El BCRA reducirá el plazo de pago de importaciones de alimentos, bebidas y productos de limpieza, cuidado e higiene personal. Se pasará de un esquema de pago en 4 cuotas a los 30, 60, 90 y 120 días a un plazo de pago en una sola cuota a los 30 días.
Esto último es indudable. Pero quien maneja el inflador es justamente el gobierno de Javier Milei. El paquete de ajuste del gobierno (devaluación y desregulación de la economía) ya generó una inflación acumulada superior al 70% en sólo 3 meses de gestión.
Las consecuencias para la población trabajadora son nefastas. La Canasta Básica ya supera los $600.000 para una familia tipo y los precios siguen subiendo.
La flexibilización de importaciones, por otro lado, no beneficiará a los sectores empobrecidos. Por el contrario, tendrá un efecto pernicioso sobre la ya fría actividad económica. Sucede que la actividad cayó un 18% en la primera parte del año y la entrada indiscriminada de productos extranjeros golpeará en el mismo sentido. El bajo nivel de desarrollo relativo en la industria local hace que los productos locales sean menos competitivos que los importados (sobre todo cuando se elimina toda protección).
Así, el efecto inmediato y a mediano plazo será la destrucción del entramado productivo local en los rubros alimenticios y de medicamentos. Obviamente que los grandes pulpos oligopólicos (léase Arcor, Molinos y tantos otros) no perderán. Pero sí perderán sus trabajadores cuando estas empresas y otras de menor envergadura intenten deducir pérdidas a través de suspensiones y despidos.
En concreto, se trata de una medida típicamente recesiva, como casi todas las medidas macro anunciadas por el gobierno de Milei y Caputo. Es la receta neoliberal clásica: bajar la inflación destruyendo puestos de trabajo, poder adquisitivo y actividad productiva.




