Trump y las amenazas represivas contra los «Antifa»

Trump anunció la designación de "terrorista" de los grupos "antifa" con la excusa del asesinato de Charlie Kirk. El uso sistemático de la desinformación y las fake news del gobierno yanqui.

¿Quién es realmente Tyler Robinson? No se sabe. ¿Por qué este joven decidió matar a Charlie Kirk, la polémica figura de la extrema derecha estadounidense? Tampoco sabemos. Ahora… ¿por qué el gobierno de Donald Trump hace de cuenta que los grupos «antifa» tuvieron algo que ver? Pese a la escasez de información y el poco tiempo que tiene la investigación de los hechos, el gobierno norteamericano busca en este asesinato la creación de un mártir como excusa para su autoritarismo.

¿Quién va a ser tan persistentemente enemigo de los «antifa» que los «fa»? El trumpismo quiere amparar a sus grupos simpatizantes de fascistas.

Sin duda alguna, lo ocurrido el pasado 10 de septiembre dejó mucho que hablar. Los últimos momentos de Kirk transcurrieron en medio de uno de sus debates transmitidos vía plataformas de streaming. Todo quedó inmortalizado en la web, las imágenes no tardaron en dale la vuelta al mundo. Y las opiniones no tardaron en salir.

Una de ellas, y quizá la más importante, es la que circula alrededor de los pasillos de la Casa Blanca.

Desde la Oficina Oval no tardaron en responsabilizar a la izquierda, en particular al movimiento «Antifa». En su propaganda, el trumpismo lo quiere presentar como una organización peligrosa, la designación de «terrorista» los pone casi en el mismo nivel que al-Qaeda o el Isis. En realidad, es una comunidad descentralizada de grupos autónomos, heterogéneos. Lejos está de ser una agrupación centralizada y organizada. 

Es un cuerpo con poca capacidad de acción para un acto semejante. Antifa se caracteriza principalmente por las protestas contra los grupos de extrema derecha fascistas, tanto en redes sociales como en las calles. Se los vincula con la realización de marchas, protestas, acciones varias de ayuda a los sectores más desprotegidos. A lo sumo, Antifa es un espacio en el que se nuclean individuos de izquierda, incluso una firma, pero no una entidad estructurada por fuera de ese colectivo de grupos.

Eso no le resta importancia en lo absoluto a lo que significa en la pelea contra la derecha. La comunidad logró a lo largo de estos años instalarse, ser una bandera en contraposición a los nuevos movimientos racistas y xenófobos que vienen surgiendo principalmente en el vecino del norte.

¿Por qué son apuntados como los perpetradores del asesinato de Charlie Kirk, si ni siquiera hay indicios de que Robinson haya participado de alguna de sus acciones o incluso entablado un dialogo con esta red? Lo único que se sabe del principal sospechoso es que últimamente se estaba interesando un poco más por la política. De ahí a ser un militante ultra radicalizado de izquierda que mantenía nexos con una agrupación capaz de llevar adelante hechos de las características que este caso tiene, hay un salto enorme, que no coincide con la realidad.

Trump está mintiendo deliberadamente, vinculando una acción hasta ahora individual con un colectivo que nunca ha llevado adelante operativos de este tipo, y que al mismo tiempo no tiene el aparato para hacerlo.

En la narrativa trumpista, los «antifa» vienen siendo los grandes protagonistas de la violencia política en Estados Unidos. En realidad, no hay un solo caso registrado de asesinato o daños físicos graves a personas por parte de ellos. Las cosas son exactamente al revés: La extrema derecha fue responsable del 73% de los ataques terroristas en Estados Unidos entre 2001 (después del 11 de septiembre) y 2017.

Trump usa todas las justificaciones que tiene a mano para darle amparo a los grupos fascistas y proto-fascistas en Estados Unidos. Se trata también de pequeños núcleos violentos y extremistas, pero con la gran diferencia de que tienen el respaldo del trumpismo. Su primer gran enfrentamiento público con los «antifa» fue en la manifestación de Charlottesville. Se manifestaban en defensa de una estatua del general de la Confederación Robert E. Lee, el principal militar del bando esclavista de la guerra civil, y fueron recibidos por los antifascistas.

