¡Ganamos!

El triunfo del movimiento organizado en las calles muestra el camino para las grandes conquistas de los explotados y oprimidos.

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el aborto es ley en argentina

“… ya no van a dejarte morir en una sala de hospital con septicemia. La curandera se quedará sin el negocio. Y la patrona no te dejará sin trabajo, el cura no te preguntará por el hombre que te dejó soltera y encinta. Ya no tendrás que rendir cuenta. Ya no habrá matrimonio por obligación del que la hicieron y no supieron cuidarse. Dejarán de morirse niñas de diez años en las salas de parto. No te gritarán negra de mierda y planera y el hijo será esperado. El patrón no se saldrá con la suya. Se acabará aquello de que lo único que hacemos bien es parir y criar hijos…. Ahora ya no van a darte plata para que lo pierdas y lavarse las manos. Ya no te quitarán la vida. Ya no estarás más sola. Se acabó el qué dirán”.

La Reynamora – escritora catamarqueña

Tras 20 horas de agite y calor seguíamos siendo miles, en el mismo lugar pero en absoluto silencio. La sucesión de afirmativos y negativos, las manos entrelazadas, las pibas abrazadas, exhaustas pero expectantes. Y de pronto el estallido: ¡lo hicimos! Y hasta el cielo se tiñó de verde. El humo de las bengalas cubriendo a esa masa enorme, gigante, que acababa de escribir una página de la Historia. Las moléculas de esa masa, pibas de 14, 15, 16 años; las que hacía años militaban por el aborto legal, las que recién se sumaban a la lucha, con sus amigas, con la mamá, el papá, con la tía de la amiga… Y el abrazo colectivo, porque fue un logro colectivo.

Quéjense ahora de los femicidios, amenazó un cura desde su púlpito en twitter, la pura impotencia ante el hecho consumado. Esos señores de sotana, que hace siglos son los dueños de la buena moral, el 30 de diciembre a las 4.13 am fueron vencidos por la herética, impenitente, pertinaz y obstinada marea verde. Esta vez fueron ellos los que ardieron.

Mirá cómo se plantan las mujeres, luchan por lo que quieren

Lxs de abajo siempre estamos luchando, pero casi siempre defendiéndonos de los ataques; de un ajuste, recorte de sueldo, aumento de horas de trabajo, pérdidas de conquistas, cierre del lugar de trabajo. Defendiendo a una niña a la que quieren obligar a ser madre, resistiendo el desalojo de una pequeña porción de tierra para vivir, resistiendo los despidos y la precarización.

En esa pelea constante, la legalización del aborto fue ganar algo que no teníamos, una de esas pocas veces que ganamos en vez de luchar para que no nos quiten. Fue un triunfo que cruza fronteras, que le da más fuerza a nuestrxs hermanxs de Chile que luchan contra el régimen de Pinochet, que se abraza con las mujeres y la diversidad de Corea que al día siguiente conquistaron la despenalización del aborto , que le da energías al pueblo brasilero contra el podrido de Bolsonaro. Un breve mensaje en una red social lo resumía muy bien: Hoy lo lograron las pibas, mañana serán las morras (México), después serán las parceras (Colombia) y luego todo el mundo.

Haber logrado el aborto legal fue el resultado, en primer lugar, de que hay un movimiento feminista internacional muy potente y juvenil. Es uno de los movimientos más ascendentes de los últimos años y en Argentina tiene uno de sus capítulos más dinámicos. Basta recordar el Encuentro Plurinacional (antes Encuentro Nacional de Mujeres), que se hizo masivo tras el Argentinazo de 2001 con las mujeres de los movimientos sociales. Que hizo temblar al país con el millón de mujeres en las calles gritando NiUnaMenos en 2015 y con la marea verde de las pibas en 2018. Un movimiento que logró hacer un paro nacional mientras la CGT tomaba el té con Macri allá por 2016. Movimiento que, además, supo tomar las banderas del conjunto del pueblo trabajador, inscribiendo en sus discursos del 8 de marzo ¡Fuera el FMI!; movimiento que abrazó luchas como la de lxs trabajadorxs del Hospital Posadas por su reincorporación, por nombrar solo alguna. Un movimiento que logró conquistar el apoyo de la mayoría social mucho antes de que el aborto fuera ley, como en las proclamas de fábricas donde votaron en asamblea apoyo al paro de mujeres y a la lucha por el aborto legal.

Fue el resultado también, de que el macrismo no haya logrado imponer su agenda reaccionaria de reforma jubilatoria, bajada a piedrazos por miles de trabajadorxs movilizadxs el 14 y 18 de diciembre de 2017. Fue el resultado de que, a pesar de la negativa de los dinosaurios del Senado en 2018, la marea verde no se haya sentido derrotada sino, por el contrario, haya redoblado la apuesta.

