La política de “tierra por tierra” es equivocada

Entre las jornadas de ayer y hoy terminó abriéndose un debate político alrededor de la histórica recuperación de tierras en Guernica.

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Las conquistas más importantes son siempre en materia de conciencia y organización”

Rosa Luxemburgo, “Desgaste o lucha”

En el debate de las organizaciones que estamos participando de la recuperación hay dos cuestiones de primer orden. En primer lugar, la discusión de en qué instancias se deciden las cosas. El fenómeno de la ocupación en Guernica y otras no es reducible a los movimientos de desocupados. En realidad, se trata más bien de un fenómeno independiente de vecinos y vecinas que ha surgido espontáneamente desde abajo y con un programa específico algo distinto al tradicional de los movimientos piqueteros: reclaman tierra para vivir, la puesta en pie de un nuevo barrio y / o asentamiento que involucra toda una experiencia colectiva nueva.

El fenómeno de la ocupación –que crece nacionalmente y que está pendiente de lo que ocurra en Guernica- esta expresando así la combinación de dos fenómenos que no son idénticos. Por un lado, los vecinos y vecinas que reclaman desde abajo por sus derechos y por el otro las organizaciones tradicionales de desocupados que se les “acoplan” pero no son expresión directa de la experiencia y que se hacen valer porque tienen aceitados canales de negociación con el Estado (lo cual puede ser una valiosa herramienta en la lucha sólo si se utiliza bien). Sin embargo, los intereses de estas organizaciones no necesariamente coinciden en un 100% con los de los vecinos.

Esta contradicción se expresan en las disímiles formas de organización. Es la asamblea de vecinos la que tiene que resolver las cuestiones y no los movimientos como tales o sus direcciones. Se han esgrimido argumentos equivocados en contra de que “100 o 200 vecinos resuelvan sobre la ocupación y no las organizaciones que representamos a miles”. Es un argumento equivocado porque, primero, son los vecinos que están efectivamente en la toma los que tienen que decidir y, segundo, tanto los movimientos como los partidos tenemos que acompañar sus decisiones esto más allá que tenemos el derecho inalienable de pelear políticamente por lo que nos parece más justo para la lucha. La experiencia de Guernica es de sus vecinos y de nadie más y podría servir, en todo caso, para una refrescante recuperación del método de asamblea de base para decidir.

En este sentido, los movimientos deberían ponerse a disposición de los vecinos respetando su libre derecho a la discusión y organización y no las imponerle prácticas habituales de su relación con el Estado que eventualmente les son ajenas.

Pero precisamente esto último es lo que nos lleva al fondo del asunto: el programa de la lucha. Hay que entender que nos se trata de una lucha por “un pedazo cualquiera de tierra” como acaba de ofrecer maniobreramente el gobierno de Kicillof y Larroque, que lo único que persigue es que se desaloje el predio y quedar bien con los capitalistas inmobiliarios. Aquí, lo que esta en juego, es una experiencia de meses de organización, vínculos solidarios construidos, experiencias con los vecinos y vecinas además de una experiencia que cuestiona en los hechos la propiedad privada y plantea la función social de la tierra y la propiedad.

Muchas veces hemos debatido alrededor del programa de trabajo genuino y asalariado y no meramente planes y cooperativas; este último siempre nos ha parecido un programa mínimo que no se eleva sobre el ras del suelo, que no es transición. Sería un error seguir ahora en Guernica el mismo esquema: aceptar lo que se escuchó hoy a la mañana en la reunión con los funcionarios tiene el peligro de terminar haciéndole el juego al desalojo vehiculizando una propuesta miserable de tierras y / o alojamientos aquí y allá que no solo no tienen ninguna seguridad sino que, por lo demás, apunta a destruir el colectivo de vecinos, vecinas y sus experiencias.

Esta propuesta es peligrosísima para los vecinos porque una vez que se ha logrado instalar nacionalmente el reclamo de tierra y vivienda, apunta a entregar la lucha por una serie de concesiones mínimas que de aceptarse configuraran una derrota de la lucha.

Nos parece que en la recuperación de Guernica debemos todos manejarnos sobre dos ejes claros: a) son los vecinos los que en asamblea deben decidir soberanamente los pasos a seguir y no cualquiera otra instancia; b) la lucha debe ser por conquistar el predio de Guernica con todo lo que significa esta experiencia rechazando el desalojo y dando un ejemplo que cuestione que la propiedad privada deba estar por encima de las necesidades sociales.

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