El método sistemático de las infiltraciones policiales en movimientos sociales y organizaciones de izquierda por parte del Estado capitalista es una cosa común a todas sus formas de gobierno, tanto dictaduras como democracias. Es necesario no ser ingenuos y conocer esta realidad: casi no hay países en los que no haya salido a la luz algún caso.
Pero, como señala el final de este artículo, hay que saber que la represión tiene objetivos diferentes según el régimen y el momento político. Bajo dictaduras, el objetivo de los infiltrados policiales suele ser la lisa y llana aniquilación. Bajo democracias burguesas, más comúnmente buscan la desorganización y la desmoralización, la desconfianza entre compañeros, además de recabar información para asegurarse el control de las cosas. También es común el método de la provocación: desatar la violencia «desde adentro» para justificar la represión. No publicamos este artículo para asustar a nadie sino para advertir sobre esta realidad.
Cinco casos de infiltraciones policiales en el partido italiano de izquierda Potere al Popolo (Poder al Pueblo), fueron descubiertos en el último mes. Los casos se dieron en Nápoles, Milán, Roma y Bolonia. Casos similares ocurrieron recientemente en el Estado Español. La baja edad de los agentes, en el caso italiano, y su infiltración vía la organización juvenil de ese partido, nos remite al caso del agente de inteligencia descubierto operando en la Universidad Nacional de las Artes (UNA) en CABA, que ha sido denunciado en la justicia por nuestro partido.
Las infiltraciones en Italia
Potere al Popolo es un partido de izquierda con legalidad nacional que participa en las elecciones italianas. Tiene una organización juvenil denominada Cambiare Rotta (Cambiar de Rumbo). A través de esta organización es que los agentes hicieron su vinculación.
El primer caso que saltó fue en Nápoles. Durante 10 meses, un policía de tan solo 21 años se infiltró en este grupo, participando incluso en sus eventos nacionales. Se decía proveniente de otra región del país -cuestión que, como ya veremos, también ocurrió en los casos españoles-, por eso su supuesto desarraigo. Sin embargo, en retrospectiva, llamaba la atención que sus redes sociales estaban casi vacías, que no se juntaba con el resto de sus compañeros en actividades sociales. Pero las sospechas empezaron luego de una actividad por el 1ro de mayo, cuando fue visto por un militante en un restaurant en una escena que le llamó la atención: un chico recién llegado a la ciudad reunido con gente de traje y corbata, en un encuentro que, estiman, habrá durado 15 minutos. Luego de eso, bastó que googlearan su nombre para descubrir que era un agente graduado de la 223° promoción de cadete de la Policía del Estado.
Ese hecho, descubierto hace un mes, derivó en un pedido de explicaciones al gobierno de Giorgia Meloni, por distintos espacios legislativos y una presentación en el parlamento europeo por parte del bloque de centro-izquierda, The Left. Luego de semanas de silencio, el día jueves 3/7, a través del subsecretario del Ministerio del Interior, Emanuele Prisco, el gobierno negó que hayan sido infiltraciones, aduciendo que se trataron de «actividades ordinarias de las fuerzas policiales, que siempre se han llevado a cabo en el pasado, porque están previstas por la ley para la protección de los intereses primarios de la comunidad», buscando una cobertura legal, cuestión que en nada altera la gravedad del hecho.
Semanas después del caso en Nápoles, se destapó la presencia de otros dos policías en la misma organización juvenil, pero esta vez en Milán. Uno de los dos se acercó a la organización juvenil Cambiare Rotta -CR- en la universidad estatal de Milán en octubre; el otro también se sumó a CR en la Universidad Bicocca, otra universidad pública de esa ciudad. A este último sujeto sus compañeros lo describen como “más tímido”, esquivo a sacarse fotos y salir en videos, con la excusa de que sus padres no sabían que militaba. Si bien estos dos sujetos decían no conocerse previamente, con la excusa de que empatizan por ser ambos migrantes internos, socializaban entre ellos en las actividades. Una vez conocido el caso de Nápoles, por las actitudes similares y conductas sospechosas, la organización investigó y descubrieron que se trataba de policías de la misma promoción que el que actuaba en Nápoles. Al igual que este, participaban en todas las actividades, pero fuera de estas no participaban en momentos de sociabilidad.