Fue un triunfo contra el poder

Este triunfo fue construido desde abajo y nadie puede decir lo contrario. Lxs escribas del poder de turno van a tratar de cambiar las páginas de los manuales de historia, van a querer apropiarse de esta victoria colectiva de la marea verde, de las mujeres, lxs pibxs y la diversidad y van a querer decir que fue la ley del presidente. Por eso le dedican tantos ríos de tinta al poroteo, al silencioso tejido de la compra de voluntades senatoriales, a los inteligentes cabildeos de tal senadora o tal ministra o tal secretaria. Pero el aborto legal se lo arrancamos al poder, nadie le regaló nada al movimiento. Sonia Tessa tituló en Las 12 “La presidenta de las pibas”, pero al leer la nota queda clarísimo que Cristina no tuvo nunca nada que ver con la aprobación de la ley. En 2011, con unos cuantos años de kirchnerismo en el gobierno, mayoría parlamentaria en ambas cámaras y un ministro de Salud que se declaraba a favor del aborto, el proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto tuvo su primera oportunidad de ser debatido en el Congreso. La comisión de legislación penal tenía agendado el 1° de noviembre como fecha para el debate. Pero la bancada completa del partido de Cristina, por orden de Cristina, se ausentó del debate, no dio quórum y el proyecto de ley una vez más fue cajoneado. Juliana Di Tullio, que en ese entonces era diputada del peronismo, se sacrificó y asumió la responsabilidad. No resiste ni una mirada superficial de archivo: la ley cayó por orden de la entonces presidenta que declaró “soy peronista, no feminista”. Un año después, el 1° de noviembre de 2012, el movimiento organizó desde el Encuentro de Mujeres (Bariloche) la primera movilización masiva a la Plaza de Mayo por el aborto legal. Fueron 5 mil personas. Un salto enorme en aquel momento hacia la puesta en pie de un movimiento de las mujeres y la diversidad de lucha en las calles, independiente de todo poder.

Carla Pelliza, en una nota de El Destape Web, intenta contestar la misma pregunta que se hace todo el mundo: Logramos el aborto legal, ¿ahora qué viene? La respuesta de la escriba del gobierno es un claro ejemplo de cómo el poder intenta apropiarse del triunfo de lxs de abajo para transformarlo en propaganda de algún figurón de partido patronal. Nos quiere convencer de que nos dediquemos a aplaudir los 150 proyectos de ley que tiene en carpeta la ministra o la secretaria. En ese relato del futuro no tiene ningún lugar la actividad ni la organización de la marea verde.

Tampoco tiene lugar lo que todas dijimos después de llorar y abrazarnos: seguiremos luchando, en primer lugar para garantizar que en cada hospital, en cada salita, en cada rincón del país se garantice el acceso al aborto legal. Que esa cláusula de la objeción de conciencia, concesión de Fernández a los antiderechos, no impida que se pueda hacer uso del flamante derecho. Las provincias con más oposición a la aprobación de la ley, las de los dinosaurios más retrógrados, las de los curas que amenazan con femicidios, las de los gobernadores y ministros de Salud que hasta ayer seguían obligando a niñas a ser madres; es ahí donde más se hará sentir la objeción de conciencia. Es donde más presionarán a lxs médicxs y personal de salud que acepten respetar la libre decisión de mujeres y personas gestantes. Y ahí estará el movimiento, una vez más en las puertas de esos hospitales, en las casas de las provincias y donde haga falta. De eso, ni una palabra en la nota de Pelliza.

Tenemos el ejemplo de Uruguay, país donde el aborto fue legalizado en 2012. El feminismo de ese país nos enseña que para que se garantice el aborto para cada mujer o persona gestante que lo requiera, hace falta la presión del movimiento. Hay departamentos (provincias) como Salto o Paysandú donde más del 50% de lxs médicxs ginecólogxs son objetorxs de conciencia, y hay ciudades donde lo son el 100%. Para que lxs objetorxs de conciencia no impidan que se pueda acceder efectivamente a la interrupción voluntaria del embarazo,  para apoyar al personal de salud comprometido con la vida de las mujeres y personas gestantes, para que lleguen el misoprostol y la mifepristona a cada salita, para que cada consultorio sea un lugar seguro y amigable para acceder a la práctica y para quienes la realizan; ahí deberá estar presente el movimiento. Se lo prometemos a Mariano Campero, intendente de Yerba Buena (Tucumán), que declaró duelo y bandera a media asta durante los tres días posteriores a la aprobación de la ley.

Pelliza en su larga enumeración de leyes que presentará el Ejecutivo, omite otra de las conclusiones más obvias para la marea verde: Vamos para lograr lo que lxs pibxs más pelearon estos años, es decir la aplicación efectiva de la Educación Sexual Integral laica, científica y feminista en cada una de las aulas del país. Vamos para que el Estado deje de financiar las escuelas confesionales con el presupuesto que le niegan a la escuela pública. Vamos para que el Estado deje de pagar los sueldos de los curas y las monjas, en fin, vamos por la definitiva separación de la Iglesia y el Estado.

Y vamos para que el sistema de salud cubra el acceso a la anticoncepción gratuita y de calidad para todas las mujeres y personas con capacidad de gestar. Vamos por un sistema único de salud pública, universal, gratuita y de calidad; para terminar con el negocio de la salud privada y de los burócratas sindicales.

