«10 años de formación. 68 horas por semana. $797.000 por mes. $2.900 por hora» rezaba una pancarta presente en una de las últimas medidas de fuerza convocadas por los trabajadores del Hospital Garrahan. Hay momentos en que una decena de palabras resume el sentir de cientos de miles o millones de personas. La imagen recorrió las redes y medios de todo el país mientras la lucha del emblemático hospital pediátrico se convertía en una lucha nacional, apoyada y legitimada por millones de trabajadores de toda la Argentina.
Los trabajadores del Hospital Garrahan están cobrando el equivalente a dos alfajores por cada hora de su jornada. Casi faltan las palabras para describir el nivel de degradación que el gobierno de Milei está imponiendo sobre la salud pública, sobre todo teniendo en cuenta que hablamos del Hospital Pediátrico más importante del país.
En el último año y medio (lo que lleva Milei en el gobierno), el Hospital Garrahan recibió más de 600.000 consultas de pacientes que llegan día a día desde todos los rincones del país. El 40% de las mismas (unas 240.000) fueron de pacientes oncológicos. En el mismo período, el Hospital perdió más de 200 profesionales contando médicos de planta, residentes y otros.
Es una tendencia creciente durante los últimos años y que aceleró explosivamente con la gestión Milei. Los trabajadores de la salud migran desde los centros de salud públicos hacia puestos en el sector privado o consultorios particulares. Como si no alcanzara con la insoportable sobrecarga de trabajo y las pésimas condiciones laborales que impone del desfinanciamiento constante, la absoluta destrucción de los salarios empuja a los profesionales a dejar sus puestos de trabajo.
Hoy en día, una hora de guardia pediátrica en el Garrahan está llegando a los $6.000, mientras que en el sector privado una hora del mismo trabajo se paga $27.000, casi 5 veces más.
Operación vaciamiento
Hace no mucho el gobierno había festejado públicamente los avances en el vaciamiento del Garrahan. «El Hospital llegó al equilibrio fiscal» decía el mileísmo en un comunicado, como si la salud pública fuera un mero ejercicio de contabilidad.
Mario Lugones, el ministro de Salud de Milei, se vanagloriaba por haber equilibrado el déficit de 31.000 millones de pesos que tenía el Hospital. Se atrevió a despreciar públicamente a los 4.300 trabajadores que sostienen el funcionamiento del Hospital todos los días, sosteniendo que lo único importante en la agenda era liquidar el «excesivo» gasto. Para eso se dedicó a recortar el presupuesto interno del Hospital y a reemplazar prestaciones públicas por atención a privados en los consultorios y dependencias del Hospital.
No hicieron falta más que un par de semanas para ilustrar el cinismo de la gestión mileísta sobre el Garrahan. El desguace sistemático quedó expuesto por lo insostenible de las condiciones de trabajo. Es imposible sostener un hospital que atiende 600.000 consultas anuales con trabajadores que trabajan 70 horas semanales y cobran por debajo de la línea de pobreza. Encuestas realizadas por la Asamblea de Residentes y Concurrentes muestran, por ejemplo, que la mayoría de los residentes de la Capital gasta más del 50% de su salario en alquiler.
Y los anuncios de los últimos días no cambian la esencia de la cuestión. El gobierno anunció un aumento unilateral (sin paritaria) de 500.000 no remunerativos para los residentes. Aumento que no alcanzaría siquiera para sacar a los residentes de la pobreza, pero que tampoco fue efectivizado y no llega más que a una pequeña porción de la planta de trabajadores del Garrahan. Además de residentes hay que contar a cientos de médicos de planta y unos 200 becarios, incluyendo técnicos en distintas áreas que trabajan una jornada de 8 horas diarias con 8 guardias mensuales y además realizan tareas de investigación.
Las provocaciones y amenazas del gobierno
Los residentes venían de casi un mes de paro por tiempo indeterminado. Durante la cuarta semana de medida de fuerza, el anuncio de aumento unilateral (e insuficiente) fue seguido de amenazas de despidos masivos en el Garrahan. El gobierno dijo públicamente que si se efectuaba un nuevo paro sería considerado ilegal y todos los adherentes serían despedidos, tras decretar una conciliación obligatoria a través de la Secretaría de Trabajo. Un nuevo capítulo, a escala Garrahan, del ataque constante de Milei contra el derecho a huelga. La amenaza, además, implicaba destruir la carrera entera de cientos de residentes, dando así un paso más, atroz y brutal, en el desguace de la salud en Argentina.
