2025: el hambre acecha en el mundo

El hambre acecha en el mundo. Esta es la advertencia que lanzó el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Según este organismo adscrito a la ONU, 2025 será un “año de crisis implacables”.

Las estadísticas que brinda son alarmantes: el hambre aguda afecta a 343 millones de personas en 74 países. Estos datos corresponden únicamente a los lugares donde el PMA trabaja, lo que sugiere que la situación a nivel global es mucho peor.

Junto con esto, se estima que 1,9 millones de personas están al borde de la hambruna, principalmente en Gaza y Sudán, cuyas poblaciones son afectadas por un genocidio y una guerra civil, respectivamente.

Asimismo, la FAO considera que, de continuar la tendencia actual, el número de personas afectadas por el hambre superará los 840 millones para el año 2030.

Las causas de la crisis no radican en la falta de alimentos. De hecho, la producción de alimentos creció significativamente en los últimos veinte años. Por ejemplo, entre 2000 y 2022, la producción mundial de cultivos primarios (arroz, maíz, trigo, caña de azúcar) aumentó en un 56%. En el caso de la carne, el incremento fue de un 55% en el mismo lapso de tiempo.

A pesar de eso, la cantidad de personas con hambre aguda no dejó de incrementarse. Esto se debe a una razón muy simple: a la industria agroalimentaria solamente le interesa en obtener lucro. Esto demuestra la perversidad del sistema capitalista y su ley del sálvese quien pueda.

Este problema sistémico se agravó con los cambios derivados de la nueva etapa que se abrió a nivel internacional. A esto nos referimos al desmoronamiento del viejo orden mundial y la reapertura de la pugna entre las grandes potencias imperialistas, así como la intensificación de conflictos regionales.

El gobierno de Trump, por ejemplo, eliminó el 90% los contratos de la Agencia Estadounidense para el Desarrollo Internacional (Usaid) y cortó 60 billones de dólares destinados para la asistencia global. Esto hace parte de su proyecto MAGA, dentro del cual la ayuda humanitaria es vista como un derroche de recursos.

Algo similar hicieron los gobiernos de Macron en Francia y Starmer en Inglaterra. El primero recortó en un 40% el presupuesto de la Agencia Francesa para el Desarrollo (AFD), con la finalidad de cumplir con las metas de ajuste fiscal. En el caso del gobierno laborista inglés, recortó su asistencia internacional al 0,3% del PBI amparándose en las necesidades de rearme nacional.

Estos recortes agudizan la crisis alimentaria, principalmente en países de Asia y África. El PMA anunció que la caída de la ayuda internacional afectará a 52 millones de personas solamente en África Central y Occidental. En el caso de Uganda, ya se canceló la asistencia humanitaria para un millón de refugiados.

El sistema de ayuda internacional de las potencias capitalistas es un ejemplo a escala imperialista de la filantropía burguesa. No representa una solución al problema; por el contrario, consiste en destinar migajas de las ganancias que obtienen de expoliar al mundo para presentarse con un “rostro humano”.

Esto confirma que la salida a la crisis alimentaria (así como al resto de crisis que aquejan el planeta) tiene que ser anticapitalista, pues solamente así será posible colocar la producción social en beneficio de las grandes mayorías de explotados y oprimidos, y no para satisfacer las ansías de lucro del imperialismo.

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