No fue una lucha parlamentaria. La estrategia eran las calles

Con este triunfo bajo el brazo, el movimiento feminista también muestra que la lucha es el camino para las conquistas de lxs de abajo. La confianza en la propia fuerza, en la organización, en la movilización. Sacarse de encima a burócratas y mediadores, que siempre tienen palabras de desaliento. Que siempre le quieren hacer creer a las trabajadoras y trabajadores que no se puede pelear, que es mejor que lxs “representantes” negocien por nosotrxs, que es mejor no hacer enojar al poder… a esos que son los garantes de la paz social, hay que sacárselos de encima. La autoorganización y la lucha son el único camino para arrancar conquistas y para construir el camino hacia la emancipación.

Es pueril preguntarse si la lucha es fácil o difícil, o si se puede ganar o no. La pregunta es si es evitable. Porque tal como está barajado el asunto, resulta que los que tienen el poder te hacen pagar todos los días de la vida. Tienen la fuerza a su disposición, tienen el oro y la plata, tienen las fronteras y los medios de comunicación, tienen las empresas, los bancos y los aviones. Tienen al Papa, al cura, al presidente y al legislador. Tienen al juez y al policía. La historia no es lineal, no es segura, no es contemplativa. Pero cuando lxs de abajo ganan, ese triunfo es enorme, porque es un paso más en la dirección de cambiar este mundo repodrido. Y porque nos llena de confianza en nuestras fuerzas.

La lucha por la legalización del aborto en Argentina tiene ese mismo condimento. Porque no es la historia de dos sesiones legislativas, no es la historia de un presidente heroico ni de una vicepresidenta maravillosa, ni de las que se separaron del movimiento tras unas vallas miserables para “autocuidarse” y ganarse el favor del partido gobernante. Es la historia hecha desde abajo, arrancándole a los poderes establecidos la sanción de una ley que ya estaba escrita, aprobada y sancionada por la mayoría de la sociedad desde hacía mucho tiempo. Fueron el movimiento de mujeres y la diversidad junto con el levantamiento de lxs jóvenes secundarixs y universitarixs, la izquierda y el apoyo del conjunto del pueblo trabajador lxs que lograron imponer en la agenda política el debate sobre la necesidad de legalizar el aborto.

Organizarse para cambiarlo todo

Lxs militantes de Las Rojas y del nuevo MAS recibimos muchos mensajes de felicitación los días posteriores al triunfo. Es el reconocimiento de activistas, amigas y amigos, que nos vieron durante años sosteniendo bandera, bombo y redo por el aborto legal. Que vieron a nuestra referente Manuela Castañeira y a nuestra organización poniéndole el cuerpo y la voz a la lucha en la puerta de los hospitales, en la televisión, en campaña electoral cuando nadie lo hacía, en el Congreso y en todas partes.

Es el reconocimiento de que la estrategia de las calles y de la independencia política del movimiento fue correcta. Esta estrategia se la debemos a nuestra convicción y a nuestra formación. Porque somos militantes por una idea muy sencilla pero muy profunda, que no es nueva pero que está más vigente que nunca: la liberación de lxs trabajadorxs será obra de lxs trabajadorxs mismxs. Porque estamos convencidxs de que luchar es inevitable, en un mundo dominado por los capitalistas, su propiedad privada y su sed de ganancias; que está destruyendo a la misma naturaleza; que somete a las grandes mayorías a pandemias y desastres ecológicos; que nadan en la opulencia y el derroche sobre el hambre de pueblos enteros; que hacen negocios hasta con el agua; que se atribuyen la propiedad sobre extensiones inmensas de tierra (atribución basada en un papelito que les legó un conquistador genocida) mientras le niegan con las armas del Estado un pedacito de tierra para vivir a miles de familias trabajadoras; que quieren convertir a la Argentina en Chancholandia a costa de pestes, contaminación y fumigación para hacer sus negociados; un sistema que además de capitalista es patriarcal porque sigue sometiendo a la gran mayoría de las mujeres a la opresión de las tareas de la casa, además de la explotación en el trabajo; donde para una enorme cantidad de mujeres, travestis y trans el destino es la explotación sexual por falta de acceso al trabajo, a la salud, a la educación. Es un mundo en el que luchar es inevitable frente al racismo, al colonialismo, al patriarcado, a la opresión y la explotación de las enormes mayorías para privilegio del 1% de la humanidad.

El feminismo que levantamos Las Rojas y el nuevo MAS inscribe su bandera en la lucha por el socialismo, porque nada de lo humano nos es ajeno y porque peleamos para revolucionarlo todo y para que hasta la última cocinera sea dueña de su destino. Acá no ofrecemos ni cargos ni prestigio. Pero hay lugar para cada joven, mujer, persona lgtbi, trabajador y trabajadora que quiera un puesto en la lucha por transformarlo todo y dejar huella en el camino de construir el poder de los nadie, el poder para las mayorías, para la clase obrera, para lxs excluidxs, un mundo digno de llamarse humano, un mundo socialista.

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