Según datos del Ministerio de Universidad e Investigación, en el 2022/2023 más de 400 mil estudiantes migraron a otras regiones del país para estudiar. Esto representaba el 24% de la matrícula de ese año. Por lo que el desarraigo de estos supuestos estudiantes no resultaba nada extraño.

El policía de Bolonia, como el resto, también tiene 21 años, nació en 2004. Al igual que los otros casos, también participaba en todas las actividades desde las locales hasta las nacionales, estuvo en una movilización en Roma en noviembre por Palestina, pero luego de eso tampoco socializaba con el resto del grupo. El 27 de mayo, el día que se publicó en la prensa el caso de Nápoles, el grupo había organizado una movilización contra la presencia de Giorgia Meloni en la ciudad. En un momento de la manifestación, denuncian por megáfono el caso de Nápoles. Luego de esa actividad le pierden completamente el rastro a este sujeto. Tras la investigación, al revelarse su verdadera identidad, se entiende el por qué de su desaparición.
El agente descubierto en Roma, sin embargo fracasó en su intento de infiltración. Declara una militante de la agrupación que este sujeto que intentaba sumarse al grupo decía ser estudiante de la universidad pero nunca antes lo habían visto. Dio vueltas unas semanas alrededor del grupo pero, ante su actitud cerrada, se retiró. Luego se supo que era policía.
La revelación de estos hechos fue realizada por el medio independiente FanPage.it que a través de una investigación meticulosa, con revisión de fotografías y videos, permitió identificarlos y conocer sus verdaderas identidades. Todos eran parte de la misma promoción de la policía del Estado, que tras un periodo de prueba en comisarías de distintas regiones, en diciembre de 2024, fueron trasladados a la Dirección Central de la Policía de Prevención -antiterrorista-. Desde el mismo medio, denuncian que el director y algunos periodistas fueron objeto de espionaje mediante el software espía Paragon, de origen israelí.
Los casos en el Estado Español
A principios de este año se estrenó un documental llamado Infiltrats -Infiltrados (se lo puede ver acá), en catalán, en el que se relatan los casos de 4 policías que cayeron en los movimientos sociales de Cataluña en plena pandemia. Luego de la presentación del documental y en parte gracias a exponer el modus operandi y los rasgos en común de estos casos, se han destapado 8 infiltraciones más en otras ciudades del Estado Español.

A modo de ilustración, veamos el primer caso destapado. En junio de 2020, una persona que se hacía llamar Marc y que rondaba los 30 años apareció en el activismo catalán. Participando en una asamblea en el Barrio Gótico de Barcelona, se vincula a un movimiento por el derecho a la vivienda. Al poco tiempo se inscribe en la facultad de Educación de la Universidad de Barcelona. Cinco meses antes había creado unos perfiles en Twitter e Instagram con su nombre ficticio: Marc Hernández Pons. Decía ser oriundo de Palma de Mallorca, a donde supuestamente regresó durante el verano a trabajar y visitar a sus padres.
Sus allegados lo describen como una persona sensible, alegre y carismática. Su departamento se vuelve un punto de reunión política y social. Nueve meses después de su aparición en los movimientos sociales de Barcelona, entra a militar en el Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes, organización estudiantil de la izquierda independentista. Se fue abriendo camino en las organizaciones en las que participaba, en base a su carisma y su predisposición militante.
A comienzos de 2022, le comenta a sus compañeros del Sindicato de Estudiantes su intención de ingresar a Endavant (Adelante) – un partido de izquierda independentista de Cataluña. Ellos lo desalientan, porque ya milita en demasiados espacios.
Las sospechas comienzan justamente en un viaje de militancia a Palma de Mallorca. Ofrece un departamento, supuestamente de un familiar, para que se hospeden varios compañeros. A un estudiante nativo, el acento de Marc no le suena a oriundo de la zona y lo expone. Él sale del apriete con excusas. Esa fue una entre muchas incongruencias y lagunas que no les cerraban a sus compañeros, que empezaron a sospechar y atar cabos. Atrapado en su círculo de mentiras y contradicciones, desaparece alegando que se vuelve a su ciudad.
