Morir de frío: No fue el invierno, fue el capitalismo

Sergio Zacarias, un hombre que se encontraba en situación de calle, murió de frio a cinco cuadras de Casa Rosada, en el umbral mismo de los centros del poder político. La única ayuda que recibió del Estado fue después de muerto, cuando la policía se encargó de cubrir su cuerpo de las miradas del resto. Parece que es más barato y provechoso darle cobijo a un cadáver.

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Mientras los datos de la pobreza y la indigencia crecen, las noches frías del invierno que apenas comienza ya comienza a cobrarse innecesariamente vidas. Este lunes por la mañana, Sergio Zacarias, un hombre de 52 años edad que se encontraba en situación de calle, fue hallado muerto sobre la vereda en la que dormía. No murió en un lugar recóndito, ni aislado, ni periférico. Murió sobre la calle Perú, entre Belgrano y Venezuela a cinco cuadras de Plaza de Mayo, en pleno centro de la ciudad más rica de la Argentina.

Para los médicos, falleció de una hipotermia pero todos sabemos que la causa de muerte es la pobreza. Y ante la falta de asistencia de un  Estado, donde los encargados de atender y proteger a aquellas personas que duermen al intemperie solo realizan recorridas cada quince días, Sergio recién tuvo asistencia social el día de su muerte, cuando la policía le “brindo” una carpa para cubrir su triste cadáver de los ojos de la sociedad.

Mientras que el aumento de la pobreza y la indigencia arrojaron familias enteras a las calles, los programas de asistencia se fueron vaciando poco a poco. Los paradores en la Ciudad solo funcionan de noche y si los cientos de indigentes que pueblan Buenos Aires quieren asegurarse un lugar donde dormir, deben hacer colas y colas, por lo que no siempre consiguen cama.

“En realidad tenés más gente que viene a pasar el día, que viene de la provincia a pedir en la calle y se vuelve. Gente durmiendo a la noche en la calle aumentó un poquito”, dijo descaradamente el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, después de que el año pasado cuando las organizaciones de la sociedad civil revelaron que solo en la Ciudad de Buenos Aires eran 6.300  las personas que vivían en la calle. El Gobierno porteño apenas reconoció a poco más mil.

El próximo 20 de julio van a publicar un nuevo censo y ya estiman que más de 20 mil personas viven en la calle. No hay un solo indicador social en este país que no esté en rojo: pobreza, empleo, vivienda… Y detrás de los fríos números de las estadísticas están las millones de vidas que con sus historias, sus pasados y sus aspiraciones, viven el día a día como una cruda guerra por la existencia. Y, como toda guerra, muchas veces se pierde. Sergio Zacarías la perdió.

Mientras tanto, los diarios festejan otras estadísticas. Baja el riesgo país, no sube el dólar, “los mercados” se preocupan, “los mercados” festejan, “los mercados” opinan, “los mercados” duermen, “los mercados” los mercados. El verso liberal a través del que piensan los Macri, los ricos y los diarios nos dice que en el libre mercado “todos” decidimos. Hagamos honor a la verdad, no mienten: el asunto es que tienen un concepto muy restringido de la palabra “todos”, que los abarca solamente a ellos. Ellos son los mercados, ellos son “todos”. Sergio no.

 

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