Israel ataca nuevamente en varios frentes a la vez. El Estado sionista protagonizó estos días tres nuevas atrocidades: bombardeos a Siria y Líbano, y una nueva masacre en Gaza.

El gobierno de Netanyahu se comporta como gendarme de la región. Los ataques tienen todos excusas de lo más diversas, pero de fondo todo se resume a una misma causa: tener de rodillas a toda la región.

El bombardeo en Damasco

Usando como excusa el conflicto entre beduinos, el ejército sirio y los drusos, Israel bombardeó Damasco. El bombardeo estuvo dirigido al Ministerio de Defensa sirio; al menos una persona murió y hubo 18 heridos. El edificio gubernamental sufrió el colapso de cuatro pisos y su fachada destruida es testimonio del nuevo crimen del Estado sionista.

La excusa del conflicto druso/sunita/beduino es eso: una excusa, si bien este no deja de ser un conflicto real. Los drusos son una minoría étnica y religiosa en Siria y han estado librando un conflicto armado de baja magnitud con los beduinos, un grupo “árabe” nómada. Conflicto en el cual se registraron alrededor de 250 muertes en cuatro días.

Frente a esto, el ejército del nuevo gobierno sirio intervino en la ciudad más poblada por los drusos, Sweida, no sin cometer crímenes contra la población. Así, Israel encontró la excusa perfecta para seguir buscando someter a toda la región. Una excusa similar fue usada por Israel en mayo. La coalición de gobierno es hegemonizada por el islamista Ahmed al-Sharaa, que en los últimos años se ha «moderado» e intenta conformar un gobierno con representación de minorías políticas, religiosas y étnicas.

“La entidad israelí recurrió a ataques a gran escala contra instalaciones civiles y gubernamentales” denunció al-Sharaa. “Desde la caída del régimen de Assad, la entidad israelí ha intentado repetidamente socavar nuestra estabilidad y sembrar la discordia entre nosotros, y está trabajando para convertir nuestra tierra pura en una arena del caos”.

Los ataques a objetivos militares y el bombardeo a Damasco son una continuidad de la ocupación de los Altos del Golán. El sionismo busca someter y bloquear el desarrollo de esta nueva coalición de hegemonía sunita que se hizo con el poder en Siria tras la caída de Al-Assad.

Israel quiere a toda costa evitar algún tipo de recuperación de Siria tras el fin del régimen de los Al-Assad. Su proyecto supremacista y fascista necesita la aniquilación de los palestinos y la sujeción de todos los pueblos circundantes. El sionismo percibe como peligroso hasta el más mínimo rastro de soberanía de los pueblos de Medio Oriente.

El nuevo gobierno de al-Sharaa intentó presentarse como amistoso con Estados Unidos e Israel. No se trataba de una mera táctica: su política externa era una de búsqueda de aliados internacionales para la reconstrucción del desmantelado Estado sirio. Pero el proyecto colonial no puede tolerar la más mínima independencia política de los países vecinos y sus pueblos, ni aún con gobiernos «moderados» y conciliadores. El uso de la excusa de los drusos es un intento de forzar a sostenerse los conflictos internos en Siria mientras.

Siria en este momento está de hecho dividida entre fuerzas étnico-religiosas militares muy diversas, y a veces muy hostiles entre sí. Una manifestación de la fragmentación del país fue el conflicto entre beduinos musulmanes y los drusos. El gobierno de Damasco intenta agrupar a todos esos grupos pero bajo su propia hegemonía sunita.

Ya antes de la caída de Al-Assad, el grupo armado que hoy encabeza el gobierno contaba con muchas denuncias de represión y persecución de minorías. Su cambio de rostro, del sectario-religioso al de «unidad nacional» fue absolutamente necesario para su triunfo. Pero eso no cambia el carácter de sus grupos armados ni su base social. La reunificación de Siria no está siendo un camino pavimentado fácil de caminar, y el nuevo gobierno tantea con acuerdos y concesiones además de la fuerza.