Una investigación de un medio independiente Catalán –La directa, productora del citado documental- terminó con las dudas: era agente del Cuerpo Nacional de Policía española, nacido en Menorca, y el departamento en el que alojó a sus compañeros en Palma era un alojamiento turístico ofrecido en la plataforma Booking.
En total son 12 los policías infiltrados que han sido descubiertos en movimientos sociales de Cataluña y otras regiones del Estado Español desde 2022. Como características comunes, contaban con DNI falso, con el que podían hacer todo tipo de trámites legales y administrativos, como la inscripción universitaria, abrir cuentas bancarias, etc. A diferencia de los recientes casos en Italia, éstos sí se involucran socialmente (puede deberse a la diferencia de edades en cada caso y la falta de experiencia en los casos italianos). Tienen en común con el caso italiano decirse proveniente de otras zonas del país; usar la excusa de un familiar enfermo para justificar ausencias durante algún periodo; el escaso conocimiento que su entorno tenía sobre sus trabajos o medios de vida; redes sociales nuevas o con poca actividad. En la mayoría de los casos, por la supuesta proveniencia de otras regiones, no se les conocían vínculos ni familiares ni de amistad, más allá de los que habían hecho en el grupo de militancia. La excepción es una policía infiltrada en Girona, que estableció una relación de pareja con un activista y le presentó a su madre real que, consciente de todo, colaboraba en la ficción policial.
Cabe aclarar que estos comportamientos no necesariamente son características exclusivas de un infiltrado. Hay personas poco sociables, que no les guste salir en fotos, muy reservadas. O, en otros casos, que pongan excusas y se alejen por no querer comprometerse demasiado. Se trata acá, simplemente, de destacar los puntos en común que tienen los casos conocidos.
En una entrevista realizada a un psiquiatra de una fundación que atiende a “personas víctimas de violencia política, vulneraciones graves de Derechos Humanos, malos tratos y/o tortura” (Centro Sira), que ha tenido contacto con varias personas damnificadas por estos infiltrados, este dice lo siguiente:
“…los infiltrados utilizan tácticas de manipulación psicológica. Por ejemplo, mimetizarse con la manera de vestir y la estética de la víctima, pero también con las experiencias traumáticas. Es decir, si alguien explica que de pequeña tuvo una enfermedad muy grave, el infiltrado dice que él también. Así crean empatía. También nos refieren que muestran una actitud de mucha preocupación por la gente de su entorno, dan apoyo emocional; es decir, mantienen una cierta actitud paternal que va creando sensación de intimidad. A partir de ahí, se relacionan desde una afectividad que desborda a cualquier persona. Las personas afectadas nos transmiten que, desde el primer día, el funcionario infiltrado transmite enamoramiento, envía mensajes en todo momento. En definitiva, mantiene una actitud abrumadora”. (“Les entrevistes mostren que els infiltrats utilitzen tàctiques de manipulació psicològica”. (2025, Enero)
Establecer relaciones sexo-afectivas con militantes de los distintos grupos también es parte del modus operandi. Llevado al extremo, se dieron casos como el del escándalo SpyCops del Reino Unido -donde hace más de una década se destaparon decenas de infiltraciones policiales- en que llegaron a tener hijos con activistas que desconocían que sus parejas eran en realidad policías. En los casos del Estado Español, usaban a las mujeres y varones de las distintas organizaciones para poder entrar o tener mayor cobertura. En algunos casos, denuncian las víctimas que estos sujetos usaban aplicaciones como OkCupid, que filtran por afinidad ideológica, religiosa, etc, para acercarse al objetivo.

La ruptura de estas relaciones suele ser de un día para el otro, muy dolorosa y que deja al otro culpabilizándose. En estos casos que se analizaron, algunos agentes desaparecieron sin explicación (ghosting), mientras que otros directamente rompían la relación culpabilizando a la víctima. El daño psicológico que generan es muy grande. Varias damnificadas denuncian que fueron relaciones no consentidas, ya que obviamente nunca se habrían acercado a ellos si hubieran sabido quiénes eran en realidad.
