El caso Epstein le abre una crisis política a Trump

La tormenta política en Estados Unidos en torno a los vínculos entre el traficante de menores y pedófilo Jeffrey Epstein y Donald Trump.

Epstein fue amigo de Trump al menos durante 15 años. Mientras más intentan negarlo o desestimarlo, más incriminatorio ha resultado para Trump. Y las consecuencias han sido más que meramente mediáticas.

Tiene razón el analista Dan La Botz cuando dice: «Hace algunos meses, el movimiento Make America Great Again o MAGA del presidente Donald Trump parecía un sólido monolito desde los legisladores del Partido Republicano en la cima hasta los activistas de base. Hoy, MAGA está hendido por fisuras causadas por rivalidades personales, la crecientemente visible incompetencia de los miembros del gabinete, y mientras MAGA no se está rompiendo ni derrumbando, sí está claramente agrietando».

Ya eran varias las crisis que comenzaba a atravesar el gobierno de Trump, que parecía inamovible, sólido como una roca, cuando asumió hace seis meses. La salida de Elon Musk, con los disparos mutuos en redes sociales, la responsabilidad del gobierno en hacer mucho peor las consecuencias de las inundaciones en Texas, el creciente rechazo a las razzias antiinmigrantes, todo era parte de un creciente rechazo al gobierno ultra reaccionario y fascistoide de Trump. 

Pero el caso Epstein le genera un problema diferente. Todo lo demás hacía crecer el rechazo de quienes ya lo odiaban, y también perder apoyo por parte de sectores que lo votaron. La crisis en torno al caso de su amigo traficante de menores Jeffrey Epstein le genera a Trump una crisis diferente: una con su propia base de MAGA. 

El caso Epstein y Donald Trump

Jeffrey Epstein era, como Donald Trump, un destacado miembro de la «alta sociedad» mediática de Nueva York. No necesariamente del ámbito del cine o la televisión, sino de uno específicamente mediático: los ricos «playboys» que hacen gala de su vida de fiestas en revistas y televisión. Claro que ese ambiente se mezclaba y se mezcla con las celebridades y la política. El caso más obvio es el propio Trump, que cultivó a propósito por décadas su imagen de millonario prepotente, mediático y profesional de las fiestas.

Los vínculos entre Epstein y algunas de las más conocidas figuras del cine, la política y la sociedad de multimillonarios que festejan en las cumbres del imperialismo yanqui eran muchos. Se presentaba como un «financista» multimillonario que usaba su fortuna para vivirla a la manera de cualquier aristocracia decadente.

Como todos a su alrededor, era dueño de múltiples propiedades a lo largo de Estados Unidos. Hubo una que se convirtió en el centro de uno de los casos judiciales más discutidos de los últimos años: su isla privada. Epstein realizaba vuelos privados desde otros lugares de Estados Unidos hacia su isla para sus amigos de la «alta sociedad». Entre los nombres de los «invitados» a la isla de Epstein figuran Trump, David Copperfield, Michael Jackson, Bill Clinton y el Príncipe Andrew de York, hermano menor del actual rey británico.

Isla de Epstein
Little St. James, la isla privada de Epstein.

La isla era Little St. James, y allí llegaban hombres de las cumbres de las sociedad capitalista para las fiestas privadas de Epstein desde el año 2001 hasta el 2018. Little St. James era un centro de tráfico y prostitución de menores.

Epstein creó una red de empresas e individuos que participaron y conspiraron con él en un patrón de actividad criminal relacionada con el tráfico sexual, el trabajo forzado, la agresión sexual, el abuso infantil y la servidumbre sexual de estas mujeres jóvenes y niñas”, decía la demanda presentada por la fiscal general Denise N. George.

Agrega que sus víctimas eran “sometidas engañosamente a servidumbre sexual, obligadas a participar en actos sexuales y coaccionadas a realizar actividades sexuales comerciales y trabajos forzados”.

El caso se ha convertido en una de las mayores fuentes de teorías de la conspiración desde el 2019 cuando Epstein se suicidó en la cárcel, cuando esperaba su juicio. Hay que decir, sin dar lugar a afirmaciones sin pruebas, que, sin embargo, las condiciones de su muerte son muy sospechosas.

Con el paso del tiempo, se fueron haciendo públicos algunos archivos de la investigación del caso. Uno de ellos nombraba a Trump como uno de los participantes de los viajes a la isla.

La crisis del gobierno

Durante la campaña, Trump y sus subordinados habían prometido una y otra vez que ellos sacarían todo a la luz, que los archivos del caso Epstein se harían completamente públicos. Pam Bondi, la fiscal general del gobierno de Trump, había dicho que había una lista de clientes de Epstein. Ahora niega que esa lista exista.

Cuando estalló el escándalo de que la Casa Blanca no haría públicos esos supuestos archivos, Trump salió a responder agresivamente en Truth Social que era algo «aburrido» que «no le importa a nadie». Allí, en la red social creada por Trump para quienes apoyaban su intentona golpista del 2020, fue que comenzó el revuelo en las redes sociales. Entre su propia base social.

