El terremoto político de alcance internacional de Zohran Mamdani en Nueva York

El triunfo de un autoproclamado "socialista", de origen indio y musulmán en las elecciones para alcalde de Nueva York es un terremoto político de alcances por ahora incalculables.

Este artículo es una versión desarrollada y actualizada de Zohran Mamdani: cómo un «socialista» ganó la candidatura demócrata para alcalde de Nueva York

La noticia impacta al mundo con justa razón. Hay pocas elecciones municipales que puedan tener un alcance global. Una cosa así es por su propia naturaleza algo excepcional. Esa excepcionalidad se acaba de dar en la Ciudad de Nueva York. El resultado electoral en la Gran Manzana se ha convertido en motivo de debate internacional porque tiene impacto en todas las disputas abiertas en el mundo.

La noticia deja en ridículo a quienes vienen anunciando el fin de toda esperanza en el mundo de Trump. Ahora, sin tomar nota de su insistencia en no tener nunca la razón, probablemente apoyarán acríticamente al protagonista del terremoto político de la ciudad de Nueva York.

Zohran Mamdani no derrotó solamente al candidato «independiente» Andrew Cuomo. El movimiento que lo tiene a él como candidato le asestó un duro golpe a todo el establishment político del imperialismo yanqui. 

 

Mamdani es de origen indio y nació en Uganda, es musulmán y su plataforma de campaña fue explícitamente «socialista». Todo rompe con los límites que el sistema político imperialista yanqui podía permitir. En Nueva York, acaba de salir a la luz un movimiento político subterráneo que se venía gestado en todo Estados Unidos desde hacía mucho tiempo. El único motivo por el que se podía hacer de cuenta que no existía es por el poder de ocultarlo (y aplastarlo) del establishment demócrata.

Mamdani
El acto tras el triunfo

Los interesados querían presentar los profundos cambios en la política estadounidense como un mero giro a la derecha. Así, los demócratas y sus voceros del New York Times podían culpar a las personas trans de la derrota de Kamala Harris y justificar que haya repetido desvergonzadamente los tópicos de la campaña xenófoba de Trump.

La realidad, en Estados Unidos y en el mundo, es más compleja. Lo cierto es que mientras franjas de la población giran hacia la extrema derecha, sectores de masas también empiezan a radicalizarse hacia la izquierda. El panorama electoral a nivel internacional mostraba un mapa cada vez más corrido hacia la derecha. Muchos se dejaron impresionar y le pusieron la marca de su propia desmoralización al prisma a través del cual ven a todo el mundo. Sí, el fenómeno de la extrema derecha viene siendo protagonista de la situación internacional, con Trump a la cabeza.

Y ahora, nada menos que Nueva York va a ser gobernada por un «socialista». Se abren muchas interrogantes, y la más importante es: ¿podrá y querrá Mamdani sacar los pies del plato de la institucionalidad política yanqui? No hay otra manera de que tome alguna medida de las prometidas sin apoyarse en la movilización de su base electoral. No puede cumplir ninguna de las expectativas que se han abierto de otra forma.

Mapa: New York Times

Las esperanzas que se han despertado son muchas. Mamdani es el primer alcalde de Nueva York en ganar con más de un millón de votos desde 1969. La participación electoral se ha disparado. Casi se duplicó por la masiva inscripción de nuevas generaciones para poder votar al ahora alcalde electo.

Una ciudad global en el ojo del huracán internacional

Su peso económico y cultural es tan obvio que nadie necesita una explicación.  Prácticamente no hay persona más o menos alfabetizada que no tenga una imagen mental más o menos clara de la ciudad. Nueva York es también la segunda ciudad económicamente más importante del mundo, solo por detrás de Tokio.

El concepto de «ciudad global» probablemente no tenga encarnación más perfecta en el mundo de hoy que Nueva York. Todos los progresos y las miserias de nuestra era tienen allí su lugar. La calle Wall Street es la mayor sede internacional de las finanzas, y concentra así algunas de las palancas fundamentales de la dirección de la economía internacional capitalista. Probablemente no es exagerado decir que Nueva York es la principal sede de la conducción de la economía global. Lo más concentrado de las finanzas internacionales opera en Nueva York. Fue entre las elegantes paredes de su Bolsa que se desató el crack de 1929, que marcó más de un giro en la historia universal, con el ascenso del fascismo, de la resistencia obrera internacional y el Estado de Bienestar.

