
Además, el impacto del rechazo fue tal que en sus declaraciones al medio CarbonoNews, dejó entrever que la “alianza estratégica para la elaboración de productos sustentables” con la compañía Bioceres -anunciada el pasado domingo 9 de mayo- estaría en stand-by.
Te recordamos que la posibilidad de comercializar y cultivar esta variante fue aprobada en octubre del año pasado por el gobierno nacional a través de la resolución 41/2020. Argentina sería así el primer y único país en avanzar con esta normativa y se vendió como una hazaña en pos de la soberanía nacional y productiva este logro de la «ciencia empresaria» al servicio del agronegocio.
Pese a estar autorizado, el comienzo de la siembra de esta variante de trigo transgénico se posterga a la espera de una autorización semejante en Brasil, que es uno de los principales mercados para el trigo de la Argentina. Se espera que cerca de junio de este año la Comisión Nacional de Biotecnología Agrícola (CNTBio) del vecino país encare la revisión del tema.
¿Por qué se generó polémica y el rechazo a este anuncio?
El biólogo e investigador del CONICET, Guillermo Folguera, uno de los impulsores del rechazo al anuncio de los alfajores a base de trigo transgénico explicaba que: «es un trigo hecho a partir de la colaboración de un laboratorio de Conicet, la Universidad Nacional del Litoral con la empresa Bioceres y es un trigo que tiene dos características genéticas: la resistencia a la sequía y al estrés hídrico y la otra es la resistencia a un herbicida muy tóxico que se usa actualmente que es el glufosinato de amonio»
En concreto, el glufosinato de amonio es un herbicida que se requiere para el cultivo del HB4 y tiene como característica que es 15 veces más tóxico que el glifosato. El glufosinato es un producto prohibido por la Unión Europea desde 2013. Según estudios sobre la genotoxicidad generada por glufosinato y su forma comercial Libertyo, a bajas dosis se detectan micronúcleos y anormalidades nucleares. La genotoxicidad presume riesgos reproductivos y generación de enfermedades oncológicas en las personas expuestas a este herbicida.
Lo que se anunció como una alianza en pos de encarar los «los desafíos futuros de la industria alimentaria y la demanda cada vez más exigente por parte de los consumidores» donde «las dos empresas entendieron que es necesario delinear acciones concretas para generar alimentos de alta calidad mediante prácticas productivas amigables
con el ambiente y regenerativas del agroecosistema” no es más que la celebración de un acuerdo dos empresas de capitales nacionales para entrar a competir en el tan nefasto mundo de la producción de alimentos bajo el modelo del agronegocio.
Los agrotóxicos son los venenos que acompañan la expansión de los cultivos de trigo con los que se produciría la harina para los alfajores que se pretenden comercializar. Lamentablemente, parte importante de los alimentos que consumimos según un informe del 2020 de la organización Naturaleza de Derechos detectó que en 48 tipos de productos analizados -frutas, hortalizas, verduras, cereales y oleaginosas- entre 2017 y 2019 en todo el país, había 80 principios activos (agroquímicos). En el 31% de los casos, los agrotóxicos superan los límites legales establecidos por SENASA.
El éxito de la campaña #ChauHavanna es la muestra de la fuerza que siguen tomando la agenda socioambiental y, el rechazo al modelo de producción de alimentos basado en el agronegocio. Con el ejemplo detrás de un simple alfajor se demuestra lo que hay detrás, lo nocivo que es el modelo capitalista y su lógica productiva en general, cuando de convertir necesidades humanas en mercancías para generar ganancias se trata.



