La alarmante cifra de muertos por fentanilo contaminado sigue incrementando todos los días. Es imposible no poner el ojo en los despidos y desregulación que vienen sufriendo tanto el sistema de salud a nivel nacional como la ANMAT, la principal entidad en cuestiones de control de calidad y distribución de, entre otras cosas, medicamentos.
¿Se desregula y ajusta el control de medicamentos y hay muertes? A nadie debería parecerle casualidad.
“El ANMAT me decía que revisaba el fentanilo. Si no estaba el ANMAT, yo hubiera hablado con mi médico y me hubiera cuidado mejor” expresaba el Ministro de Desregulación del Estado, Federico Sturzenegger, en una descarada defensa de los recortes y la desregulación salud del país.
A principios de diciembre del año pasado, a poco más de un año de la asunción del gobierno en curso, la ANMAT detectó irregularidades críticas en el desarrollo de fentanilo de Laboratorios Ramallo, la cual produce para la firma HLB Pharma. Los documentos internos de la entidad nacional confirmaban irregularidades no solo en la elaboración de dicha droga, sino también en todas las áreas claves intervinientes en el manejo de la sustancia, desde documentación deficiente hasta falencias criticas en el control de calidad. Las advertencias a dichas empresas se vienen sosteniendo desde octubre de 2023, según detalla el Boletín Oficial, y que las acusan de falencias en varios de sus otros productos.
Recién en febrero de este año, a 2 meses de conocerse las fallas graves del laboratorio, se ordenó el corte de producción de medicamentos en la planta farmacéutica localizada en la provincia de Buenos Aires. La información recopilada hasta ese momento era ya completamente suficiente para tomar medidas mucho más drásticas. De hecho, ya hacían urgente que así se hiciera. La tardía orden de detener la producción dio tiempo para la elaboración de un nuevo lote de fentanilo y su distribución, el lote 31202, el cual vio la luz apenas días después de la visita de la ANMAT al laboratorio. Sus ampollas registraban restos de patógenos relacionados a infecciones respiratorias.
Se trata de un claro caso de inoperancia del gobierno nacional, y las muertes son consecuencia de la desregulación sobre el sector de salud.
En abril de 2025, el Hospital Italiano de La Plata informó de un brote de estas infecciones en pacientes internados en terapia intensiva. La investigación llevada adelante dio con el hallazgo de las bacterias mencionados en las ampollas ya suministradas. Es decir, si bien se emitió una alerta en todo el territorio nacional para que no se siga utilizando el lote contaminado, tuvieron que pasar más de 60 días que se tomen medidas concretas. En el medio, expusieron la salud de cualquier persona que debiera someterse a una operación compleja o que ya se encontraban en una situación delicada, y con la quse debía hacer uso del fentanilo. Si se hubiese actuado a tiempo después de las inspecciones del año pasado, el lote no se habría fabricado, y el futuro de las personas víctimas del mismo podría haber sido otro.
Además, la administración provincial también se encuentra en el foco del problema por medio del Ministro de Salud bonaerense Nicolas Kreplak, quien ejerce el cargo desde julio de 2021. El gobierno provincial de Axel Kicillof es uno de los principales clientes de ambos laboratorios, y no actuó frente a las poco efectivas pero existentes alertas sobre los insumos producidos que circularon a lo largo de los últimos años. El ministro a su vez es hermano del juez Ernesto Kreplak, a cargo del Juzgado Federal N° 3 de La Plata, lugar donde tramita la investigación judicial. Dicho vínculo familiar le da excusas al gobierno nacional para intentar recusarlo de la causa, entorpeciéndola aún más. La única intención del mileísmo es, claramente, desviar la atención de sus propias responsabilidades.
Hasta ahora, el ministro de Salud Lugones no se ha pronunciado sobre el caso, ni se ha comunicado con los familiares de las víctimas.
Uno de los principales investigados en la causa judicial es Ariel García Furfaro, a quien se le atribuye ser dueño de HLB Pharma y de Laboratorios Ramallo SA. El empresario, a pesar de intentar desligarse de los hechos, se encuentra hoy envuelto en medio de la disputa entre el gobierno nacional y el bonaerense, quienes se señalan entre ellos como cómplices y/o responsables de las muertes sucedidas, y sobre la relación que podrían llegar a tener con Furfaro.
Es claro el pésimo manejo que se tuvo desde todos los sectores involucrados, pero es necesario hacer énfasis en las políticas de ajuste y recortes que se vienen llevando adelante desde el despacho de Sturzenegger. Entre despidos, falta de personal y sueldos pisados que perdieron más de 20 puntos frente a la inflación, era evidente que una situación similar podía llegar a pasar. La cita del ministro a comienzos de la nota lo pone en el centro de las responsabilidades. Es absolutamente imposible que pacientes o médicos controlen si los medicamentos están contaminados. Sabe que está mintiendo. Lo único que quiere hacer es justificar arrebatarle la salud pública a la mayoría para enriquecer a la minoría.
Es imposible concebir la demora en la intervención de las plantas farmacéuticas sin tener en cuenta el accionar de las autoridades de la ANMAT y su directora, Agustina Bisio, responsable de no haber presentado la denuncia pertinente para el cese de operaciones de la firma farmacéutica a tiempo. Ello permitió que las empresas de Furfaro siguieran trabajando pese a las reiteradas advertencias sobre cuestiones sanitarias dentro de las plantas y en el manejo de los fármacos, lo cual resultó en la elaboración del lote 31202.
Estamos hablando de la segunda masacre más grande en cantidad de víctimas de la historia reciente del país, después de Cromañón. Sí, «masacre», porque la negligencia y el ajuste de este gobierno los pone en lugar de culpables. Porque Sturzenegger y compañía, entre silencios y declaraciones que oscurecen más de lo que aclaran, demuestran que la «libertad» para los ricos, como los dueños de HLB Pharma, la están consiguiendo a costa de las vidas de los demás.