
La zona del centro-sur de la Ciudad se encuentra completamente sin energía. Acercándose la noche, no hay un sólo indicio de que los barrios de Caballito, Pompeya, Lugano, Mataderos y muchos más no pasen una noche entera e incluso días a oscuras. La bronca no puede no ser explosiva; mientras decenas de miles de personas se acercan a un deseado y merecido descanso en los últimos días de diciembre, la desidia empresarial amenaza con arruinarlo completamente.
317 mil usuario se vieron afectados por los cortes, que cruzaron de punta a punta a toda una inmensa ciudad. Los barrios afectados son 17: Flores, Floresta, Mataderos, Monte Castro, Liniers, Villa Lugano, Parque Chacabuco, Villa Devoto, Parque Avellaneda, Caballito, Versalles, Parque Patricios, San Cristóbal, Villa Real, Villa Soldati, Boedo y Constitución.
El detonador del apagón fue una falla e incendio en la estratégica subestación Perito Moreno de Edesur, que es clave en la distribución de energía en la zona. Más concretamente, el fallo es en la línea 62 que sale de la subestación, el colapso hizo que se cayeran en torno a 600 MW de un momento a otro.
Los apagones recurrentes frente a las olas de calor se dan generalmente por la falta de refrigeración de los cables, las cámaras de transformadores se recalientan y se corta el suministro de manera preventiva frente a posibles incendios. Este no fue el caso, el colapso se dio producto de un incendio.
En el caso de las privatizadas como Edesur, no hay «grieta» alguna. La responsabilidad por la desinversión y desidia es de la gestión conjunta empresarial-estatal y tanto los medios «progres» como «gorilas» están gritando a vida voz la versión de Edesur que sostiene que podría haber sido un «atentado», un incendio premeditado. Algunos funcionarios menores señalan con el dedo a Edesur, sin recordar que la empresa no hace nada sin la venia del gobierno.
La realidad es que los apagones en la ciudad de Buenos Aires en esta época del año son una cosa tan segura como que enero viene después de diciembre, que echarse al mar es para salir mojado y que Macri no sabe hablar en público. Los apagones, con una masividad mayor o menor, son la consecuencia necesaria de la desinversión sistémica y los monopolios de la energía que no tienen que rendir cuenta a nadie.
Edesur y Edenor dicen hace años que lo recaudado no alcanza para hacer inversiones (ahora hablan del «atentado»). Los hechos: Edesur registró ganancias de 12.680 millones de pesos sólo en 2019, de las que poco y nada fueron para sostener la infraestructura ya existente, con algún parche nuevo, y menos aún para la modernización del sistema. La consecuencia es que se produce poca energía con muchos recursos y mucho trabajo, con lo que el servicio es malo y caro, las ganancias se las embolsan y la producción de energía vive en un círculo vicioso de un servicio malo y caro que por ser malo y caro sigue siendo malo y caro.
Hay crisis energética, y muy notoria. La explicación se puede resumir en pocas palabras: en la última década y media la producción de energía aumentó menos que la producción en general. E incluso en medio de una crisis recesiva como la que vive Argentina, con buena parte de la producción paralizada, la inversión total es insuficiente en relación a la demanda. Pero esa cuenta incluye un montón de problemas más, como algunas usinas térmicas muy viejas, instalaciones de tendido domiciliario que superan los 50 años de antigüedad y el uso de generadores a combustible que son obsoletos y/o carísimos. Incluso las nuevas instalaciones, injertadas en un contexto de desidia general, no pueden no colapsar. En última instancia, se les exige más de lo que pueden dar debido a un contexto general de desinversión.
Ahora bien: ¿por qué el aumento de la generación de energía fue tan bajo respecto del índice general? Sencillamente, porque no hay inversión suficiente. Desde ya, del lado de las compañías privadas, sobre todo Edesur y Edenor, la inversión en mantenimiento es muy baja, y la inversión en generación nueva, casi inexistente. Las nuevas plantas de generación de energía eléctrica han corrido casi íntegramente por cuenta del Estado. Sí: los tarifazos de la era macrista y sus millones fueron a los bolsillos empresarios, no a la inversión.
Se trata de un caso clásico de lo que Milcíades Peña llamó la «seudo industrialización» en Argentina: pequeños nichos económicos competitivos en un mar de atraso. La industrialización propiamente dicha implica un tejido de «producción para la producción» (como la energía) que en este país no se corresponde con su población, el tamaño de ciudades como Buenos Aires y el entramado industrial.