Las heladas en Estados Unidos y el cambio climático: Barbarie capitalista

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Por Ximena Meza Arroyo

 

El medio-oeste de Estados Unidos fue azotado por una ola de frio polar, la más fuerte de los últimos 30 años, como consecuencia del cambio climático y el calentamiento global.  Con temperaturas que descendieron a 50° C bajo cero, esta oleada registró más de 20 muertos por accidentes y exposición a las bajas temperaturas.

En el país del negacionista del cambio climático Donald Trump se produjo un fenómeno conocido como vórtice polar.

Este fenómeno hace referencia a los cambios en los vientos circulares cercanos a los polos, producto del calentamiento de la atmósfera.  En los últimos años se ha registrado con mayor frecuencia esta fuga de masas de aire polares hacia el sur del continente, afectando a gran parte de la zona continental.

Estas tormentas de frio polar son consecuencia del cambio climático. Para entender mejor por qué, el portal Earth Talk, pone un ejemplo: “en 2006, por las altas temperaturas, el Lago Erie no se congeló por primera vez en toda su historia. Esto hizo que aumentasen las nieves en la región y bajasen las temperaturas porque el agua del lago por primera vez se evaporaba en invierno y aumentó la cantidad de agua en las nubes disponible para soltar precipitaciones. Ahora, como cada año las temperaturas son más altas, todo el hielo de Groenlandia y los polos se está evaporando rápidamente. Así pues, como causa-consecuencia, se generan algunos inviernos mucho más duros en diversas regiones”.

Cinco Estado fueron declarados en situación de emergencia climática como Michigan y Wisconsin. Es que, como menciona el meteorólogo Chris Miller del Servicio Nacional Meteorológico, estas temperaturas pueden congelar a una persona en diez minutos. Estamos hablando de temperaturas menores a las de la Antártida. Y así fue como la ola de frio polar se llevó a más de 20 muertos, entre ellos a una estudiante universitaria de 18 años que fue encontrada en el campus de la universidad de Iowa. Los principales aeropuertos suspendieron 1600 vuelos, cifra que se fue acrecentando a medida que avanzaba el fenómeno y las instituciones públicas y privadas cerraban sus puertas, principalmente en los días más inhóspitos. Una escena caótica que parecía sacada de una película de Hollywood.

Ya pasaron más de tres años desde que se realizó la última conferencia de las Naciones Unidas por el cambio climático, una puesta en escena por parte de los principales líderes mundiales- EEUU, China y la unión Europea- para crear la falsa ilusión de que iban a “solucionar progresivamente los mecanismos contaminantes y autodestructivos que avanzan desde la revolución industrial”.

Es evidente que nada ha cambiado desde aquel “majestuoso” evento y el cambio climático continúa avanzando, corriendo el riego la perduración de la humanidad y la vida misma como la conocemos.

Con el ascenso de Donald Trump y los gobiernos derechistas, como Bolsonaro en Brasil, el problema se complejiza aún más. Pues en las potencias que tienen en sus manos hacer algo respecto a este escenario potencialmente catastrófico campean en el poder personajes que defienden la voracidad capitalista sin filtros, sin siquiera disimular débiles paliativos como las dispuestas por las conferencias de la ONU. El negacionismo criminal de Trump y la falta de responsabilidad de los gobiernos le da vía libre a las empresas para continuar avanzando con la depredación del medio. Así, los defensores del capitalismo nos están condenando a un futuro incierto y potencialmente catastrófico, solo para el beneficio de unos pocos.

En Brasil, Jair Bolsonaro desmanteló el Ministerio de Medio Ambiente para absorberlo en el de Agro industria, en el que están representados en el poder del Estado los negocios de la tierra, que pueden así depredar el Amazonas, el principal pulmón del mundo, sin límite alguno.

 

 

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