Traducida del portugués al español por Víctor Artavia
Las manifestaciones del domingo fueron resultado directo de la conciencia popular sobre los riesgos que representaba la ofensiva golpista de la ultraderecha. Demostraron que estaban dirigidas contra la ofensiva autoritaria en el Congreso, pero también contra los límites del lulismo. Como observó Folha, «las movilizaciones no fueron lideradas por líderes del PT», sino que surgieron de la indignación popular y del prestigio de importantes íconos culturales nacionales.
Esto revela que la resistencia puede organizarse fuera del control del lulismo y tiende a expandirse y radicalizarse. La prueba de fuerza política con la ultraderecha sigue abierta, a pesar de la contención impuesta por el lulismo dentro del PT, el PSOL, el PCdoB y las burocracias sindicales.
Al superar momentáneamente al bolsonarismo en redes sociales y en número en las calles, las manifestaciones demostraron que existe una enorme reserva de combatividad en el panorama nacional que no puede ser ignorada, como hace parte de la izquierda independiente que no convocó ni participó directamente en las manifestaciones (es el caso del MRT y otras organizaciones).
Las calles vuelven a llenarse por la izquierda
El 21 de septiembre, Brasil presenció una de las mayores movilizaciones del año. Según el Monitor de Debate Político de la USP y la ONG More in Common, aproximadamente 43.400 personas se congregaron en la Avenida Paulista de São Paulo, mientras que en Río de Janeiro, en Copacabana, la multitud se estimó en 42.000. En total, hubo protestas en al menos 30 ciudades, abarcando todas las capitales estatales.
Según Agência Brasil, miles de personas salieron a las calles de las capitales brasileñas este domingo, para protestar contra la amnistía para los condenados por el intento de golpe de Estado y la llamada «PEC da Blindagem» (Enmienda del Escudo). Multitudes se congregaron en Salvador, Recife, Natal, Belo Horizonte, Brasilia, São Paulo y Río de Janeiro. Las protestas rivalizaron en tamaño y visibilidad con las manifestaciones de la extrema derecha del 7 de septiembre, revelando que la batalla por las narrativas y las calles sigue abierta.
Un hecho sin precedentes fue el papel de las redes sociales en la convocatoria de protestas. Folha informó que «las manifestaciones de izquierda superaron las del 7 de septiembre en redes sociales, sin el protagonismo del Partido de los Trabajadores ni de figuras del gobierno de Lula, pero con la movilización suficiente para cambiar la narrativa». Si WhatsApp fue decisivo en la convocatoria de protestas, la música popular brasileña (MPB) cobró protagonismo en las calles. TVT News destacó: «En Río de Janeiro, la manifestación contó con artistas como Chico Buarque, Gilberto Gil, Caetano Veloso, Djavan, Lenine, Ivan Lins, Paulinho da Viola, Marina Sena y Maria Gadú ». Sumado a la indignación popular contra el ataque a los derechos democráticos y la conspiración golpista evidente en el Congreso, estas figuras culturales aportaron su prestigio y contribuyeron a la masificación de las protestas del domingo.
Según Folha, “el principal impulsor de este crecimiento fue el avance de la Enmienda de Blindaje (PEC da Blindagem), interpretada en grupos menos politizados como un aumento de la impunidad, con términos como bandidaje y corrupción circulando ampliamente». El monitoreo de Palver de más de 100.000 grupos públicos de WhatsApp, mostró que el día 21, 865 mensajes por cada 100.000 personas hacían referencia a las protestas, en comparación con 724 durante las manifestaciones pro-Bolsonaro del 7 de septiembre. Por primera vez, la izquierda superó digitalmente a la extrema derecha, señalando un rechazo inmediato al blindaje parlamentario y la amnistía para Bolsonaro y sus aliados.
En São Paulo, presenciamos una movilización masiva, juvenil y diversa. Los antiguos aparatos sindicales burocráticos se diluyeron, pero hubo una fuerte presencia de movimientos sociales, movimientos de mujeres, el movimiento negro y grupos obreros. Incluso ante la política de desmovilización de Lula, las calles se llenaron porque la amenaza concreta a los derechos democráticos se canalizó a través de las redes sociales.
Las protestas del domingo marcan un nuevo elemento en la situación actual: la creciente polarización, el riesgo de autoritarismo y, ahora, la posibilidad de un cambio en el equilibrio de poder con la salida de sectores masivos de la izquierda a las calles. Pero este movimiento emergente solo podrá enfrentar a la extrema derecha, al imperialismo trumpista y a los ataques del gobierno de “Lula 3” si logra mantener su posición en las calles mediante la autoorganización, la independencia política y la democracia directa.
