El pasado jueves, el Fondo Monetario Internacional anunció la revisión de la meta de reservas internacionales acordado con Milei en abril. Según el acuerdo original, el BCRA debía llegar a diciembre con reservas netas positivas por U$S 2.400 millones. La nueva meta tuvo un recorte sideral de U$S 5.000 millones, bajando el objetivo 2025 a los U$S 2.600 millones negativos. El objetivo para diciembre del 2026 fue también rebajado por unos U$S 2.000 millones.
Al día siguiente, el FMI dio por aprobada la revisión trimestral del acuerdo con la Argentina y giró al BCRA unos U$S 2.000 millones. La reservas brutas alcanzaron los U$S 43.000 millones.
La jugada es un salvavidas desesperado para Milei y Caputo. El «plan» acordado con el Fondo en abril no era más que una inyección de divisas para que el gobierno lograra llegar a las elecciones de octubre con una «macro ordenada». Pero el desarrollo de las principales variables económicas durante las últimas semanas demuestra, una y otra vez, que a Milei los números no le dan ni siquiera para eso.
Sangría permanente de reservas, una cuenta corriente desfondada por la desregulación salvaje, una corrida cambiaria en puerta que ya se concreta progresivamente y (lo más temido por el oficialismo) claras señales de un inminente traslado a precios que terminaría con el cuento de la «derrota» de la inflación. El cóctel explosivo de la economía argentina está muy lejos de cualquier tipo de «orden» macro.
Por eso el Fondo decidió una vez más tirarle un hueso a Milei. Según el organismo de usura internacional, «el desempeño del programa ha sido, en general, positivo. El objetivo principal de superávit fiscal para finales de mayo se cumplió con margen, no hubo financiamiento monetario del Banco Central y los programas sociales continuaron brindando una cobertura adecuada». Cabría preguntarse cuáles son los «programas sociales» que «brindan una cobertura adecuada» en un país que transita una explosión de la indigencia real en las grandes ciudades.
El «plan» de Milei fracasó
La revisión de las metas de reservas por parte del Fondo intenta calmar la agitación de los mercados y la inestabilidad de las variables macroeconómicas, que parecen al borde del colapso. Al momento de la revisión, las Reservas Internacionales Netas (RIN) estaban en U$S 4.700 millones. Es cuatro veces más que el objetivo original impuesto para este mes, de U$S 1.100 millones.
Los funcionarios del FMI justificaron la sangría excusando «importantes descensos imprevistos de las RIN en las semanas previas a la aprobación del programa (de alrededor de US$ 1.500 millones), provocados por la mayor incertidumbre internacional y nacional». ¿Cuál será el elemento imprevisto? ¿La salida de dólares provocada por la flexibilización parcial del cepo, que Caputo implementó a pedido expreso del Fondo? ¿O el déficit de la cuenta corriente en una economía de importaciones liberadas como pide el imperialismo?
El fracaso del «plan» no es para nada imprevisto. Estaba inscrito en el «plan» mismo, que sólo buscaba darle algo de sobrevida al gobierno antes de las elecciones. Lo único imprevisto para el gobierno y el Fondo fue el timing: la economía mileísta se demostró aún más frágil y no estaba claro que aguante hasta octubre, incluso de la mano del Fondo.
Recordemos que Milei asumió vaticinando una «dolarización» sobre la base de llenar el BCRA de dólares. Hoy el gobierno se vanagloria de haber aumentado las reservas (brutas) en U$S 20.000 millones desde el inicio de su gestión. Dentro de estos, unos U$S 14.000 millones equivalen a los primeros dos desembolsos del FMI. Al momento del primer desembolso del Fondo, en abril, las reservas brutas estaban en su nivel más bajo desde 2023. Y los dólares que ingresan no tardan en salir. Por poner un ejemplo, solo en mayo las RIN tuvieron una caída neta de U$S 2.000 millones.
De mal en peor
Al mismo tiempo que «aprobó» la revisión del plan, el Fondo ajustó sus previsiones para la economía argentina y todos los indicadores auguran problemas. En abril, el Fondo había previsto un déficit de cuenta corriente de U$S 2.700 millones. Ahora prevé U$S 11.800 millones, 5 veces más y el equivalente al 1,7% del PBI. Para el año próximo se preveía un déficit de U$S 2.000 millones, pero ahora se fue a US$10.300 millones (1,4% del PBI).
Un problema gemelo es la deuda en dólares. En lo que va del año, Milei pagó silenciosamente unos U$S 3.400 millones en bonos como los BOPREAL, Bonares y Globales. Este año, el déficit total de divisas podría alcanzar los U$S 14.100 millones. Sintomáticamente, la cifra es exactamente equivalente a la que desembolsó el Fondo.
Y los números son todavía peores mirando al 2026. Se espera un aumento del valor de las importaciones (otra vez, gracias al liberalismo salvaje) en torno a los U$S 7.000 millones. Se le suman unos U$S 10.000 millones en pago de deuda. El déficit total externo rondaría los U$S 20.000 millones en 2026.
El Fondo aduce en su informe que este déficit se saldaría con «una mayor entrada de capitales» (inversión directa extranjera) y mediante el «acceso sostenido a los mercados financieros internacionales» (es decir, más deuda en dólares). Ninguna de las dos opciones convence. Los grandes capitalistas piden reformas de fondo y la eliminación real del cepo para «invertir» en la Argentina, pero van dos años de mileísmo y el gobierno no fue capaz de reunir suficiente capital político para imponer estas derrotas sobre la sociedad. Y las estructuras de crédito dependen, al menos como índice, del riesgo país. Milei dijo en abril que el mismo se desplomaría, pero sigue subiendo y está en torno a los 800 puntos.
Como dice un medio clásico: «Si bien en la bibliografía económica está bastante desarrollada la relación entre acumulación de reservas internacionales y baja del riesgo país [o sea, que si no suben las RI no bajan el RP], el Gobierno apuesta a que la caída en el costo del financiamiento internacional se dé luego de una victoria electoral en los comicios de mitad de término». Una vez más, las elecciones de medio término son el tótem y la obsesión de Milei. Endeudó al país hasta la médula para buscar una victoria en octubre y ahora la macro le cruje en la cara, amenazando con echar por tierra todos los cálculos.