Desde entonces, y ya por semanas, las cosas no han parado de empeorar para el trumpismo. Ya eran muy conocidos los vínculos entre Trump y Epstein, los registros de su «amistad» son muchos. Ahora se sumaron nuevos archivos fotográficos hechos públicos por CNN que demuestran que el magnate pederasta estuvo presente en una de las bodas de Trump, en ese caso en 1993.

Los republicanos, incluso, forzaron al Congreso a entrar en vacaciones de verano para evitar una votación en contra exigiendo más «transparencia» con el caso. Muchos representantes del Partido Republicano se disponían a votar contra Trump.

Donald Trump y sus hijos, Eric e Ivanka Trump, son vistos con Jeffrey Epstein en la inauguración del Harley Davidson Cafe en Nueva York en 1993. Dafydd Jones

Las malas noticias para Trump no paran de llegar. Hace algunos días, el Wall Street Journal reportó que Pam Bondi había advertido en enero que Trump aparecía en las listas de clientes de Epstein. El diario no agregó que «por eso no hacían pública la lista» pero no era necesario ni insinuarlo.

La catarata de nuevos archivos y pruebas es presentado por los voceros del gobierno como fake news, «noticias falsas». Pero es todo demasiado sospechoso. Sin mencionar cosas que ya se sabían pero que ahora van teniendo más atención por el estallido del escándalo. Trump había dicho sobre su amigo Jeffrey Epstein en una entrevista para la New York Magazine: “Es muy divertido estar con él. Incluso se dice que le gustan las mujeres hermosas tanto como a mí, y muchas de ellas son de las más jóvenes. Sin duda: Jeffrey disfruta de su vida social”. Pocas cosas hay más incriminatorias que esta frase.

La crisis del movimiento MAGA

El primero en saltar del barco había sido Elon Musk, aunque tuvo la suerte de hacerlo bastante antes de que estallara el escándalo. Uno de los primeros bombazos que lanzó contra Trump fue precisamente que su nombre figuraba entre los nombres de los amigos/clientes de Epstein. Lo hizo de manera oportunista.

Ahora se sumaron varios de los representantes del Congreso que votaron contra su propio bloque exigiendo que abran los archivos del caso. No eran republicanos de la vieja escuela sino miembros de MAGA.

Es que el caso Epstein está en el centro de la ideología MAGA desde hace varios años.

Las teorías de la conspiración más delirantes de la base social trumpista, y a la vez de las que más público tienen, son Qanon y el Pizza Gate. Como todo movimiento ultra reaccionario, como el fascismo, intentan defender a los dueños del mundo y buscar culpas en otro lado. Porque el régimen que defienden no puede tener la culpa de nada. Por eso son partidarios de las más estúpidas teorías de la conspiración. Eso tienen en común, entre muchas otras cosas, las absurdas teorías de la «cábala judía que controla el mundo» de los nazis y el «Deep state» del trumpismo.

La teoría del Deep state, o «Estado profundo», plantea que existe un culto secreto que controla el mundo y le impone sus directivas desde la oscuridad. Según ellos, Trump es el héroe que los combate y se prepara para ponerlos en evidencia frente al mundo para salvar la «civilización» y los «valores occidentales».

Tanto Qanon como el Pizzagate destacan por los niveles de estupidez que manejan sus adherentes. Qanon plantea que un hombre de los servicios de inteligencia con un perfil anónimo en el foro 4chan viene revelando al público información secreta del deep state desde hace años. Sus delirios son demasiados como para nombrarlos todos. Basta mencionar que algunos miles de los partidarios de esa teoría de la conspiración se reunieron hace algunos años para esperar el regreso de John F. Kennedy, Jr. anunciado por Qanon en internet. Supuestamente no estaba muerto y se preparaba para volver y revelar secretos oscuros, así como anunciar su apoyo a Trump.

Partidarios de Qanon, reunidos para esperar el regreso triunfal de John F. Kennedy, Jr., fallecido en 1999.

¿Qué tiene todo esto que ver con Epstein? En el centro de sus teorías de la conspiración está el planteo de que el mundo está dominado en secreto por un culto de pederastas y traficantes de menores encabezado por los demócratas, estrellas de Hollywood y progresistas en general.

Cuando estalló el caso Epstein creyeron que por fin, después de estar siempre equivocados, los hechos les daban la razón. Marjorie Taylor Green, una de las más ridículas representantes del Congreso de parte del trumpismo, llegó a decir que la amistad de Trump con Epstein había sido algo completamente planificado por parte de su presidente para poner en evidencia al deep state.

La existencia de un culto de traficantes de menores que controla el mundo y Trump combate está en el centro de su estúpida ideología. Por eso la crisis: de repente su mesías anunciaba que nada de esto debería importarle a nadie y que no iban a hacer público nada de lo que dijeron que iban a hacer público.

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