Relatan los implicados que descubrir la verdadera identidad de estos sujetos no les fue tarea sencilla. En algunos casos, existiendo el DNI falso, pidieron la partida de nacimiento en el registro civil de la ciudad donde supuestamente habían nacido… y no existía. En otro caso, dejaron la geolocalización del celular activa y vinculada a una cuenta de redes del movimiento al que pertenecían. Un viaje de Barcelona a Madrid, cuando decían estar en otro lado, agravó las sospechas. El error más contundente lo cometió uno de los infiltrados que le dio un pendrive a un militante, creyendo haber borrado su contenido, pero no lo hizo completamente: tenía varias fotos de su graduación en la escuela de policías.
Incluso, aunque no utilicen identidades falsas, tampoco es nada sencillo destaparlos. En Argentina, en 2014, se conoció el caso de Americo Balbuena, policía de la federal infiltrado en la agencia de noticias Walsh, que utilizaba su DNI y nombre real. Aún teniendo sospechas, lagunas y “cosas que no cerraban”, no se supo que era policía hasta que alguien de adentro por alguna razón lo expuso.
Breves reflexiones sobre el tema
“…no hay fuerza en el mundo capaz de contener la marea revolucionaria cuando ésta asciende, y que todas las policías, no importa su maquiavelismo, su ciencia y sus crímenes, son casi del todo impotentes.”
“La represión no se vale en definitiva más que del miedo… Valiéndose de la intimidación, los reaccionarios se olvidan que causaron más indignación, más odios, más sed de martirio que temor verdadero. No intimidan sino a los débiles: exasperan a los mejores y templan la resolución de los más fuertes.”
(Victor Serge, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión)
1- Como a todo, al tema de las infiltraciones hay que darle su justa dimensión. Además del objetivo obvio de recabar información, identificar y demás, la infiltración también tiene otro propósito, más perjudicial: generar paranoia, desmoralización, sentimiento de persecución y en un sentido, disuadir de comprometerse. En ese sentido, el mejor antídoto es conocer esta realidad, ser conscientes de ella y tratar de despojarse de toda ingenuidad.
2- Los casos de infiltraciones que repasamos en esta nota se produjeron en distinto tipo de organizaciones y movimientos: el independentismo catalán, coordinadoras por Palestina, movimientos ecologistas como XR (Extinción o Rebelión) y Fridays For Future en Madrid, el partido de izquierda italiano que vimos al principio, entre otras. La «peligrosidad» que ve el Estado en estas organizaciones militantes está ligada a las acciones directas y al cuestionamiento -en algunos casos parcial- a la destrucción capitalista del planeta. Estos movimientos, de la mano de la clase obrera, en un marco de ascenso en regla de la lucha de clases pueden crear situaciones revolucionarias.
3- Una verdad de Perogrullo: la represión estatal hay que contextualizarla teniendo en cuenta el régimen de que se trate, si hay ascenso en la luchas de clases, si hay retroceso o si hay derrota. Son todas situaciones distintas. Desde ya, no es lo mismo la represión en dictadura que en la democracia burguesa; con gobiernos de extrema derecha que con gobiernos que tienen que dar concesiones al movimiento de masas. En democracia burguesa, en términos genéricos, las provocaciones buscan desorganizar, desmoralizar, sembrar desconfianza, un clima hostil; recabar información para -eventualmente- armar causas judiciales; etc.
4- En movilizaciones masivas, que terminan en enfrentamientos, se suelen ver infiltrados enviados por la policía a provocar disturbios para justificar la represión o precipitarla, para evitar que se siga juntando gente. Una lógica similar se aplica con las infiltraciones en determinadas organizaciones.
5- Que estos casos salgan a la luz es otro síntoma de la crisis que vive el capitalismo y de la nueva etapa de la lucha de clases que se abrió: una etapa de crisis, guerras, reacción, barbarie y revoluciones. También del recomienzo de la experiencia de los explotados y oprimidos, del movimiento por la sindicalización en EEUU, de la nueva clase trabajadora, de las mujeres y las diversidades, del movimiento estudiantil.




