Argentina está en crisis, pero no es simplemente la crisis del gobierno de extrema derecha de Milei: es la crisis del capitalismo, en Argentina y el mundo. La guerra comercial de Trump hace temblar el mundo globalizado como lo conocemos, y suma incertidumbre e inestabilidad. La economía mundial tiende a la fragmentación. Son todas pésimas noticias para el gobierno nacional.
La imagen es de un país que se cae a pedazos, que no nos da una perspectiva a las y los trabajadores, a la juventud, a las mujeres y LGBTTINB. Es la crisis de un país pensado en función de las ganancias de los empresarios.
Milei dice que vino a resolver los problemas del país, pero en lugar de cuestionar el capitalismo, que es la raíz de la crisis, quiere exacerbarlo. Una receta para que vivamos cada vez peor.
Argentina no crece hace 15 años. El Producto Interno Bruto real por habitante es un 5% menor que en 2008, cuando estalló la última crisis económica mundial. El país no crece porque los empresarios decidieron no invertir en el país: la inversión es, en promedio, un 10% menor a la de cualquier país del mundo. Por eso la economía del país está estancada: sin inversiones no hay desarrollo productivo, no hay mejora de la productividad ni mejores condiciones laborales.
Sin embargo, a pesar de no invertir, los empresarios vienen apropiándose de cada vez más recursos. En los últimos años los trabajadores perdimos un 7% de participación en el PBI, que ahora se llevan los empresarios. La burguesía argentina es parasitaria, quiere vivir de arriba sin invertir.
La contracara de esto es que los trabajadores somos cada vez más pobres: el salario real no deja de caer desde 2016. La caída del salario es una verdadera “política de estado” en nuestro país, bajo todos los gobiernos.
Este Manifiesto Anticapitalista es un programa para darle al país una salida diferente, desde la clase trabajadora. Ya fracasó la regulación estatista del capitalismo, y estamos viviendo un nuevo fracaso de la regulación por el mercado del “anarco”-capitalismo de Milei. Hace falta de manera urgente un aumento de salario generalizado para los trabajadores, porque la miseria salarial no se aguanta más. Es indignante que tantos trabajadores en Argentina están por debajo de la línea de pobreza. Por eso proponemos un salario mínimo que parta de los $2.000.000, para que todo trabajador pueda tener un salario que alcance para vivir y terminar con la miseria, la pobreza y el pluriempleo. Para garantizar este aumento salarial de manera sustentable, es necesario afectar las ganancias de los empresarios y que la economía vuelva a crecer. El capitalismo ya fracasó, por eso proponemos la planificación democrática de la economía por parte de la clase trabajadora, para invertir lo que hace falta en mejorar la productividad, la infraestructura, salud, educación, y sacar al país adelante con los intereses de la mayoría trabajadora en el centro.
El país se cae a pedazos, el capitalismo fracasó, es hora de que pensemos en una alternativa. Es hora de terminar con este sistema que nos lleva a cada vez más miseria y más explotación. El gobierno de Milei está en una crisis profunda, económica, financiera, política y social. Desde el Nuevo MAS queremos discutir a fondo la forma en que se organiza y gobierna el país. Para llevar adelante este programa global es necesario una Asamblea Constituyente Soberana para que podamos ir a fondo en las transformaciones anticapitalistas que hacen falta.
Cuando Milei, Caputo, Sturzenegger y compañía hablan de Argentina, no hablan de lo mismo que nosotros. Ellos hablan de los empresarios, de los bancos, de la bolsa, de las multinacionales, del gobierno. Nosotros estamos hablando de los millones de trabajadores y trabajadoras que trabajan 6, 8, 10, 12 y 14 horas por día, de las y los precarizados, de los estudiantes, de las mujeres, de las personas LGBTTINB, del pueblo trabajador y de todos los explotados y oprimidos. Nuestro programa plantea un plan de crecimiento y desarrollo para el país, pero no bajo la dirección de la clase capitalista, que viene de llevar al país de fracaso en fracaso, sino de la clase trabajadora. Es un programa anticapitalista, porque reconoce que el principal escollo para el desarrollo del país y de todas nuestras capacidades humanas, productivas, creativas, es el capitalismo. Es un programa realista, porque parte de analizar los problemas reales del país, de resolver sus causas, y no maquillar sus consecuencias.
Con este Manifiesto Anticapitalista queremos dar vuelta todo. Acompañanos con tu voto para fortalecer esta alternativa.
