El proyecto prevé dar por terminada la moratoria que tiene como objetivo la posibilidad de acceder a una jubilación a millones de personas al que no se le realizaron aportes previsionales por trabajar en condiciones informales. De este universo, la gran mayoría (75% según datos de CEPA) son mujeres a las que no se les reconoció sus años de trabajo, en general por tratarse de tareas de cuidado, que la sociedad capitalista patriarcal no les reconoce como trabajo.
La «alternativa» que propone el gobierno es hundir aun más en la miseria a los jubilados. Para todo este universo de personas que no cumplen con los 30 años de aportes requeridos para acceder a una jubilación, la propuesta oficialista es que ingresen al sistema PUAM, Prestación Universal para el Adulto Mayor, una programa de asistencia aun más miserable que la jubilación mínima. Para ser más exactos, un 20% menor, lo que significa a números de mayo de este año apenas unos $152.000.
Para empeorar aun más las cosas, el cambio no se trata solamente del monto (absolutamente por debajo ya no de la línea de pobreza sino de una canasta de bienes básicos muy limitada) sino también de una suba de hecho de la edad jubilatoria para las mujeres, ya que la PUAM es accesible a partir de los 65 años, es decir cinco años más que la jubilación para las mujeres.
Esto sencillamente significa que, si al momento de cumplir 60 años una persona no cuenta con 30 años de aportes (y este es el caso de millones de mujeres en Argentina), deberá seguir en actividad hasta cumplir los 65 para poder acceder a una jubilación de total y absoluta miseria. Es una estafa escandalosa hacia los jubilados y las trabajadoras.
Estas reformas van en línea con el plan económico de Milei, que hace gala de un supuesto «superavit financiero» que en un 40% por lo menos se explica por la licuación brutal que sufrieron las jubilaciones en los primeros cuatro meses de gestión. Milei ahora va por más y quiere reducir drásticamente el universo de jubilados en el sistema previsional. Como hemos dicho siempre, la obsesión liberal por el superávit tiene como contracara el desastre social, la pobreza y la miseria generalizada.
Todo este brutal ajuste se hace en nombre de «ordenar las cuentas del Estado». Para los gobiernos capitalistas y más aun para los liberales, siempre lo que hay que «ordenar» son las jubilaciones y los salarios, nunca las multimillonarias exenciones impositivas a grandes empresas, la evasión, o la estafa de la deuda externa.





Cumpli 60 que tristeza saber que hoy no rengo derecho a nada Dios quiera que no me enferme porque hoy gracias a estos gobiernos que puedo esperar nada corruptos es poco
[…] mayoría de las mujeres perciben jubilaciones a través de moratorias -sí, esas mismas que Milei quería dejar sin efecto con la Ley Bases. Todo esto lleva a entender con mayor claridad la necesidad de armar redes femeninas de contención […]