
En un contexto represivo dentro de la pandemia que tiene el trágico saldo de 92 jóvenes muertos y la desaparición forzada de Facundo a manos de las fuerzas de seguridad del Estado, es difícil referirse al rol de la máxima central de los trabajadores y su rol en esta situación.
Todos tienen la misma responsabilidad. Porque los abatidos y secuestrados por las fuerzas represivas eran pibes laburantes, estudiantes, jóvenes, pibes y pibas que estaban encarando sus vidas y su futuro, poniéndole el pecho a las dificultades y les quitaron la vida.
El secretario de Derechos Humanos de la CGT, Julio Piumato, tiene doble responsabilidad porque, en virtud de su cargo, no conocemos ni una declaración, ni una palabra ni siquiera a título personal, en defensa de esos jóvenes, ni tampoco sobre Facundo, su desaparición forzada, la postergación sobre el estudio del ADN de los restos encontrados. Un silencio repugnante.
Sí se puso rojo de furia cuando se refirió al proyecto de reforma judicial presentada por el gobierno.
Pero no para oponer una reforma y un servicio de justicia para favorecer a los trabajadores y a los más pobres. Tampoco para poner en primer lugar los derechos y las demandas de los trabajadores judiciales nacionales, que dependen de su gremio.
Las únicas palabras que dedica en «defensa» de los trabajadores de su propio gremio: “¡Estamos en una situación de emergencia judicial, los edificios se caen en todo el país! (…) que el sistema informático también está colapsado, al igual que juzgados y tribunales.»
¿Qué reclamos propone levantar frente a estas injusticias? Ninguno. Pero sí se ocupa de oponerse a la reforma judicial porque explica que “tiene que ver con una intención específica del gobierno del turno” (íd).
El señor descubrió que la justicia sigue a las decisiones políticas, como la sombra al cuerpo. Pero no para defender a los trabajadores y sus intereses (en primer lugar los de su gremio, que les pagaron el aguinaldo en cuotas, les quitaron el derecho de la feria de invierno, falta de regulación del teletrabajo, el olvidado reclamo del 82% para la jubilación de todos los empleados judiciales, etc.) sino para seguir a pies juntillas los designios de la Corte Suprema, el poder de los poderes, al cual el señor Piumato le es fiel desde siempre y para siempre. Su palabra y sus decisiones “son una orden”.
Si alguno cambia, porque los cambios son políticos, como él bien sabe, él podrá cambiar también, ¿por qué no? Por ahora, sigue sus designios. Los trabajadores judiciales y los apaleados por el sistema represivo… que esperen. Seguro él no los va a tener en cuenta.
Hay que reconocerle su obsecuencia… su consecuencia.






