
Convocatoria internacional.
Buenos Aires, Argentina – 16hs. /Embajada de Brasil, Cerrito 1350.
Madrid, España – 23.08 / 12h / Embajada de Brasil
Quito, Ecuador – 23.08 / 14h / Embajada de Brasil
Lima, Perú – 23.08 / 14h30 / Consulado de Brasil
Kempten, Alemania – 23.08 / 13h / St. George´s Hall
Salamanca, España – 23.08 / 19h / Plaza Mayor
Pamplona, España – 23.08 / 17h30 / Plaza del Castillo
Turín, Italia – 23.08 / 17h / Piazza Castello
Montevideo, Uruguay – 23.08 / 17h / Embajada de Brasil
Guate, Guatemala – 23.08 / 12h30 / Embajada de Brasil
La deforestación del Amazonas viene escalando paulatinamente en las últimas décadas. En los últimos 30 años, el bosque pasó de absorber 2000 millones de toneladas de CO2 a solo 1000 millones de toneladas como fruto de la creciente deforestación con fines agropecuarios. Pero esta situación dió un salto en calidad con el gobierno de Bolsonaro. En estos 7 meses de gobierno, la cantidad de incendios ha aumentado un 83% (pasando de 39.000 focos de incendios a 71.000) con respecto al mismo periodo del 2018 (1), y llegando al doble de las cifras de 2013.
Esto no es casual, sino una consecuencia directa de la política anti-ambientalista de Bolsonaro. Con un discurso que mezcla el negacionismo del cambio climático (al estilo Trump) con el populismo nacionalista, el derechista brasileño ha defendido públicamente la deforestación de la cuenca del Amazonas con el argumento de que “el Amazonas es nuestro”, intentando hacerle creer a los trabajadores de Brasil que la destrucción del medio ambiente y la extensión de los negocios agropecuarios puede mejorar sus condiciones de vida vía la creación de nuevos empleos. La finalidad de la extensión agropecuaria es llenar los bolsillos de los capitalistas agrarios, que no vacilan en quemar miles de hectáreas de bosque con tal de tener más territorio para plantar soja o criar ganado casi sin costos y con super ganancias. El campo brasilero, como el de todo el mundo, genera en términos relativos cada vez menos puestos de trabajo.