Estados Unidos: republicanos y demócratas se pelean por redibujar los mapas electorales de Texas y California

Mientras Trump militariza ciudades enteras e impone las razzias antiinmigrantes del ICE, el personal político de Estados Unidos se pelea por el dibujo de los mapas electorales para asegurarse los Estados de Texas y California en las elecciones del año que viene.

Mientras Trump avanza con zarpazos autoritarios, el partido demócrata se contenta con romper papeles y redibujar mapas electorales. En el medio de la intentona de descenso al autoritarismo del gobierno de Trump, los «progresistas» se pelean por el dibujo de los más electorales.

La discusión sobre los mapas electorales de Texas y California, los dos Estados más populosos de EEUU, reverbera por todo el país. El puntapié inicial lo dio Trump: los republicanos avanzaron en redibujar el mapa de Texas, creando cinco nuevos distritos (con mayoría de votantes republicanos) para asegurarse nuevas bancas parlamentarias en las elecciones del año que viene.

Los republicanos mantienen una mayoría mínima sobre la Cámara de Representantes del Congreso, podrían perderla el año que viene y eso puede frustrar parte de la impunidad absoluta del trumpismo.  Es un límite muy concreto para el proyecto político trumpista a la hora de establecer contrarreformas duraderas, enmarcado en un contexto de constantes traspiés. Amenazada la capacidad del oficialismo para imponerse, los republicanos buscan obtener una ventaja en las futuras elecciones legislativas del 2026 con un viejo y harto conocido método de la política yanqui: el gerrymandering.

Gerrymandering se llama al proceso de redibujar los mapas electorales de los distritos para alterar las proporciones de votantes y representantes y, así, poder crear artificialmente una mayoría sobre un determinado territorio[1]. Esta maniobra fue utilizada históricamente tanto por demócratas como republicanos.

Es exactamente esto lo que está pasando en el caso texano. A comienzos de julio, el gobernador de Texas Gregory Abbott, convoca a una sesión especial de la legislatura texana, en cuyo temario se incluye la redistritación electoral. Un poco extraño, si bien no inconstitucional, considerando que las redistritaciones se realizan cada diez años. Aprovechando el tamaño de Texas y su mayoría en la legislatura, Abbott aspira a beneficiar con hasta 5 bancas federales al oficialismo redibujando los límites de zonas en las que son mayoría.

Ante esta maniobra, los demócratas respondieron con la propia: un “walkout”. Esto consiste en retirarse de la legislatura y, esencialmente, huir del estado de Texas para negarle el quorum de ⅔ necesarios para realizar la sesión, efectivamente trabando el cambio asegurado de los mapas electorales. La táctica en sí no es el problema, sino lo siguiente: no hubo ningún llamado a la acción por parte de la oposición. Simplemente se limitaron a, de nuevo, huir del estado para cuidar sus bancas en las futuras elecciones. Esto les costó caro.

El 15 de agosto, la sesión en la cual se discutiría la redistritación texana es clausurada “sine die”. En los días siguientes los representantes demócratas vuelven al estado y al recinto, donde Abbott los sorprende no solo con la convocatoria a una segunda sesión con el mismo temario, sino también con los “permission slips”, formularios que los demócratas debían firmar para poder salir del recinto por los cuales aceptaban que un policía estatal (jerárquicamente bajo el comando de Abbott) los acompañase en todo momento para evitar su fuga.

En otras palabras, el gobernador les impuso vigilancia controlada por el gobierno a todos los legisladores de la oposición para asegurarse con medios coercitivos una votación que sabía que iba a ganar. Una vez más, no hubo llamado a movilizar, solo una muy formal impugnación al cambio en los mapas electorales.

No se trata del único caso de autoritarismo trumpista. Este año hay dos ejemplos gravísimos, ambos todavía en marcha: la invocación de la “Alien Enemies Act”[2] y la intervención federal sobre la policía municipal.

Como parte de su campaña xenófoba y la cacería inhumana de Trump sobre la población migrante en EEUU, Trump quiere hacer uso de una vieja ley, la “Alien Enemies Act”… ¡de 1798! Esta ley le permite detener y deportar a diestra y siniestra y sin debido proceso a inmigrantes, aduciendo una “invasión extranjera”.

Al mismo tiempo, Trump decretó la intervención federal sobre Washington D.C., justificándola por una “ola de crímenes”, aunque la ciudad esté pasando por el punto más bajo de criminalidad en los últimos treinta años. Si bien se está muy lejos del estado de sitio, el hecho de que se permita intervención del ejército en tareas de la policía civil sienta un gravísimo precedente. Hay que recordar la respuesta a la semi rebelión popular en Los Ángeles como respuesta a las deportaciones, con el aditamento de que Trump amenaza con intervenir otras ciudades del país gobernadas por la oposición, como Chicago, Oakland e incluso Nueva York.

A nivel nacional, la respuesta de los demócratas fue jugar al “espejito rebotín”: Gavin Newsom, actual gobernador de California, lleva a plebiscito su plan de redistritación para compensar por las 5 bancas en juego. Con esto busca revestir su propio gerrymandering de un halo de legitimidad. Lo que parece escapársele al gobernador es que esto puede terminar avalando la misma jugada antidemocrática por parte de Abbott, y otras futuras por parte del oficialismo.

Entonces, tenemos otra maniobra por arriba para responder a tácticas burocráticas, esta vez bancadas por el aparato represivo del Estado. Lo más grave de esto es, nuevamente, la falta de convocatoria a una acción directa, aún teniendo la capacidad para movilizar. No solo por las marchas en Los Ángeles contra la política migratoria contra Trump, sino por la reacción ante la intervención del gobierno nacional sobre los municipios que se mencionó antes en la nota.

El descarado fraude texano generó una respuesta bien concreta y en la calle: 200 actos realizados en 34 estados, con presencia de sindicatos y, en la capital de Texas, Austin, 5 mil manifestantes (puede parecer poco, pero es relevante para la ciudad capital de un estado muy conservador). De hecho, el acto en Austin se realizó inmediatamente antes de la segunda sesión en la legislatura de Texas.

Estas manifestaciones, como la semi rebelión inmigrante en Los Angeles y las marchas de «No Kings», ponen en evidencia que hay capacidad de convocatoria y un sector no despreciable de la sociedad con ganas de marchar en contra de lo que perciben como un “robo electoral”.


[1] “Gerrymander” viene del apellido de Elbridge Gerry, a quien se la atribuye el uso de esta táctica para redibujar el mapa de Massachusetts en forma de una salamandra (“salamander”). Comiquísmo.

[2] Ley del Enemigo Extranjero

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