Presentamos dos poemas seleccionados de Víctor Serge, de su libro de poesía «Una flama en el desierto«. Su autor fue un revolucionario ruso que participó activamente de la organización de la Internacional Comunista en la época de la guerra civil entre 1918 y 1921. Años después fue parte de la oposición revolucionaria a la burocracia estalinista y la degeneración del Estado soviético. Fue enviado al exilio interior en la ciudad de Oremburgo entre 1933 y 1936 por la represión dictada desde el Kremlin, y cuatro de sus obras confiscadas por la burocracia (entre ellas El año II de la revolución). Una de ellas es esta obra poética, reconstruida luego por él de memoria. Logró salir de la URSS en 1936 por la gran presión internacional, justo antes del inicio de las Grandes Purgas, y se exilió en Bélgica. Pasó sus últimos años en México pero nunca dejó de ser perseguido por el estalinismo.
Al principio del combate al estalinismo adhirió a la Oposición de Izquierda, pero luego se alejaría de Trotsky defendiendo los errores políticos del POUM español y posiciones teóricas unilateralmente «humanistas». Pese a todo, con sus errores, se mantuvo hasta el final como revolucionario y un ferviente defensor de la esperanza revolucionaria que significó la Revolución Rusa.
Resistencia
Para mis compañeros de cautiverio en 1933-36
Boris Eltsin, Pevzner, Chernykh, Belenky, Byk,
Lakovitsky, Santalov, Lydia Svalova,
Fania Upstein
Comunistas de izquierda.
Nesterov y Yegorich
Comunistas de derecha
Sin saber si mis pensamientos los encontraran
vivos o muertos,
mas con la certeza de que vivos o muertos
estén en resistencia o fueron víctimas de la tortura.
Estos hombres y mujeres muestran,
en la revolución naufragada,
ejemplos de fidelidad completa y lúcida
a la revolución verdadera.
Otros romperán los registros de prisión,
Otros derribarán los muros carcelarios,
Otros quitarán de nuestros hombros
El polvo y la sangre de nuestras nucas.
Confesiones
Nunca fuimos lo que somos,
estos rostros de nuestras vidas,
no son los nuestros,
estas voces que escuchas,
estas voces que hablaron potentemente
a través de la tormenta,
estas voces, no son las nuestras,
nada de lo que viste es cierto,
nada de lo que hicimos es verdad,
somos completamente otros.
Nunca pensamos nuestros pensamientos,
creímos en nuestro destino,
ni tuvimos voluntad,
ahora la desesperación es nuestra única verdad,
esta confesión de una demente degeneración,
esta caída en la oscuridad,
donde la fe se pierde y recupera por ultima ocasión.
No tenemos rostros, ni nombre, fuerza ni pasado:
porque todo es obsoleto.
Nunca tuvimos que existir:
porque todo esta devastado.
Y somos nosotros los culpables, los imperdonables,
los más miserables, los más afectados,
somos nosotros, sólo nosotros,
pongan atención:
¡Y seremos redimidos!
Cree en nuestras confesiones,
únete a nuestro juramento
de completa obediencia,
desprecia nuestros errores,
una vez extinguida, la vieja revuelta es sólo obediencia.
Dejemos a otros menos devotos enorgullecerse,
dejemos a los que se han perdonado a sí mismos,
ser orgullosos,
dejemos que otros más devotos se enorgullezcan,
dejemos a los que no han cedido estar orgullosos,
si nosotros despertamos a los pueblos
e hicimos temblar a los continentes de la tierra,
le disparamos a los poderosos,
destruimos a los viejos ejércitos,
las viejas ciudades, las antiguas ideas,
comenzamos a reconstruir todo
con esas sucias viejas piedras,
estas manos cansadas y la poca alma que nos queda,
no podemos negociar contigo ahora,
triste revolución, nuestra madre,
nuestra niña, nuestra carne,
nuestra aurora decapitada,
nuestra noche con estrellas torcidas,
con la inexplicable Vía Láctea rasgada en pedazos.
Si te traicionas a ti,
¿Cómo no poder traicionarnos a nosotros mismos contigo?
Después de vidas como estas qué muerte es posible,
en esta traición, ¿Sino una muerte para ti?
Qué podemos hacer sino arrodillarnos ante ti,
en esta pena y esta angustia,
¿Si sirviéndote fuimos arrastrados a tu oscuridad?
Si otros encuentran en tu corazón mil veces apuñalado,
algo para seguir viviendo y resistirte
para salvarte en veinte años, en cien años,
nosotros que nunca creímos en bendiciones, te bendecimos,
nosotros que no podemos dar más, te bendecimos,
desde el corazón de nuestros corazones.
Nosotros ya no pertenecemos al futuro,
pertenecemos por completo a esta era:
sangrienta y vil en su amor por la humanidad,
somos sanguinarios y viles como la gente de este tiempo.
Pisen sobre nosotros, insúltennos, báñennos en escupitajos, aborrézcannos, masácrennos,
nuestro amor es mucho más grande que esta humillación,
que este sufrimiento,
esta matanza,
sus inicuas bocas son justas,
sus bocas son las nuestras,
Somos en ti,
Tus balas son nuestras balas,
nuestra mortal agonía, nuestra muerte,
nuestra infamia, son tuyas,
Y toda la vida en estos campos labrados por siglos
¡Por siempre será nuestra!
Paris, 12 de octubre [19]38