Pero no es solamente Wall Street y sus millonarios. Otra imagen popularizada por un siglo de cine es la de un barco acercándose a la ciudad para encontrarse con la Estatua de la Libertad. Esa es una de las ideas más importantes del imperialismo yanqui en su siglo de esplendor. El que se acerca a Nueva York es un inmigrante, que se está por encontrar con la tierra de las oportunidades. La nueva hegemonía de la xenofobia exclusivista entre los conservadores y nacionalistas estadounidenses es uno de los más claros síntomas de la decadencia de la hegemonía de los Estados Unidos.

Nueva York no contiene solamente a buena parte de la dirección de la economía del mundo, también tiene entre sus calles y sus barrios a prácticamente todas las culturas del mundo. El 37% de su población no nació en Estados Unidos. No hay una sola etnia que pueda proclamarse como claramente mayoritaria. El 37% son «blancos», el 29% hispanos, el 14% asiáticos. Hay barrios enteros o secciones de barrios para cada nacionalidad, en la que es una ciudad también profundamente segregada.

Millones de personas que todas las nacionalidades, hablantes de decenas de idiomas, trabajan cerca de la toma de decisiones económicas que involucran a todas las nacionalidades y hablantes de cientos de idiomas. Y durante mucho tiempo, como los propios Estados Unidos, parecía un emblema de estabilidad, una fortaleza inexpugnable de los «valores» del imperialismo yanqui. Con la elección de Mamdani, el conservadurismo clásico e inamovible de la ciudad parece esfumarse; y todas las disputas políticas internacionales podrían concentrarse entre sus pocos kilómetros cuadrados.

No Kings
«No Kings» en la plaza Times Square, Nueva York. Foto: AP

A la sombra de las finanzas, hace inmensos negocios también una burguesía de menor alcance e influencia. Sin embargo, por el volumen de los negocios de la ciudad, sus representantes son aún así poderosísimos magnates. Y entre ellos están quienes representan una faceta cultural más decadente de la clase dominante de Estados Unidos. Son capitalistas que no pueden mostrar creación e innovación, que representan la influencia cultural del lujo y el despilfarro. Son los millonarios de la revista Playboy y el champagne, son parásitos de las cumbres de la sociedad capitalista con poderes inmensos sobre las vidas de otros. Donald Trump y Jeffrey Epstein son representantes clásicos de esa burguesía neoyorquina.

De un lado está el representante máximo de la extrema derecha global. Él es de Nueva York. Del otro, un movimiento político militante de base trabajadora de masas. Ellos también son de Nueva York. Y Nueva York es el terreno de su disputa.

Las razones de fondo de la polarización en Estados Unidos

En noviembre del año pasado, frente al triunfo de Trump, decíamos: «Los datos son claros: para la mayoría de los trabajadores estadounidenses, todo «progreso» se ha detenido. Para muchos, las cosas empeoraron. Y esto se debe a una combinación de motivos. Primero, y más importante, las derrotas del movimiento obrero de la «era neoliberal». No es casualidad que el estancamiento de los salarios acompañe la caída de la afiliación sindical. Segundo, ahora los salarios estadounidenses compiten más directamente con los del resto del mundo. Tercero, como consecuencia de los dos anteriores, se perdieron puestos en lugares de tradición sindical mientras se crearon en otros «vírgenes» de organización. Los grandes almacenes de Amazon (que son, en términos marxistas, empleo «industrial» productor de valor) se ubican centralmente en ciudades y Estados con menor presencia sindical tradicional.»

viaje Estados Unidos
Staunton, USA

Y luego: «La situación de los trabajadores de las grandes ciudades, como hemos dicho, también está estancada o es peor que antes. Pero esto se da en el marco del crecimiento general y la expansión cultural de estas zonas. Allí, pese a todo, parece haber futuro. No es el caso de la mayoría de las «comunidades» en zonas no favorecidas por la globalización. No solamente se han estancado sus ingresos, también los lazos sociales y económicos, junto a las perspectivas de futuro.»