Antifa se enfrentan a las bandas neonazis en su manifestación racista en Charlottesville, 2017.

Fue entonces que empezó el ensañamiento de Trumpo con los «antifa». El desequilibrio entre la violencia de uno y otro lado está muy claro. Los «fa» del trumpismo fueron los principales protagonistas del asalto al Capitolio en enero del 2021, y fueron indultados por el gobierno tras su asunción en enero del 2025. Trump acusa de «terrorismo» a grupos sueltos de organizaciones de las que no hay ninguna prueba que hayan tenido nada que ver.

Como uno de sus primeros actos de gobierno, Donald Trump le puso la firma a un indulto que alcanza a unos 1.300 ultraderechistas del asalto al Capitolio en enero de 2021. El manotazo golpista había sido largamente fogueado por Trump hasta que los sectores más rabiosos de su base política intentaron tomar el edificio del Parlamento estadounidense.

indulto Asalto al Capitolio

Los «antifa» se enfrentan a los fascistas. Trump, Charlie Kirk y sus seguidores temen a la ridícula teoría de la conspiración de que las minorías (es decir, todo aquel que no sea varón, blanco, occidental, heteronormativo, y no menos importante, facho) vamos a extinguirlos en lo que denominan «El Gran Reemplazo». Son fascistas.

Contando con el apoyo del trumpismo, que se suma a su confrontación con el activismo de izquierda y tilda de terroristas a los sectores de Antifa (dicho sea de paso, una generalización que apunta contra todo el arco que confirma la izquierda), estos grupos se ven envalentonados a seguir saliendo a la calle a demostrar lo que son. No nos olvidemos que el principal golpe antidemocrático de los últimos años vivido en Estados Unidos fue precisamente la ocupación del capitolio de Washington D.C. por parte de los mimos. No les interesan los derechos democráticos.

Darles el visto bueno es legitimar los discursos de odio, los ataques a las minorías, las masacres, los atentados contra los derechos de los inmigrantes y más. Darles el visto bueno solo ayuda a polarizar más a los diversos espacios que confluyen en la población estadounidense, dejando espacio para que sucesos similares a lo ocurrido en Utah vuelvan a cometerse.

Para colmo, quienes se jactan de ser las victimas de la cultura de la cancelación son los principales beneficiados. La muerte de Kirk fue un hecho de relevancia en la cotidianidad de Estados Unidos. Los videos del momento en el que es impactado en el cuello los vimos todos. Sin embargo, cada vez que se descubre una nueva victima de la derecha y este cúmulo de conservadores se ríe, no pasa nada.

Ahora, cuando uno de los principales conductores de TV norteamericanos, Jimmy Kimmel (al que es raro tener que defender), habla sobre el asunto es cancelado y echado de su trabajo por pedido directo de Trump. Pero realmente cancelado y no por la gente común en redes, sino por los medios masivos de comunicación.

El pasado lunes el conductor se pronunció y comentó al aire: “la pandilla MAGA desesperadamente trata de caracterizar a este chico que mató a Charlie Kirk como otra cosa más allá de ser uno de ellos, y haciendo todo lo posible para sacar puntos políticos a su favor”. Tan solo dos días después, el director de la Comisión Federal de Comunicaciones, Brendan Carr, amenazó con revocar todos los derechos de transmisión de cualquier emisora que continúe publicando los dichos de Kimmel. Es un claro caso de censura a una crítica al gobierno de Trump, y no una mofa al asesinato en sí.

Kirk no es un mártir. Era un fascista dañino. Se volvió un daño colateral en su lucha por el respeto de la Segunda Enmienda y la criminal política de portación de armas de Estados Unidos. Pero su asesinato nada tiene que ver, de momento, con la izquierda. La gravísima denuncia que proviene del despacho del mandatario neoyorquino no tiene fundamentos. Es solo una maniobra desesperada para victimizar a su arco político y darles el espacio para que puedan escalar en sus acciones violentas.

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