El «plan» de Trump y Netanyahu para Gaza: un ultimátum de colonización y esclavitud

Independientemente de que tal vez Hamas esté arrinconado y no tenga otra alternativa que aceptar, el "plan" de Trump y Netanyahu para Gaza no es un "acuerdo de paz" sino una agenda de colonización.

El «plan» para Gaza presentado por Trump y Netanyahu en conferencia de prensa no es un alto al fuego, no es un acuerdo de paz, no es un «plan». Es un ultimátum que dice, con otras palabras: «o se dejan colonizar y esclavizar o nos consideramos liberados y con motivo para masacrarlos». Como si necesitaran excusas.

Desde el vamos, la unilateralidad del acuerdo es clara por cómo se presenta. No fue parte de su elaboración nadie más que los genocidas del gobierno de Israel y su principal aliado. Fue presentado por los mismos que a principios del año decían que lo mejor para Gaza era expulsar a todos sus habitantes y convertir la zona en un resort turístico de lujo.

No hay ningún acuerdo de paz donde no hay ningún acuerdo. Se estaban llevando negociaciones en Qatar y Netanyahu bombardeó a los negociadores.

Al día siguiente de la presentación del «plan» de «paz» de Trump, Netanyahu mataba a 45 palestinos. Se dice que Hamas está «evaluando» el ultimátum. Si llegaran a aceptar, no sería un «acuerdo» sino una confesión de agotamiento completo, de que el genocidio sistemático, la hambruna y la desesperación llevaron a los gazatíes al punto de aceptación de la colonización y la esclavitud como única alternativa. Criticar a la distancia semejante decisión sería completamente irresponsable, pero no por eso vamos a dejar de decir las cosas como son: este no es un acuerdo de paz.

¿La diferencia con la colonización directa por parte de Israel? Que Gaza no sería colonizado por Israel sino por su principal aliado, Estados Unidos. Y se reemplaza la desaparición física de los gazatíes por su sujeción directa a Trump como dictador de la Franja.

Y mientras se le exige todo a los palestinos, incluida la entrega de todas sus armas, Netanyahu ya dice explícitamente que no va a cumplir algunos de los términos del «plan» de Trump. El supuesto «acuerdo» establece la retirada de las tropas sionistas y promete la creación de un Estado palestino para un futuro indeterminado. El primer ministro genocida ya dijo que no piensa cumplir con una cosa ni la otra.

Crítica del «plan» de Trump para Gaza

1- Entrega incondicional y legitimación del genocidio

Gaza será una zona libre de terrorismo y desradicalizada que no representará una amenaza para sus vecinos.

Gaza se reconstruirá en beneficio del pueblo de Gaza, que ha sufrido más que suficiente.


El punto de partida de cualquier «acuerdo de paz» es que hay un problema a resolver. El mundo lo sabe porque lo viene viendo con sus propios ojos desde hace dos años: hay un genocidio en Gaza, y es necesario frenarlo. Pero para el «plan» trumpista el problema es Gaza, y que está muy «radicalizada» y que representa «una amenaza para sus vecinos».

La sobrepoblación de Gaza emerge con el desplazamiento masivo de palestinos de sus hogares y sus tierras mucho antes de la fundación de Hamas. La «radicalización» es la de un gueto, la de una población sujeta a un régimen de segregación racial, expulsada y rodeada de alambrados y muros. Pero el problema a resolver del «plan» es la «radicalización» de las víctimas de genocidio y segregación racial.

La segunda frase sobre la «reconstrucción de Gaza en beneficio del pueblo de Gaza» es, en ese marco, completamente perversa. Es la afirmación de que lo mejor que le puede pasar al pueblo palestino es renunciar a toda posibilidad de autonomía y soberanía, que tiene que aceptar la culpa por haber sido víctima por casi 8 décadas de un régimen de apartheid.

2- Ultimátum, no «acuerdo»

Si ambas partes aceptan esta propuesta, la guerra terminará de inmediato. Las fuerzas israelíes se retirarán a la línea acordada para preparar la liberación de rehenes. Durante este tiempo, se suspenderán todas las operaciones militares, incluidos los bombardeos aéreos y de artillería, y las líneas de batalla permanecerán congeladas hasta que se cumplan las condiciones para la retirada completa y gradual.

Dentro de las 72 horas siguientes a que Israel acepte públicamente este acuerdo, todos los rehenes, vivos y muertos, serán devueltos.

Tras la liberación de todos los rehenes, Israel liberará a 250 presos condenados a cadena perpetua, además de a 1.700 gazatíes detenidos después del 7 de octubre de 2023, incluyendo a todas las mujeres y niños detenidos en ese contexto. Por cada rehén israelí cuyos restos sean liberados, Israel liberará los restos de 15 gazatíes fallecidos.


