
La realidad amerita mucho más. Las cifras de la creciente crisis social son cada vez más alarmantes. 32% de pobreza, decenas de miles de nuevos desocupados, un dólar que no para de subir y realidad creciente de desgobierno económico que amenaza minuto a minuto con llevar al abismo a miles de trabajadores más. Mientras tanto, la CGT durmió la siesta durante meses para despertarse con la idea de que lo mejor era levantarse para defender… a los empresarios. Ese fue el formato de la última movilización convocada por los traidores el pasado 4 de abril.
No habrá acto, ni movilización, ni oradores, ni documento. Nada. Es evidente que temen al acosador fantasma del “ponele fecha” del 7 de marzo del 2017. Por eso precisamente tampoco habrá atril. Suponemos que no tienen deseos de que se repita algo similar a su venta por internet como recuerdo de ese evento de rabia obrera contra sus “dirigentes”.
La cúpula cegetista está enteramente comprometida con proceder a un armado electoral de los empresarios que les dé un margen aún mayor para seguir entregando a los trabajadores a los empresarios y el gobierno de turno. Con esta convocatoria intentan, por un lado, buscar su propio lugar en el futuro armado del PJ; por el otro, descomprimir la bronca que se siente en cada lugar de trabajo.
La política de la CGT fue durante todos estos años de gobierno de Cambiemos dejar hacer y deshacer a Macri para que el peronismo gobierne sobre las cenizas. En el camino hicieron jugosos acuerdos con el gobierno: hubo este año 32 mil millones de pesos de fondos asignadas a ellos por Macri. Mientras tanto, exigen al gobierno que se le ponga un freno a las denuncias a las obras sociales… ¿Quién denuncia a las obras sociales? Quien más que los propios trabajadores estafados por estos burócratas inescrupulosos enriquecidos a costa de los trabajadores sindicalizados. Es decir, los Daer y compañía exigen a Macri que los defienda… de sus propios afiliados.
Lograron durante todo este tiempo sumir en la frustración a millones para que así la salida electoral sea, en apariencia, la única viable. Pero si los trabajadores no imponen su agenda, cualquier candidato ganador será uno del FMI (aunque negocie y re negocie mil veces el acuerdo) y la agenda de los de abajo será eclipsada por el ajuste y la crisis. Y no está de más olvidarse que la «alternativa de unidad» que eventualmente armará el peronismo, tendrá a estos traidores en sus filas.