1. La crisis del país es el fracaso del capitalismo en todas sus variantes
Argentina no crece hace 15 años. Desde la crisis internacional de 2008 el PIB real por habitante de nuestro país (el Producto Interno Bruto, suma del valor de todo lo producido en Argentina) está cayendo. Es la demostración palmaria de que las dos formas de regular el capitalismo que se han ensayado en la historia argentina fracasaron: la regulación capitalista estatista del peronismo, y también la regulación vía el mercado que se ensayó en los 90’ (y fracasó rotundamente como se puede ver en la recesión de 1998 al 2003) y ahora con el anarcocapitalismo de Milei, que ante su fracaso tiene que recurrir nuevamente al FMI. Si miramos el PIB pero por trabajador, el dato es todavía más dramático: no solamente estamos estancados desde 2008, en el último año caímos a la productividad por trabajador del año 2006. El capitalismo argentino nos llevó a casi 20 años perdidos. Varias generaciones enteras condenadas a ser cada vez más pobres.

El país se cae a pedazos, el capitalismo fracasó, es hora de que pensemos en una alternativa. El gobierno de Milei está totalmente en crisis. El peronismo y el macrismo, que ahora se suma a La Libertad Avanza, fueron parte del derrumbe. Tenemos que discutir las bases del país, es necesario realizar una Asamblea Constituyente Soberana para que podamos redefinir democráticamente todo. Por eso ponemos sobre la mesa este Manifiesto Anticapitalista. Medidas concretas para revertir el derrumbe económico de la Argentina pensadas desde los intereses de las y los trabajadores, la juventud, las mujeres y LGBTTINB y las y los jubilados para ser implementadas con la fuerza de la movilización popular en las calles.
El PIB del país no para de caer, pero los empresarios se siguen enriqueciendo, siguen concentrando propiedades, siguen fugando sus dólares al exterior. ¿Cómo pueden incrementarse las ganancias empresarias mientras no crece la economía? Es muy sencillo, los empresarios vienen apropiándose cada vez de una mayor parte de la producción. Desde 2016 la participación de los salarios en el PIB se redujo casi en un 10%.

Hoy el conjunto de los trabajadores se lleva un 43% del PIB mientras que los empresarios se llevan el 45%. Esto parece «parejo», pero tengamos en cuanta que los trabajadores somos los 20 millones que vamos a laburar todos los días 8, 10, 12 horas, tenemos más de un trabajo (pluriempleo), hacemos horas extras, estamos precarizados, en negro, etc. Un puñado de grandes capitalistas, menos del 2% de la población[1], se lleva más que 20 millones de trabajadores y trabajadoras. Y ellos cada vez se apropian de más riqueza social, mientras nos empobrecen a nosotros. Esa es la realidad del capitalismo argentino, con Cristina, Macri, Alberto y Milei se sostuvo la misma tendencia. Los empresarios están resolviendo su crisis aumentando la explotación de los trabajadores. Pero no solucionan los problemas del país, solo se garantizan sus propias ganancias. Por eso los salarios no paran de caer desde 2016: es una política consciente y sistemática del capitalismo argentino, aunque ninguno de los gobiernos lo haya admitido.
El fracaso del capitalismo es absoluto, no puede garantizar ni un salario mínimo, ni condiciones de trabajo, ni estabilidad laboral, mucho menos la creación de empleo. Frente al fracaso de las gestiones capitalistas, queremos un país en el que haya futuro para la juventud y para las y los trabajadores. Es hora de una alternativa anticapitalista.
2. Vamos por un salario mínimo de $2.000.000
Luego de más de un año de ajuste brutal de Milei, las y los trabajadores estamos cada vez peor. Hoy el salario en blanco en promedio está en un millón cien mil pesos. El ingreso promedio de los asalariados es de $850.000, mientras que el salario promedio de los trabajadores en blanco con un año de antigüedad no llega a $1.250.000. El 70% de las y los jubilados cobra la mínima de $384.000. Mientras tanto, la canasta básica de una familia está arriba de $1.900.000[2]. Por eso se desploma el consumo, por eso cuesta llegar a fin de mes, por eso hay malestar social: los sueldos son bajísimos, mientras los precios siguen aumentando.

Fuente: Indec. Tener en cuenta que el dato del último año tiene la gran distorsión de que el gobierno no actualizó la Canasta mediante la cual se construye el Índice de Precio al Consumidor (IPC), por lo que los enormes aumentos de los servicios públicos y alquileres no se ven correctamente impactados. En líneas rectas pueden verse las tendencias a la caída del salario para cada uno de los tres sectores de trabajadores.