Trabajadores comidas rápidas protesta
Protestas de trabajadores de comidas rápidas en Nueva York, 2021

El voto a Trump fue un voto protesta ultra reaccionario, el voto a Mamdani es un voto protesta girado hacia la izquierda. Con la decadencia imperial de Estados Unidos y la era neoliberal, las mayorías populares perdieron. En las zonas más culturalmente atrasadas y económicamente menos pujantes, la reacción es un intento de «regresar» a un pasado idealizado perdido. La consigna de «MAGA» da justo en el clavo entre esos sectores. En las grandes ciudades, hace mucho tiempo que se viene procesando la radicalización hacia la izquierda. En particular entre la base demócrata.

Una encuesta de Gallup encontraba en el 2018 que el 57% de los «progresistas» en Estados Unidos preferían al «socialismo» por encima del capitalismo. Ya en ese entonces, se trataba de un giro ideológico insólito en el país centro del anticomunismo de la Guerra Fría. Es que ninguna de las promesas de la era neoliberal se cumplió. El «triunfo sobre el comunismo» no había dejado ni migajas para las amplias mayorías. En Estados Unidos, para los trabajadores las cosas habían empeorado.

Hace mucho que se viene gestando un fenómeno como el de Mamdani. En 2018, ya se había dado la sorpresa del ascenso de Alexandra Ocasio Cortez también en Nueva York, mujer trabajadora de ascendencia latina. Ambos son militantes del DSA, Democratic Socialists of America. Esta organización creció rápidamente luego del primer triunfo de Trump. Si hace diez años contaban con apenas 6 mil miembros, hoy dicen ser unos 80 mil.

Pero aunque este triunfo se haya comenzado a cocinar a fuego lento, el toque final se lo dio el repudio al gobierno de Donald Trump. Las cacerías racistas de ICE son el emblema de una brutal avanzada racista que está teniendo respuesta. Primero callejera y ahora electoral.

No hay nada que el nuevo alcalde pueda hacer que no se vaya a convertir en una confrontación. Trump ya amenazó con ahogar financieramente a la ciudad para someter al nuevo gobierno municipal. Incluso amenazó con deportar a Mandami.

La derrota de todo el establishment imperialista, el triunfo de una campaña militante

Es un fenómeno internacional el vaciamiento de las viejas organizaciones de masas. Hasta hace no tanto, las organizaciones políticas, sindicales, sociales y culturales reunían a decenas y cientos de miles en actos, festivales, reuniones políticas grandes y chicas, eventos culturales. La organización civil de la vida política ha perdido peso. Esa fue una de las consecuencias de la derrota de la «era neoliberal». La vida civil cultural, informativa, política y de entretenimiento antes protagonizada por organizaciones de masas fue en gran medida absorbida por el lucro de las compañías privadas.

Hasta hace no tanto, no parecía haber contrastes al vaciamiento de las organizaciones políticas. Casi ninguno de los principales fenómenos electorales y políticos de las últimas décadas eran parte de algún gran fenómeno de organización política militante. Es el caso de las principales decepciones de la «izquierda radical» de la década pasada, los fiascos de Podemos en España y Syriza en Grecia. Haciendo gala de su «superación» del marxismo y de la izquierda clásica, no creían necesitar de ninguna organización de masas.

Movilización en Estados Unidos Palestina Nueva York
Movilización de «Voces Judías por la Paz» en Nueva York contra el genocidio en Palestina.

El fracaso de su neorreformismo tibio no se explica solamente por la capitulación de sus dirigentes. ¿Qué otra cosa podía pasar cuando los representantes de la «izquierda radical» tienen votos pero ninguna otra herramienta de gobierno que el aparato del Estado burgués, que es más grande y poderoso que ellos? Por supuesto que no podían hacer otra cosa que inclinarse a la voluntad y los intereses de ese Estado. No les damos ningún beneficio de la duda: no solamente no podían, tampoco querían. Pablo Iglesias y Tsipras merecen ser olvidados.