Primero, una promesa de freno completo de todas las operaciones militares. Ya en enero, Israel había roto un acuerdo semejante en el marco de un alto al fuego.

Luego, la exigencia de entrega de los rehenes es la primera exigencia de rendición incondicional. Los rehenes del 7 de octubre venían siendo el único elemento de presión de Hamas sobre el gobierno israelí. Como confiesa el propio «plan», mientras el grupo palestino tiene en sus manos a lo sumo a algunas decenas de rehenes, Israel tiene miles. En sus campañas ideológicas, el sionismo presenta como «terroristas» a todos los palestinos secuestrados. Pero lo cierto es que son casi todos presos sin juicio, la mayoría civiles, mujeres y niños… son rehenes.

El «plan» de Trump y Netanyahu establece, entonces, que la milicia palestina debe entregar su único elemento de presión a los ocupantes a cambio de promesas de retiro de tropas. Pero es obvio que las promesas de Netanyahu no valen nada: al día siguiente de la conferencia de prensa con Trump, dijo públicamente que las tropas sionistas no se iban a retirar.

3- Las víctimas entregan las armas, los verdugos no

Una vez todos los rehenes sean devueltos, los miembros de Hamás que se comprometan a la coexistencia pacífica y a entregar sus armas recibirán amnistía. Los miembros de Hamás que deseen abandonar Gaza recibirán un salvoconducto a los países receptores.

(…)

Hamás y otras facciones acuerdan no participar en la gobernanza de Gaza, ni directa ni indirectamente, ni de ninguna forma. Toda la infraestructura militar, terrorista y ofensiva, incluyendo túneles e instalaciones de producción de armas, será destruida y no reconstruida. Se llevará a cabo un proceso de desmilitarización de Gaza bajo la supervisión de observadores independientes, que incluirá la inutilización permanente de armas mediante un proceso acordado de desmantelamiento, con el apoyo de un programa de recompra y reintegración financiado internacionalmente y verificado por observadores independientes. La Nueva Gaza se comprometerá plenamente con la construcción de una economía próspera y la coexistencia pacífica con sus vecinos.


De nuevo: todo el acuerdo gira en torno a que el problema de problemas es Hamas. Como si la militarización de Gaza y el apartheid no fueran muy anteriores.

La promesa de amnistía y exigencia de desarme es una exigencia a las víctimas de abandonar las armas, mientras los verdugos siguen armados hasta los dientes. 

Está perfectamente demostrado que Israel comete genocidio en Gaza, y no hay ni rastro de exigencia de desarme y desmilitarización de Israel. ¡¿Qué clase de «acuerdo de paz» es el de genocidas armados y víctimas desarmadas?!

Independientemente de nuestras críticas a Hamas, de que sus métodos y su programa no son los nuestros, los hechos son los hechos: son la principal milicia organizada de un pueblo víctima del exterminio de una potencia racista y colonial.

Y la exigencia de renuncia a participar de todo gobierno es el de una potencia ocupante exigiendo docilidad y obediencia a los ocupados.

4- La Gaza de Trump: un régimen de Judenrat

Gaza será gobernado por el gobierno transitorio de un comité palestino tecnocrático y apolítico, responsable de la gestión diaria de los servicios públicos y municipalidades para la gente de Gaza.

Este comité estará compuesto por palestinos calificados y expertos internacionales, con la supervisión y control de un nuevo organismo internacional de transición, la “Junta de Paz”, que estará dirigida por el presidente Donald J. Trump, con otros miembros y jefes de Estado que se anunciarán, incluido el ex primer ministro Tony Blair.

Este organismo establecerá el marco y gestionará la financiación para la reurbanización de Gaza hasta que la Autoridad Palestina complete su programa de reformas, tal como se describe en diversas propuestas, incluyendo el plan de paz del presidente Trump de 2020 y la propuesta franco-saudí, y pueda retomar el control de Gaza de forma segura y efectiva. Este organismo se basará en los mejores estándares internacionales para crear una gobernanza moderna y eficiente que sirva a la población de Gaza y propicie la atracción de inversiones.


Los Judenrat eran los «consejos judíos» establecidos por los nazis como seudo gobiernos autónomos de los guetos en los que encerraban a sus víctimas. En los hechos, la potencia ocupante tenía el control total mientras se permitía a un grupo de alcahuetes ser los policías del resto de las víctimas.