Fue entonces que el reclamo llegó al debate político nacional, y el gobierno respondió con mentiras y provocaciones. “El Garrahan tiene 953 empleados administrativos y solo 478 médicos de planta. Lo insólito: el presupuesto destinado a sueldos administrativos supera al que se destina a todo el cuerpo médico” dijo en redes sociales la viceministra de Salud, Cecilia Loccisano. El absurdo es evidente: son los propios médicos los que están denunciando la nefasta política de vaciamiento de este gobierno.
Manipulan las cifras para engañar incautos y justificar que quieren dejar sin atención a miles de niños porque su única prioridad es el lucro de los ricos. El Hospital Garrahan tiene alrededor de 5 mil trabajadores de todo tipo. La mayoría realiza algún tipo de atención médica, entre enfermeros, residentes, etc. Lo que la caradura y provocadora de Loccisano está ocultando es que solamente está contando como «médicos» a los que se encuentran en esa categoría técnica, no a todos los que realizan algún tipo de atención médica. Ni siquiera cuentan en sus cifras, por ejemplo, técnicos o enfermeros.
El provocador de Adorni dijo, por su parte, que el motivo de la protesta es en realidad contra la implementación de «control biotécnico». Tiene presupuesto para instalar maquinaria de control de los movimientos del personal, pero no para aumentar los salarios de miseria. Mientras los trabajadores, los que conocen realmente el hospital, denuncian vaciamiento, ellos quieren instalar la narrativa de que el problema es que los profesionales de un hospital de alta complejidad no trabajan lo suficiente.
Cuando fueron los días de las primeras amenazas y la conciliación obligatoria, al principio la línea de la dirección de ATE fue acatarla, orientación que corrigieron después. Los residentes también levantaron un paro convocado antes frente a las amenazas. Pero a la semana siguiente las medidas de lucha se seguían sucediendo.
La fibra sensible que tocó Milei y amenaza con despertar una lucha nacional
Pero la tranquilidad le duró poco al gobierno. Pocos días después un encuentro de organizaciones sindicales del sector puso fecha para nuevas medidas de fuerza. Este martes comenzó un nuevo paro de los trabajadores del Garrahan, convocado por ATE, la Asociación de Profesionales y Técnicos (APyT) y otros gremios. El mismo está teniendo réplicas en otras provincias como Neuquén, donde los gremios mandataron un paro durante 72 horas, desde el martes al jueves de esta semana. Los gremios exigen un aumento del salario mínimo a $1.800.000 sobre los 4.300 trabajadores del Hospital para recomponer la pérdida salarial que fue de alrededor del 50% en los últimos años.
Los trabajadores realizaron una movilización el miércoles 11/6 a las 11 horas. Esta concentración precedió a la posterior convocada por los trabajadores de Garrahan, que pasarán por la Secretaria de Trabajo de Callao hacia el mediodía y movilizarán hacia la Plaza de Mayo a las 16 horas. La Asamblea de Residentes y Concurrentes, un organismo que surgió desde abajo, ya tuvo un gran protagonismo en la masiva lucha de los residentes del 2022.
En esa oportunidad, los residentes demostraron ser un sector que tiene por delante un enorme futuro de lucha. Los miles de jóvenes que llegan de las universidades para trabajar en la salud pública no están dispuestos a quedarse de brazos cruzados mientras Milei destruye salarios y vacía hospitales. Es una oportunidad para que el enorme apoyo que vienen cosechando los trabajadores se expresa frente a las narices de Milei.
El paro de 48hs. termina el jueves 12 a las 7 a.m. El miércoles 11, los trabajadores se movilizaron a Callao y realizaron un festival. La fuerza de las medidas de lucha es tal que la presidenta del Consejo de Administración, partícipe directa del ajuste y las provocaciones, se vio obligada a renunciar.
Pero el gobierno quiere redoblar la ofensiva y respondió con más provocaciones. No quieren dar el brazo a torcer, quieren destruir la salud pública. Antes del final del paro, lanzaron un comunicado provocador, diciendo que pondrían fin a la conciliación obligatoria, lo que les libera las manos para tomar represalias. También anunciaron despidos masivos en el Hospital Posadas. Pero los trabajadores siguen en pie de lucha, y su respuesta a las provocaciones fue la convocatoria a una asamblea para decidir como siguen. Su causa ha despertado simpatías masivas. El Hospital Garrahan puede convertirse en una causa nacional, un símbolo de lo que está en juego en la lucha contra el ajuste de Milei.