Debemos derrotar la ofensiva golpista en las calles
El foco político de las manifestaciones del domingo fue la lucha contra la Propuesta de Enmienda de Blindaje (PEC) y el Proyecto de Ley de Amnistía. La primera establece que el Supremo Tribunal Federal (STF) solo puede investigar a los parlamentarios con autorización del Congreso. Esto no es solo la institucionalización de la impunidad: es la creación de una corporación estatal al margen de la ley, violando el principio de igualdad formal de la Constitución de 1988 y estableciendo privilegios legales para una casta político-empresarial.
El Proyecto de Ley de Amnistía, a su vez, es el núcleo de la ofensiva reaccionaria del bolsonarismo y sectores del Centrão[1]. Busca no solo reducir las condenas, sino también crear las condiciones para una amnistía para Bolsonaro y otros golpistas. Incluso en su versión «ligera», denominada «Proyecto de Ley de Dosimetría», representaría una victoria parcial para los golpistas y allanaría el camino para nuevos intentos de golpe en las próximas elecciones y el cierre directo del régimen político (en Brasil se refieren de esta forma a la clausura del régimen democrático burgués).
En las últimas semanas, mientras el Congreso avanza en esta agenda, el gobierno de Lula 3 fracasa estratégicamente: al conciliar con el Centrão para recuperar su poder ejecutivo, el lulismo fortalece a los bolsonaristas de extrema derecha y al Centrão ultrareaccionario. La aprobación de la Propuesta de Enmienda de Blindaje la semana pasada, contó con 12 votos del Partido de los Trabajadores (PT) como parte de un acuerdo con el Centrão, a cambio de la supuesta derogación del Proyecto de Ley de Amnistía. Y, una vez más, se demostró el fracaso de la estrategia de conciliación de clases, que solo sirve para fortalecer a la extrema derecha en nombre de la recuperación de la gobernabilidad perdida.
Tras la condena masiva de este domingo, es improbable que la Propuesta de Enmienda de Blindaje (PEC) prospere y probablemente no supere el escrutinio de la Comisión de Constitución y Justicia del Senado. La Enmienda de Amnistía (PEC) podría tener un resultado diferente, bajo la relatoría de Paulinho da Força (Solidariedade), quien trabaja intensamente (con el Congreso, el gobierno y el poder judicial) para reducir las condenas de Bolsonaro y los demás golpistas. Esta PEC podría aprobarse, lo que representaría una victoria, aunque parcial, para el bolsonarismo y la extrema derecha en su conjunto, lo que retroalimentaría la “saña” golpista que va resurgir en 2026 con el apoyo de Trump.
La izquierda del orden fracasa irrevocablemente
Es necesario superar el economicismo aparatista y la política sectaria
Vivimos una situación marcada por una intensa polarización política que paraliza al gobierno, avances autoritarios de la extrema derecha apoyada por el imperialismo y la apertura de la posibilidad de un choque en las calles que podría cambiar el equilibrio de poder a nuestro favor con la salida de las masas de izquierda a las calles.
La extrema derecha promueve una contraofensiva autoritaria en el Congreso Nacional, buscando no solo imponer cambios al sistema de gobierno, sino también al sistema político mediante propuestas como la Enmienda Constitucional de Amnistía (PEC) y la Enmienda de Blindaje (PEC). Mientras tanto, el gobierno de Lula 3 fracasa en su estrategia de normalizar el régimen democrático burgués y, a pesar de un ligero aumento de su popularidad, se encuentra paralizado e incapaz de avanzar en sus agendas liberales y sociales. Al priorizar las contrarreformas al inicio de su mandato, allanó el camino para que el bolsonarismo y el Centrão dominaran la escena política nacional, una tendencia irreversible.
Sin embargo, lo que está en juego en la actual situación política brasileña va más allá de la Ley de Amnistía y la Enmienda de Blindaje: la extrema derecha, con el apoyo de sectores neoextractivistas de la burguesía, pretende institucionalizar el golpe como medio para avanzar contra todos los derechos de las masas trabajadoras: el derecho a organizarse, luchar y elegir es primordial y sirve como medio para atacar a otros. Fue en defensa de estos derechos que las manifestaciones de este domingo estallaron en todo el país.
