus según su participación en el organismo. La totalidad de los ingresos pasaron del FMI al Banco Central, el Banco Central los giró al Tesoro y el Tesoro se los devolvió al FMI como parte de los intereses de deuda que vencían en 2022. Ni un dólar (ni siquiera un peso) del DEG tuvo uso alguno en Argentina. Fue más bien un tachado de números, una serie de sumas y restas en tablas de cálculo.

En cuanto al «aporte extraordinario solidario» tuvo un impacto prácticamente imperceptible en un año de creciente crisis social. Como salió a la luz en la crisis del Gabinete después de las PASO, con el «progresista» impuesto aún así hubo ajuste. Y aún así la brecha entre pobres y ricos creció aún más. Y aún así la participación en la riqueza de los empresarios creció mientras la de los asalariados bajó. El ministro de relaciones con el FMI, Martín Guzmán (llamado ritualmente «Ministro de Economía»), le dio prioridad a cumplir acuerdos con el Fondo sin haber ningún acuerdo aún. La diligencia con los jefes de Washington está primero.

La principal trampa del «aporte solidario» es que impactaba los bienes personales de los principales ricos del país, a los que solo se los consideró como personas físicas. La mayoría del dinero de los ricos no está registrado como propiedad de personas físicas sino de empresas. Nada, absolutamente nada, de ese dinero (la mayoría) fue tocado por el «impuesto»-«aporte».

Un ejemplo: Mercado Libre es la empresa del hombre más rico del país, Galperín. Los ingresos de Mercado Libre son en su aplastante mayoría de Argentina. Pero como la empresa opera en Argentina y Galperín tiene domicilio en Uruguay el hombre más rico del país no puso ni un peso, ni uno, para el «aporte solidario».

Además, una parte de esa suma se destinó (como estipulaba la ley) a la exploración petrolera, en particular del fracking. Esto puede explicar en parte el recorte esperado para Energía: más de 60 mil millones de pesos. Hay que preguntarse dónde se hará el recorte: ¿en subsidios a las boletas o a las multinacionales del petróleo?

Entonces, la conclusión es simple: el ajuste será porque hay voluntad de ajustar, no porque los ingresos bajen significativamente. Pese a no haber llegado a un acuerdo, el FMI está primero.

Desarrollo social, por su lado, tendrá un recorte de 4847 mil millones de pesos. Nada menos que lo destinado a paliar la pobreza de cada vez más gente.

El gobierno calcula en total ingresos por 7,9 billones de pesos y un gasto primario por 10 billones. Esto es, sin contar los pagos de deuda externa, el déficit será de nada menos que 2,1 billones de pesos. Mientras tanto, los empresarios argentinos son los terceros a nivel mundial en tener dólares en el extranjero. Las riquezas creadas por los trabajadores argentinos se van por el drenaje de la deuda externa y la fuga de capitales.

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