Hay una diferencia importante entre Mamdani y esos dos fracasos. Según su página oficial, más de 104 mil voluntarios militaron la campaña, con el núcleo duro de miles de militantes del DSA. Pero al menos cientos de sus primeros «voluntarios» viene de la militancia sindical que apoyó su campaña, del sindicato de profesores, de automotrices, de niñeras, de hoteles y juegos de azar.

Fue esa organización militante la que derrotó en los hechos a los dos partidos del régimen. En junio, Mandami había ganado la interna demócrata y se presentó formalmente en nombre de ese partido. Pero su establishment no aceptó el resultado y apoyó casi completamente en bloque a Cuomo, y puso su aparato a disposición de la lista «independiente». A último momento, Trump intentó ayudar a los demócratas y llamó a sus bases a que no voten por el candidato republicano. Ambos fueron derrotados.

Los partidos del viejo reformismo se han convertido en cáscaras vacías. De ellos son parte solamente los funcionarios profesionales de la gestión del Estado capitalista. Es el caso del PSD alemán, del PD italiano, del PS francés, etc. El neorreformismo nunca confió en la organización de masas y pensaba reemplazarla con cosas como encuestas por internet.

El fenómeno que se puso en pie en Nueva York parece más una nueva-vieja socialdemocracia. La «vieja» y clásica socialdemocracia fue mucho más que lo que hoy se entiende por ese nombre. Los partidos socialdemócratas fueron mayoritariamente en sus orígenes organizaciones obreras políticas de masas, verdaderas fuerzas independientes de la clase trabajadora. Su historia es compleja: en parte se fueron convirtiendo en organizaciones reformistas y terminaron capitulando, en parte se dividieron entre reformistas y revolucionarios después de la Primera Guerra Mundial. No está de más recordar el nombre completo del partido bolchevique en el momento de encabezar la Revolución Rusa (aunque Lenin ya había intentado cambiarlo meses antes): Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Pero también fueron «socialdemócratas» los traidores de Alemania.

Las nuevas generaciones de la clase trabajadora han dado sus primeros pasos organizándose sindicalmente. Emblemáticamente, en Amazon y Starbucks. Es un activismo como ese el que puso en pie la campaña triunfante en Nueva York.

Bernie Sanders tuvo razón cuando dijo que “no debería sorprendernos que un Partido Demócrata que ha abandonado a la clase trabajadora descubra que la clase trabajadora lo ha abandonado a él”. Que haya tenido razón no fue obstáculo, sin embargo, para haberse encolumnado detrás del fracaso de Biden por cuatro largos años.

El triunfo de Trump dejó anonadados a los voceros de los Biden, Clinton y Harris. ¿Cómo podía ser que los demócratas hayan perdido tantos votos entre los trabajadores, los latinos y los musulmanes teniendo en frente a un candidato tan abiertamente antiobrero y xenófobo? Por supuesto, le echaron la culpa a la gente. Los estadounidenses son racistas, decían. Los «progresistas» fueron demasiado lejos con la «agenda trans», decían.

En ningún momento se les ocurrió decir nada que sea cierto: que Biden defraudó completamente las esperanzas abiertas en 2020, cuando hizo campaña diciendo que iba a ser el «presidente más progresista de la historia de Estados Unidos», cuando prometió subir el salario mínimo, cuando quiso posar de candidato de la clase trabajadora. Frente a la decepción y el giro de la campaña electoral a la derecha, eligieron ellos mismos correrse aún más a la derecha. La campaña electoral de Harris no tuvo otra promesa económica que créditos a los pequeños negocios. Además, se dedicó a repetir las infamias antiinmigrantes de Trump, con su racismo y odio.

Decíamos también en noviembre, en el mismo artículo: «Pensilvania era uno de los Estados clave para definir la presidencia cuando se pensaba que la elección iba a estar más disputada. La revista Jacobin realizó una encuesta entre los trabajadores del Estado que llevó a una conclusión muy clara. Las propuestas de «populismo económico» tenían muchísima más popularidad que la campaña de «defensa de la democracia».»