Así, tanto la izquierda neorreformista (Resistência y toda la dirección del PSOL) como parte de la izquierda independiente (PSTU y MRT-PTS) se equivocan al no priorizar la lucha para derrotar políticamente el golpe.
La izquierda neorreformista, al precipitarse hacia la conciliación de clases —lo que implica subordinación a la gobernabilidad burguesa y la defensa política del gobierno—, se ha convertido en parte intrínseca del fracaso de esta política, resultando en desmoralización y la pérdida de cuadros en favor de otras organizaciones. Peor aún, al abandonar la estrategia de independencia de clase, como invariablemente ocurre, terminan traicionando los intereses de los explotados y oprimidos.
Por otro lado, parte de la izquierda independiente no se queda atrás. El PSTU, en su sindicalismo aparatista, no asume orgánicamente la necesidad de la lucha política directa para combatir a la extrema derecha. No convocó directamente a manifestaciones ni a la unificación de la vanguardia independiente. A través de la central sindical Conlutas, emitió un llamamiento carente de jerarquía y estructura organizativa, sin exigir una columna organizativa y políticamente independiente del gobierno para que las fuerzas revolucionarias no se dispersaran y pudieran participar en las manifestaciones con una dinámica independiente, combativa y democrática.
El MRT (grupo del PTS de Argentina en Brasil), sin embargo, ni siquiera convocó a participar en las manifestaciones. Como toda secta, es una corriente que ignora por completo las necesidades concretas de los explotados y oprimidos en la lucha de clases. En este caso específico: la necesidad de imponer mediante la movilización en las calles la prisión de Bolsonaro y de todos los golpistas, para que los derechos democráticos fundamentales de lucha no sean retirados por el golpismo en curso, que cuenta con la connivencia del gobierno. En su elucubración propagandística y política estéril, afirman que la prisión de Bolsonaro fortalece al Poder Judicial, cuando en realidad es precisamente la falta de movilización la que fortalece tanto a la conspiración golpista como a las instituciones de contención. Esta postura del MRT, que se está transformando cada vez más en una secta política, es un escándalo que debe ser repudiado por toda la vanguardia revolucionaria.
Finalmente, es crucial que la inmensa reserva de combatividad que se vio ayer en las calles contra la extrema derecha y los planes golpistas, no sea capturada por la burocracia, sino que avance en su autoorganización, independiente del gobierno y la patronal. Esto es esencial para que la resistencia demostrada ayer en las calles y a través de las huelgas en curso, pueda enfrentar al imperialismo, derrotar a la extrema derecha y los ataques del gobierno de Lula .
Para lograr esto, debe haber un cambio completo en la postura de los grupos políticos mencionados anteriormente. La lucha por la prisión de Bolsonaro y todos los golpistas debe reenfocarse en las movilizaciones, oponiéndose a la reducción de cualquier sentencia y por la prisión inmediata de Bolsonaro . Además, debemos seguir luchando contra la ofensiva golpista de la extrema derecha y enterrar la Enmienda Constitucional de Blindaje (PEC da Blindagem), contra el aumento de aranceles y otros ataques imperialistas de Trump, por el fin de las contrarreformas de Lula y por nuestras agendas más parciales, como satisfacer las demandas de los trabajadores en lucha, el fin del turno de trabajo de 6×1 y los derechos de los repartidores de aplicación.
Debemos exigir a los sindicatos (CUT, CTB), a los movimientos sociales (MTST, MST) y a las organizaciones estudiantiles (UNE, UBES, ANPG) un plan de lucha desde la base, construido en los lugares de trabajo y estudio, para derrotar la Amnistía y la Propuesta de Enmienda Constitucional (PEC) contra el Bandidaje. Impulsar esta estrategia de movilización también requiere una táctica para unificar a la vanguardia más combativa en las calles, convocando y construyendo columnas de la izquierda independiente que sirvan de referencia organizativa y política para sectores más amplios de la vanguardia en las próximas manifestaciones. Convocamos urgentemente a una sesión plenaria nacional de la CSP-Conlutas que reúna a la vanguardia y a los activistas independientes para construir este proceso desde la base.
[1] En Brasil se denomina como Centrão a un conjunto de partidos “fisiológicos”, es decir, que no tienen un claro programa político y cuya actividad pasa por colocar sus votos en el Parlamento al servicio del gobierno de turno, a cambio de recursos estatales para su base electoral y prebendas personales. Anteriormente, fueron base del gobierno de Bolsonaro y hoy lo son de la administración de Lula (Nota de V.A.).




