Desde principios de su mandato Milei impulsó un feroz ajuste sobre las universidades. Anunciaron al comenzar el año pasado que iban a prorrogar el presupuesto universitario del año 2023 sin aumento alguno. Era un recorte absoluto, teniendo en cuenta la inflación del año pasado y la de los primeros meses de este. Este ajuste significaba la virtual paralización de la educación superior, ya que los fondos remitidos por el gobierno no alcanzaban para pagar los servicios ni llegar al segundo semestre.
El ataque de Milei sobre las universidades y la educación en general es brutal, y su objetivo es destruirlas. El congelamiento del presupuesto universitario ante una inflación interanual de casi 300% puso el año pasado a las facultades al borde del cierre. En 2025, el gobierno perpetúa el financiamiento del año pasado, intentando más y más ahogar la educación superior.

Pero la ofensiva del gobierno no termina en el recorte del presupuesto. El gobierno quiere mano de obra barata, no educación. Hay que recordar a Benegas Lynch planteando “mandar los niños al taller” en vez de a la escuela. Mientras tanto, Milei plantea una ofensiva reaccionaria y mentirosa sobre cualquier tipo de conocimiento crítico producido, tildándolo de “adoctrinamiento”.
La enorme mayoría del presupuesto universitario va a los salarios docentes y nodocentes. El acuerdo en gastos de funcionamiento implicaba, e implica, imponer el hambre a los trabajadores universitarios.
Los trabajadores universitarios exigen aumentos salariales para recuperar una parte la pérdida de poder adquisitivo del último año y medio. Los irrisorios aumentos impuestos por el gobierno nacional ponen en evidencia la voluntad del gobierno de Milei de destruir los salarios docentes y no docentes. Se calcula que perdieron del 50 al 55% de su poder de compra bajo Milei.



