
Recién asumido como presidente, allá por 2016, Mauricio Macri dijo que quería que se lo juzgue por la pobreza. Hoy, casi al final de su mandato, es prácticamente un consenso nacional que su gobierno es un fracaso absoluto.
El informe publicado hoy por el Observatorio de la Deuda Social de la UCA ubica la línea de pobreza, los ingresos mínimos para cubrir la canasta básica, en 31,3% o 12.700.000 personas.
No es de extrañar, frente a este panorama, que el FMI haya habilitado al gobierno el uso de el equivalente a unos 50 mil millones de pesos para la contención social, parte de los cuales utilizó para aumentar un 46% las asignaciones familiares, que llegaron a los miserables $2650.
Es que ante el catastrófico panorama económico no debe ser tarea fácil para los agentes del macrismo en los barrios, contener la bronca de los sectores populares. Tanto los oficialistas como Margarita Barrientos o Toty Flores, como los “opositores” Cayetanos (CTEP, CCC, Barrios de Pie) juegan hoy un rol determinante en contener a uno de los sectores más golpeados por la política del gobierno y que fue protagonista en 2001.
Con una proyección de inflación para este año que el propio gobierno pone arriba del 32% y las consultoras más optimistas ubican por el 40%, una medición de desempleo que arrima al 10% y un dólar que crece a pesar de las estrafalarias tasas de Leliq que pone el BCRA, el panorama económico es de un fracaso absoluto.
La consecuencia social de esto es más gente en la calle, más hambre y más bronca contra un gobierno y un sistema que no se aguantan más.