Israel prefiere sostener en el tiempo las divisiones y los conflictos, forzar la guerra permanente en todos los países vecinos. Su actuación en Siria es esa, la de perpetuar eternamente el conflicto armado. Es otro de sus rasgos comunes con el fascismo: la ideología y práctica de la guerra permanente.

Son muy obvios: el bombardeo israelí de Damasco fue después de que se había anunciado un alto al fuego en Sweida.

Bombardeo al Líbano

Israel también se ocupó de bombardear el este de Líbano, matando a 12 personas e hiriendo a otras 8. La excusa fue que se trataba de un campo de entrenamiento de Hezbollá. En noviembre del año pasado se declaró la tregua entre Líbano e Israel, pero esta viene siendo violada a diario por Israel.

El acuerdo de tregua establecía que Israel debía retirar sus tropas del país, algo que no cumplió. Sí: mientras se presenta como víctima, el sionismo mantiene ocupadas militarmente zonas del sur del Líbano. 

Así es precisamente como surgió el propio Hezbolláh. Israel intervino en la guerra civil libanesa comenzada en 1975 invadiendo a principios de los 80′ el sur del Líbano. Lo hizo poniéndose en el bando hegemonizado por una milicia explícitamente fascista: la cristiana Falange Libanesa. Como es obvio, habían adoptado ese nombre de la Falange fascista del franquismo español. En el sur libanés es que viven la mayoría de los musulmanes chiítas del país, que no tenían una representación armada en la guerra civil. La empezaron a tener como resistencia a la ocupación militar sionista: así surgió Hezbolláh, como grupo armado a la ocupación militar sionista.

Al general alemán y aliado de los nazis Erich Ludendorff se le atribuye la frase militarista: «la paz no es otra cosa que el momento intermedio entre dos guerras». Se podría decir que esta frase refleja perfectamente cómo son las «treguas» de Israel si no fuera porque, con el sionismo, ni la «paz» termina con la guerra. Los colonizadores, lógicamente, se sienten «inseguros» teniendo a su alrededor pueblos agredidos y colonizados. Quien fue y es víctima de un crimen, quiere naturalmente algún tipo de justicia. El sionismo, como el fascismo, es un proyecto imposible, de guerra e inestabilidad permanentes. Porque la única «paz» que pueden concebir los genocidas es el exterminio absoluto de todos a los que perciben como «enemigos».

Israel masacra a 90 palestinos en 24hs.

Al menos 21 personas murieron aplastadas en una estampida provocada por el ejército de Israel el miércoles. Cientos de miles de palestinos se encontraban en un punto de distribución de ayuda humanitaria en Jan Yunis. El ejército de ocupación disparó granadas de gas lacrimógeno, provocando una corrida que acabó en la muerte de al menos 21 personas aplastadas. Una nueva trampa mortal, esta vez generando un clima de sofocamiento y una posterior masacre.

Israel ha convertido los «centros de ayuda humanitaria» en trampas mortales. En los hechos, concentra a los palestinos en búsqueda de agua y comida para perpetrar una masacre tras otra.

Además, se registraron nuevos bombardeos. Entre ellos, el sionismo apuntó a la «Iglesia de la Sagrada Familia», Iglesia Católica ubicada en Gaza. El ataque dejó el saldo de dos palestinos cristianos muertos y un cura de origen argentino herido, Gabriel Romanelli.

Frente a esto, el rastreramente sionista gobierno de Javier Milei se tuvo que pronunciar… sin dejar de apoyar el genocidio. «La República Argentina expresa su seria preocupación por los hechos ocurridos en la Iglesia Católica de la Sagrada Familia, en la Franja de Gaza, en el marco de los cuales resultó herido el padre Gabriel Romanelli, ciudadano argentino y párroco de dicha comunidad». Los «hechos ocurridos» dice, en vez de «bombardeo sionista». «Los hechos ocurridos», como si «los hechos» se hicieran solos.