Los ejes de campaña de Zohran Mamdani que le dieron el triunfo ponen en evidencia que la agenda de la clase trabajadora tiene mucha popularidad. No es que el establishment del Partido Demócrata no lo entiende, es que son un partido del imperialismo yanqui y su burguesía. Lo entienden muy bien, y deciden combatirlo. Son enemigos de la clase obrera. Y parte de ese combate contra los intereses de las mayorías populares es la insistente campaña de que nada radicalizado contra la clase capitalista es posible. La apelación al «realismo» es una mentira interesada.

Algunos de los puntos más importantes de la campaña de Mamdani fueron:

  • Congelamiento de los alquileres.
  • Servicio de autobuses públicos gratuito.
  • «Seguridad comunitaria» en oposición al poder represivo de la policía.
  • Cuidado infantil gratuito.
  • Tiendas de comestibles propiedad de la ciudad.

Además, plantearon aumentar el salario mínimo y financiar programas sociales aumentando los impuestos a los grandes ricos y capitalistas. De esos que abundan en Wall Street. La campaña se centró en que los trabajadores puedan pagar vivir en Nueva York, una de las ciudades más caras del mundo.

Andrew Cuomo, el candidato del establishment apoyado por los Clinton contra Mamdani, fue gobernador demócrata del Estado y tuvo que renunciar en 2021 por múltiples casos de denuncia de acoso sexual. Además, su gestión fue de pura continuidad neoliberal y de ataques permanentes a la clase obrera. Con todo el apoyo del aparato demócrata, con el financiamiento de los multimillonarios a través del «super PAC». Su derrota es una derrota de todo el establishment demócrata.

No se trata solamente del fracaso nacional de Biden y Harris, sino también de la vergonzosa gestión del actual alcalde de la Ciudad, Eric Adams. Intentó (y fracasó) presentarse «independiente» por no poder ser ya candidato demócrata después de quedar envuelto en denuncias de corrupción. Además, decidió alinearse con Trump y permitir que Nueva York quede alineada con las políticas de detenciones ilegales fascistoides de los inmigrantes.

En oposición al aparato, se puso de pie una campaña militante con miles de voluntarios que lograron torcerles el brazo y ahora pusieron a Mamdani al frente de la ciudad más importante de Estados Unidos.

Sería un grave error, de todas formas, perder de vista el historial de capitulaciones de Bernie Sanders y AOC. Ser parte del Partido Demócrata ha implicado para ellos alinearse con el aparato.

Un triunfo de la causa Palestina y la lucha contra el racismo

Ser «musulmán» y activista político en Estados Unidos se ha convertido en signo de «progresismo». Ya existía una figura pública del DSA que es la más radicalizada de todo el Partido Demócrata: la palestina Rashida Tlaib. Intentan hacer una interpretación modernizadora y democrática del Islam.

Sería propio de sectarios contentarnos con discusiones teológicas de defensa abstracta del ateísmo. Este fenómeno es una reacción al racismo y la islamofobia, que son la marca de identidad del neofascismo: la islamofobia es el nuevo antisemitismo. Estas cosas no son nuevas en Estados Unidos: Martin Luther King Jr. era, después de todo, un pastor cristiano.

Columbia estudiantes por Palestina
Nueva York – 25 de abril: estudiantes de la Universidad de Columbia contra el genocidio en Gaza. Foto: Stephanie Keith/Getty Images

Los demócratas fueron aliados incondicionales del genocidio en Gaza. El rechazo a lo que es cada vez más evidentemente una limpieza étnica colonial y a un gobierno cada vez más evidentemente fascista como el de Netanyahu finalmente encuentra una expresión política. A diferencia de la tibieza de AOC y Sanders, Mamdani denuncia claramente como «genocidio» la masacre en Gaza y hasta hizo parte de su campaña en urdu, un idioma indio. No solamente la campaña, su propia identidad es un hecho político. Y el voto demócrata mayoritario hacia él es uno de protesta contra el racismo y el genocidio.