El gobierno de Milei dice que todo lo tiene que “regular el mercado”, pero interviene directamente para que los traidores de la CGT y los empresarios firmen paritarias miserables del 1% mensual mientras la inflación es por lo menos el doble, entre el 2 y el 3% mensual. Cuando se negocia una pariratia mayuor, la línea del gobierno es no homologarla, es decir, desconocer el “acuerdo” entre empresarios y trabajadores, siempre contra los trabajadores. El cuento del gobierno que dice que “bajó la inflación” no se condice con la vivencia de cualquier trabajador o trabajadora. El aumento de precios sigue, los servicios básicos, luz, gas, agua y alquiler aumentaron un 430% en el último año. Las prepagas aumentaron un 226%. Desde que gobierna Milei los alquileres en promedio se multiplicaron por 5, las tarifas por 6, las prepagas por 4, los servicios de teléfono e internet por 3,5 y el transporte público por 4,5. Son junto con la comida, los principales gastos de cualquier familia trabajadora. Pero los salarios están lejos de aumentar en esas magnitudes. El gobierno maquilla el aumento sideral de los gastos inflexibles, fijos, que crecieron mucho más que los salarios. Por eso cayó el consumo de carne, lácteos o yerba en un 10%, todo el salario se va en pagar los servicios básicos, mientras se reducen los demás consumos.
Milei es un mentiroso: decía que los salarios eran bajos por “la casta”, “las y los jubilados”, “el gasto”, pero con su gobierno el salario real no dejó de derrumbarse. Hace más de 10 años que los salarios caen en Argentina. Además, con Milei y sus desregulaciones no para de crecer el trabajo precario, en negro, sin derechos, con peores condiciones laborales y con pésimos salarios. Mientras tanto, los empresarios se llenan los bolsillos, las familias más ricas del país aumentaron su riqueza en dólares en un 77% en los últimos 5 años. ¿Qué familia trabajadora puede decir lo mismo? Con el Régimen de Promoción de Economía del Conocimiento el Estado le regala a empresarios como Galperín 300 millones de dólares al año en subsidios. En 2024 los bancos privados que operan en Argentina ganaron la inmensa suma de 4.000 millones de dólares[3]. Y la mayor parte de esas ganancias son producto de la deuda del Estado, que hoy cotiza al 60% de interés anual, un escándalo. El Estado aparece siempre garantizando enormes ganancias para los grandes capitalistas mientras la economía se hunde y los trabajadores estamos cada vez más empobrecidos.
Con Milei todo va a estar cada vez peor. Ya es evidente la debacle de su política económica. El país no tiene rumbo, por eso volvieron a acordar con el FMI. Como decía Milei en 2018, si tenés que recurrir al FMI es porque fracasaste. El FMI, para prestarle plata al gobierno, exige una devaluación. Milei y Caputo hicieron malabares para que les den el préstamo, pero dejan la maxi-devaluación para después de las elecciones. Ya estafaron con las criptomonedas, se robaron la plata de discapacidad y ahora quieren volver estafar a la población escondiendo que van a devaluar. Hoy la pregunta entre los empresarios no es si va a haber o no una devaluación, sino cuando.
Mientras tanto, los empresarios de la industria se enriquecen cambiando producción nacional por importaciones. Vacían el país de dólares y aumentan los despidos en fábricas y talleres mientras el país se inunda de productos importados. El industricidio nacional de Milei,que impacta muchísimo en el Gran Buenos Aires, Córdoba, Rosario y otros centros urbanos industriales, significa despidos, precarización y caída del nivel de vida para las y los trabajadores de todo el país.
Es hora de poner primero los intereses de las y los trabajadores. Necesitamos un salario para vivir, que parta de $2.000.000 para las y los trabajadores del sector privado y del público, tanto registrados como no registrados, para cubrir la canasta básica de manera urgente. Basta de ponerle techo a las paritarias.
¿Cómo podemos llegar a un salario mínimo de $2.000.000? Lo primero que tenemos que decir es que ese salario es necesario. Es insoportable la situación que vive la mayoría de la población trabajadora. No puede ser que un laburante que trabaja 8, 10 o 12 horas por día con dos o tres trabajos sea pobre en este sistema.
Para poder pagar un salario mínimo de $2.000.000 lo primero que necesitamos es afectar las ganancias de los grandes capitalistas. En segundo lugar, necesitamos crecer, hace falta mucha más producción y trabajo para alcanzar un nivel de vida digno. El capitalismo fracasó en garantizar el crecimiento de la economía. Por eso el país está estancado desde hace 15 años. Milei dice que es experto en “crecimiento con o sin dinero” pero en lo único que demostró ser experto es en cripto estafas y en calcular el “3%” para Karina. El problema es que para crecer hay que invertir, y los capitalistas -que, como vimos, no paran de apropiarse de cada vez mayor parte de la riqueza social- no invierten en Argentina, se la fugan toda e invierten en paraísos fiscales, en Miami o en Uruguay.

