
El 14 de abril pasado los representantes de los petroleros, quienes por medio de su máximo dirigente, Guillermo Pereyra, habían amenazado con un paro a principios de mes si no había un resultado favorable, mantuvieron el reclamo del 30% de aumento salarial, pero firmaron una postergación de vigencia de la paritaria hasta el 31 octubre del 2021. Ésta vencía el 31 de mayo y el aumento otorgado en el 2020 fue del 15%. Firmaron una conciliación obligatoria por 15 días.
Todos los presentes en la negociación en el Ministerio respiraron aliviados, aunque la situación no está para que se queden muy tranquilos.
También Guillermo Pereyra había amenazado en esa misma oportunidad con renunciar a su cargo y abdicar a favor del señor Marcelo Rucci, quien no es un improvisado en estas lides, ya que estuvo al frente de la intendencia de la localidad de Rincón de los Sauces por siete años.
Los trabajadores petroleros, que han sufrido la pérdida de la vida de varios de sus compañeros por las pésimas condiciones laborales y han realizado un paro en marzo de 2019 por el fallecimiento de un trabajador tercerizado, son una fuerza obrera más que respetable para los dueños del poder que están tratando de aislar y derrotar el conflicto de la primera línea.
Primera línea que sigue ganando adhesiones en la provincia y a lo largo y ancho del país, mientras los dueños del poder pierden terreno.
Guillermo Pereyra y su delfín, Marcelo Rucci, secretario administrativo del Sindicato del Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa, sigue a pie juntillas los pasos del conjunto de la burocracia sindical nacional de todos los matices, pero de un solo color: defensora de las patronales y su Estado.



