Milei en la ONU: cipayismo chupamedias y complicidad con el genocidio en Gaza

Un discurso fracaso de taquilla. Habló para pocos, pero algo dijo.

Esta semana, a sala casi vacía, el presidente dio su discurso en la edición número 80 de la Asamblea General de la ONU. Se ve que el resto de los mandatarios y de los diplomáticos todavía se acordaban de las palabras de Milei el año pasado, y prefirieron perderse la función estelar. Lamentablemente, algunos sí pasamos por la desgracia de tener que escucharlo.

Gran parte de su discurso fue una chupada de medias para con el poder, personificado según sus dichos por dos figuras clave del presente: Donald Trump y Benjamín Netanyahu. Se dedicó a una peligrosa adulación y poco más, como si Argentina no tuviera nada que decir por su cuenta.

Arrancando por las flores arrojadas hacia nuestro amigo de pelo naranja flúo, Milei enfatiza su sintonía con el mandatario norteamericano, y expresa un apoyo a sus políticas migratorias. Las mismas que hace apenas unas semanas ponían en jaque al estado de California gracias a la histórica revuelta organizada por sectores de migrantes, activistas y opositores a la derecha conservadora yankee. Un proceso que culminó (quizás momentánea) con una victoria para los de abajo, donde se aprobó la ley que prohíbe a los agentes de ICE actuar como un grupo de tareas racial.

“Quiero dejarles en claro que Argentina hoy tiene un gobierno que decidió emprender el camino correcto, aunque sea el más difícil, porque la prosperidad y el progreso de nuestro pueblo no puede postergarse más. No somos, sin embargo, los únicos que estamos tomando las decisiones difíciles que este momento histórico demanda” dijo Milei a la ONU. Tal vez esperaba que no supieran que su «camino correcto» lo había llevado a pedir un rescate inmenso en dólares al gobierno trumpista.

Continuando con su presentación dijo: “El presidente Trump en Estados Unidos también entiende que es el momento de revertir una dinámica que estaba llevando a Estados Unidos a una catástrofe. Y sabemos que una catástrofe en Estados Unidos es una catástrofe global. Su férrea y exitosa política en términos de ponerle un freno a la inmigración ilegal lo deja más que claro”.

¿Catástrofe? En todo caso catástrofe sería lo que atraviesa el sector empresarial agrícola de Estados Unidos (aliado de la doctrina Trump) que tiene que salir a grabar tiktoks porque se quedaron sin gente para trabajar, y la mano de obra local no está capacitada para pasar la jornada agachada bajo el sol deslomándose por dos chirolas verdes.

Que un presidente de un país latinoamericano dedique parte de su discurso en la ONU a repetir los tópicos racistas de la extrema derecha estadounidense contra la inmigración latinoamericana es de unos niveles de chupamedias pocas veces vistos.

Milei agregó “también está llevando adelante una reestructuración sin precedentes de los términos del comercio internacional” y “una limpieza de la captura institucional del Estado americano, porque en el mismo se habían infiltrado facciones de izquierda que atentaban contra cualquier programa de reforma, por más necesario que fuera”. Los fanáticos absolutos del libre comercio defienden las tarifas en el comercio internacional porque así se los dicta su jefe. Y además repiten los delirios de la conspiranoia de que… ni más ni menos que el Estado federal yanqui estaba controlado por «la izquierda». De nuevo: el aparato central del gobierno de Estados Unidos habría estado «capturado» por la izquierda.

¿Pero cómo no ser así de arrastrado? Porque más allá de su fracaso y de lo barbárico de esas políticas, Milei necesita serlo (además de que quiere serlo). Su presentación en la ONU se da en el marco de su misión por la negociación de una nueva deuda con el Tesoro de Estados Unidos. Una deuda que pretenden patinarse de nuevo para contener el dólar, y que después vuelvan a faltar dólares.

Milei también habló de “invasión” de migrantes en vez de “inmigración”, una narrativa falsa y fascista que ha impulsado Trump en su agenda de persecución racista.

Pero no todas son malas, también hubo intentos de quedar bien con todo aquel habitante de nuestro país que se haya sentido discriminado. Una de cal y una de arena parece. Recién a lo último parte del discurso, el presidente reclamó por la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas: “A pesar de los 80 años de la creación de esta organización, situaciones coloniales como estas siguen sin ser resueltas”, expresó, y repitió el pedido al Reino Unido “a reanudar las negociaciones bilaterales”. Son frases atadas con alambre a una presentación que poco tuvo que ver con el reclamo de soberanía sobre nuestras islas. Fue un palabrerío genérico para cumplir que intenta evocar algún sentimiento patriótico o nacionalista en medio de un discurso de naturaleza colonial.

Y hablando de colonias, también fue mencionado el conflicto en Medio Oriente. Milei solo se limitó a un tibio pedido de justicia por los atentados a las embajadas de Israel y AMIA en 1992 y 1994. “Instamos a la comunidad internacional a fortalecer la cooperación jurídica para garantizar que las circulares rojas de Interpol sean respetadas y que los responsables de dichas atrocidades puedan comparecer ante la justicia, ayudándonos a terminar de cicatrizar esta dolorosa herida en la historia de nuestro país”. Lo hace no para avanzar en un genuino reclamo de justicia sino para usar a las víctimas como excusa para alinearse con Israel y el genocidio en Gaza.

No nos olvidemos que hasta hace poco resonaban las intenciones de Milei de traer a Netanyahu a visitar la Argentina, y que ahora se está pactando un encuentro entre ambos mandatarios en algún lugar un poco más neutro. Era obvio que traer al principal asesino de esta época iba a generar problemas

“Finalmente, reiteramos nuestra exigencia de liberación inmediata de los rehenes que aún permanecen cautivos en Gaza”, finalizó Milei. Su posición, como la de todo arrastrado sionista, es defender el derecho de Israel al genocidio. Ni una palabra dijo de los crímenes que se cometen a diario contra la población palestina porque defiende que se erradique a la población palestina.

Es difícil pasar por alto la contradicción de llamar a negociaciones a los funcionarios ingleses por la causa Malvinas al mismo tiempo que defiende una política colonial explícita sobre Palestina.

Es difícil digerir un discurso tan ajeno a lo que atravesamos los trabajadores argentinos, históricamente pisados por los sectores poderosos dentro y fuera de las fronteras del país. Todo lo dicho por Milei tuvo el objetivo es caerle bien a los mandatarios mas rancios de la extrema derecha, y de paso obtener un cheque por 30 mil millones de dólares más que vamos a terminar pagando con nuestra propia soberanía.

Fin del discurso, fin de la función, gritos de nene de 5 años a los que estamos acostumbrados, que hacen eco en una sala con menos asientos llenos que cantidad de camperas usadas por Milei al mismo tiempo, y preocupación por nuestro devenir próximo.

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