Además, Zohran Mamdani hizo parte de su campaña la reacción militante a las razzias antiinmigrantes del ICE. El triunfo en Nueva York es uno de radicalización contra el racismo brutal de Trump.

Zohran Mamdani y los límites del «populismo de izquierda»

«Populismo» ha sido una definición «atrapa todo» en los últimos años sobre cualquier cosa que se sale de los marcos de la «normalidad» y tiene alguna figura carismática al frente. Sea de «izquierda» o de «derecha.

Ahora viene una puesta a prueba clave: la gestión de la alcaldía de la ciudad. Si es imposible el «socialismo en un solo país», más imposible es el «socialismo en una sola ciudad». No pretendamos que la alcaldía de Nueva York sea un ejemplo de sociedad emancipada de las cadenas de la opresión capitalista. Si podemos pretender que sea una fortaleza de resistencia y confrontación con la extrema derecha en el poder, que pase por encima de la institucionalidad a la que acaba de derrotar para poder efectivamente tomar alguna medida en favor de las vidas de las mayorías trabajadoras. El pueblo que los votó les dio un mandato, y merecen el derecho a exigirles que lo cumplan.

Hay muchas cosas superficiales en común entre Trump y Mamdani. Ambos ganaron contra el establishment de sus partidos, ambos triunfaron diciendo cosas que el sistema político no quería decir. Pero ahí se acaban los parecidos, que son en general superficiales. Trump es un magnate ultrarreaccionario. Su programa coincide plenamente con sostener (y empeorar) el orden capitalista, el de la clase dominante a la que representan tanto demócratas como republicanos. El de la defensa de la clase trabajadora y el antiimperialismo choca directamente con todos los intereses fundamentales de la institucionalidad y de sus jefes.

Portada de The New Yorker tras el triunfo de Mamdani

El problema del reformismo es que acepta la institucionalidad vigente, lo que implica adaptarse a las reglas del juego de los dueños del mundo. Se parecen así a la burguesía inglesa whig del siglo XVIII, que quería hacer valer sus intereses pero creía que la aristocracia terrateniente era la única capaz de gobernar.

El «populismo de derecha», en cambio, ha intentado una y otra vez desafiar a la democracia burguesa, girar hacia regímenes más autoritarios, pasar por encima de la institucionalidad y sus representantes. Fue así y solamente así que han logrado imponer su agenda a nivel internacional. Es que personajes como Trump se sienten jefes de la sociedad. Los reformistas, en cambio, se ubican como «empleados» de la institucionalidad. Así, por ejemplo, Trump combatió y triunfó frente a los intentos de meterlo preso frente a sus flagrantes crímenes. Mientras tanto, personajes como Lula (que ya no es ni reformista) se entregan a la «Justicia» en causas evidentemente armadas. Si sigue los pasos del reformismo y el ex reformismo de las últimas décadas, Mamdani solamente puede ser un fiasco.

Esa «moderación» es el primer paso de la capitulación. Las instituciones del capitalismo solamente pueden servir a los capitalistas. Y gobernando solamente a través de ellas, sin desbordarlas, es que fuerzas como Syriza y Podemos terminaron convirtiéndose en partidos de gestión capitalista ultra normalizados. Le decepción con ellos fue la antesala del ascenso internacional de la extrema derecha. Pero Zhoran Mamdani tiene un movimiento militante que lo llevó a la alcaldía y que puede crecer exponencialmente con el triunfo. No depositemos nuestras esperanzas en un gobierno «democrático socialista» de Nueva York. Sí en la fuerza militante de la clase trabajadora, antirracista y antiimperialista, que acaba de demostrar que puede convertirse en organización política y ser mayoría con la bandera del «socialismo».

Seremos directos: Te necesitamos para seguir creciendo.

Manteniendo independencia económica de cualquier empresa o gobierno, Izquierda Web se sustenta con el aporte de las y los trabajadores.
Sumate con un pequeño aporte mensual para que crezca una voz anticapitalista.

Me Quiero Suscribir

Sumate a la discusión dejando un comentario:

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí