Milei llegó al territorio ocupado por el Estado de Israel para ratificar su apoyo al sionismo y la limpieza étnica de los palestinos, con la promesa de mudar la Embajada de Argentina, ubicada actualmente en Tel Aviv, a la ciudad de Jerusalén. Una definición que desconoce tratados internacionales y el derecho a existir de toda una nación.
La gravedad de la promesa, radica entre otras cosas en la absoluta indiferencia a la firma de los fallidos (y utópicos) Acuerdos de Oslo, denominados así por la ciudad en la que se firmaron en 1993, en los que se estableció la convivencia de los «dos Estados», Israel y el «Estado» palestino (que nunca llegó realmente a existir), sobre los territorios de Jerusalén.
Cuando se fundó Israel en 1948, la ONU supervisó una supuesta «partición» de Palestina. En realidad, implicó la expulsión masiva de más de 700 mil palestinos de sus hogares, la limpieza étnica de los nuevos territorios «israelíes», la masacre de decenas de miles. Con la supuesta «partición» en realidad se fundó un solo Estado y la población originaria, los palestinos, fue sujeta a una situación de «no ciudadanos», despojados de todo derecho.
Jerusalén era parte del territorio que siguió siendo palestino. La parte oriental de la ciudad fue ocupada por Israel en 1967, con la Guerra de los Seis Días. Desde ese año, la enorme mayoría de los países del mundo desconoce esa ocupación, que es internacionalmente reconocida como ilegal. Mudar una embajada a Jerusalén es posicionarse por el derecho de Israel a colonizar y expulsar palestinos cuando quiera, como quiera. Eso está haciendo Milei, está sujetando a la Argentina a una posición de apoyo incondicional a la colonización, al genocidio y a la expulsión masiva de palestinos.
En ese marco, que un Estado mude su Embajada hacia la Jerusalén occidental significa un drástico cambio de posicionamiento en el cuadro geopolítico, sobre todo si se trata de un país como Argentina, que hasta el momento no había mostrado su apoyo interestatal a Israel, al igual que otros 190 países más.
Al hacerlo en medio de un asedio permanente a la Franja de Gaza, que implica la masacre a niños y miles de civiles palestinos, Milei definió alinear al Estado argentino con el sionismo y ser cómplice del genocidio, al apoyar por completo la privación de los derechos políticos de Palestina a tener un territorio sobre el cual existir.
Aún así, en los últimos años, tres países definieron mudar sus Embajadas a Jerusalén. Se trata del país imperialista norteamericano, Estados Unidos, que se trasladó bajo el mandato del expresidente republicano, Donald Trump, en 2018. Por otro lado, Guatemala, que lo hizo dos días después que los norteamericanos, y Kosovo, que inauguró su sede diplomática en 2021.
«Occidente está en peligro» había dicho Milei, en ese tono fascista, en la Conferencia de la CPAC. La retórica de la defensa de «Occidente» es la del supremacismo europeo originada en la época colonial. Es también en nombre de «Occidente» que el sionismo proponía originalmente su proyecto de enclave colonial en Medio Oriente, en palabras de Theodor Herzl. El mismo que hacía lobby entre los peores antisemitas europeos para establecer esa colonia hoy conocida como «Israel».
El apoyo incondicional de Milei a Israel es de un cipayismo evidente, de alineamiento con políticas de colonización y exterminio. Milei es cómplice de un genocidio. Así lo había denunciado el Comité Argentino de Solidaridad con el Pueblo Palestino cuando fue la primera visita oficial de Milei a Israel:
«Queremos elevar nuestro más absoluto repudio y desacuerdo por el próximo viaje a Israel por parte del Presidente de la República Argentina, Javier Milei. En estos momentos en que se lleva a cabo un genocidio contra el pueblo palestino en Gaza y una profundización de la limpieza étnica en la Cisjordania Ocupada, que el Presidente de nuestra Nación se disponga a presentarse en el Estado de Israel, dando así el apoyo político a los crímenes perpetrados por la potencia ocupante, le hace cómplice del mayor genocidio de la era contemporánea.»