Esa es toda la lógica detrás del «comité palestino» establecido en el plan de Trump. Es una propuesta de Judenrat: un grupo de traidores ejercen la vigilancia sobre todos los demás palestinos. Obviamente, el poder real lo tiene esa «Junta de Paz» comandada… por Trump. Con este «acuerdo», Trump se impone a sí mismo como el dictador de hecho de la Franja de Gaza. ¿Qué otra cosa significa que ese «organismo internacional de transición» tiene poder de «supervisión y control» del seudo gobierno? Ninguna otra cosa.

Es más que obvio que no existe ni ha existido jamás un «gobierno apolítico». «Apolítico», en este caso, significa que solamente aplican quienes no tengan la posición política de soberanía e independencia del pueblo palestino.

5- Gaza como negocio, palestinos como mano de obra barata

El plan de desarrollo económico de Trump para reconstruir y revitalizar Gaza se creará mediante la convocatoria de un panel de expertos que han contribuido al nacimiento de algunas de las prósperas y milagrosas ciudades modernas de Oriente Medio. Numerosas propuestas de inversión bien pensadas e ideas de desarrollo prometedoras han sido elaboradas por grupos internacionales bienintencionados, y se considerarán para sintetizar los marcos de seguridad y gobernanza necesarios para atraer y facilitar estas inversiones que crearán empleos, oportunidades y esperanza para el futuro de Gaza.

Se establecerá una zona económica especial con tarifas preferenciales y tasas de acceso que se negociarán con los países participantes.


Las «zonas económicas especiales» son un emblema de la era de «apertura» neoliberal. Son lugares de relajación o eliminación completa de las leyes laborales, de los impuestos, tarifas y regulaciones de las empresas.

El proyecto de una «zona económica especial» en Gaza es una promesa para empresarios amigos y afines de Trump de hacer fortunas con la desesperación palestina.

Las «prósperas y milagrosas ciudades modernas de Oriente Medio», como las de los Emiratos Árabes Unidos, son territorio de trabajo forzado y esclavitud. Las altas torres de jeques petroleras en medio de desiertos con el emblema del lujo de unos pocos a costa de una inmensa mayoría sin derechos de ningún tipo. En estos países, la mayoría de la fuerza de trabajo es migrante y no tiene derecho de ciudadanía. Trump fantasea con ser el «jeque» de Gaza, de poder mostrar como un gran avance la construcción de alguna alta torre de lujo en una ciudad palestina a costa del trabajo forzado de la población local.

6- Promesas vacías, ocupación militar y complicidad internacional

El «plan» de Trump incluye promesas de retiro de las tropas sionistas y de un Estado palestino para un indeterminado y lejano futuro.

Lo cierto es que Netanyahu ya dijo públicamente que no piensa cumplir con esas promesas. “Una cosa quedó clara” dijo en un video publicado en su Telegram. “Nos opondremos firmemente a un Estado palestino”.

En cuanto a la ocupación militar de la Franja de Gaza, el «acuerdo» establece un retiro de las FDI, el ejército de Israel, y el establecimiento de tropas internacionales, «Fuerzas Internacionales de Estabilización«. Éstas estarían compuestas por tropas de los Estados árabes que acepten ser cómplices y los «socios internacionales» de la «Junta de Paz», lo que obviamente incluye a Israel. No hay ninguna promesa de terminar con el régimen de sometimiento militar en el que viven los palestinos. Es un proyecto para que Israel comparta la ocupación con Estados Unidos, y se incluiría el apoyo como socios menores de quienes acepten ser cómplices.

La «paz» ofrecida a los palestinos es, entonces, la aceptación de la colonización definitiva de Gaza, pero esta vez compartida entre Israel y Estados Unidos.

Y estamos hablando solamente de Gaza. La parte más importante de territorio palestino remanente es sujeta a la ocupación militar permanente. ¿Y el resto de Palestina? ¿Qué pasa con Jerusalén, con Cisjordania y con los cientos de miles de desplazados en la diáspora palestina? El cercamiento absoluto de la principal ciudad palestina y la aceptación definitiva de su colonización implica darle un inmenso golpe a la causa nacional palestina, a la aspiración de un pueblo entero a poder tener su propia soberanía.

El agradecimiento de la ANP por los “esfuerzos sinceros y decididos” de Trump para alcanzar «la paz» entra sin duda en el podio de las peores de sus capitulaciones.

El Secretario General de la ONU, Guterres, llamó a que se imponga el plan de Trump y que «todas las partes se comprometan con un acuerdo y con su aplicación”. Mientras la mayoría de los países miembro votan por el reconocimiento de un Estado palestino, el titular de la ONU pide que se imponga un golpe certero, duro e histórico a las aspiraciones nacionales del pueblo palestino.

¿Aceptará Hamas este «acuerdo»? No se sabe, pero hay una cosa completamente clara: las condiciones impuestas por el plan de Trump y Netanyahu son de sometimiento total, colonización y esclavitud.

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