En Argentina sistemáticamente los empresarios invierten casi 10% menos del PIB que el promedio mundial, y también mucho menos que los países desarrollados, e incluso que los países de la región. Esa falta de inversiones se acumula, no es un problema de un año u otro, es sistemático. Un país, para crecer de manera sustentable, para poner en pie un proceso de reproducción ampliada del capital, necesita invertir por lo menos entre el 20% y el 25% de su PIB. En Argentina los empresarios -y el estado- invierten sistemáticamente por debajo de ese número. Por eso se deteriora la infraestructura, hay pésima conectividad y baja productividad. La clare obrera argentina trabaja mucho, pero los capitalistas no ponen los insumos y equipos que hacen falta para producir mejor, y el Estado capitalista (y peor aún con Milei) no garantiza las condiciones básicas para que la economía funcione.
En Argentina los empresarios pretenden vivir una vida de lujos comiéndose el capital, sin invertir un peso en la economía real del país, mientras se fugan el fruto del trabajo de millones de argentinos. Cuando los empresarios hablan de mejorar la productividad, en realidad se refieren a aumentar la explotación. Pretenden que se produzca más, sin invertir un peso, llevándose puestas las conquistas laborales de la clase trabajadora.
Cuando nosotros hablamos de productividad, hablamos de la capacidad humana de transformar la naturaleza mediante el trabajo. Y la única forma de potenciar la capacidad transformadora del ser humano -que en el siglo XXI debe hacerse sosteniendo un metabolismo sano con la naturaleza, no de manera expoliadora y extractivista-, es a partir de la inversión, el desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad. Eso es lo que los capitalistas se niegan a hacer en nuestro país.
¿Adonde se van entonces los recursos que no invierten los capitalistas? La contrapartida de esta falta de inversión real en el país es la fuga de capitales: con las ganancias que no se invierten, los empresarios compran dólares y se los llevan del país. El resto de los recursos se van en el pago de la deuda externa, con los bonistas y el FMI. No hay modelo de desarrollo posible con este esquema, que se repite bajo la versión del capitalismo regulado por el Estado del kirchnerismo y el peronismo, y se sostiene con el capitalismo regulado por el mercado de Milei, Macri o Menem.

Según datos del INDEC y el BCRA, los empresarios argentinos acumulan 370 mil millones de dólares en el exterior, entre los cuales hay 245 mil millones de dólares y otras monedas extranjeras en billetes, un récord mundial. Hay más de medio PIB fugado. Por eso el capitalismo argentino es inviable, no hay forma de que cierre una economía así.
Pero no solo no hay inversiones, sino que las inversiones que ya están hechas no se aprovechan. En Argentina existe una altísima capacidad instalada ociosa en la industria.

Luego de la crisis del 2001 la utilización de la capacidad instalada de la industria creció hasta el 2010, cuando llegó al 80%, para luego estancarse y caer al 60%, dato similar al de ¡2003! y el de la pandemia. ¿Qué significa este dato? Que si la industria puede producir 100 -con la capacidad que ya existe-, está produciendo 60, casi la mitad (58,8% en junio de 2025, último dato disponible). Esto es así por la debilidad de la demanda interna, producto de los salarios pulverizados y la especulación de los empresarios con los precios y las importaciones. Tenemos espacio para que, con la capacidad que ya existe, la producción industrial crezca en un 70%[4]. Sin invertir, el PIB podría aumentar rápidamente en un 15%, sin considerar los encadenamientos que traería en el comercio, los servicios y otras actividades relacionadas.
Sabemos que en Argentina hay miles de pequeños talleres, comercios, emprendimientos donde la productividad no alcanza hoy para pagarle a todos los trabajadores un salario de $2.000.000. En los establecimientos donde sea imposible pagar un salario de $2.000.000, el Estado deberá subsidiar el sueldo de estos trabajadores mientras se mejora la productividad mediante inversiones en equipo, maquinaria, infraestructura y tecnología. Los trabajadores no son responsables de la falta de productividad de sus empleadores. Hay que darle una salida a los cientos de miles que trabajan 8, 10 o 12 horas por día y tienen salarios de pobreza.
El problema es quién toma las decisiones: si los empresarios que solo piensan en enriquecerse, como en el modelo capitalista estatista peronista y el modelo “anarcocapitalista” de Milei, o los trabajadores organizados, planificando racional y democráticamente la economía.
3. Planificación racional y democrática de la economía por parte de los trabajadores para terminar con la decadencia
El problema del capitalismo argentino es que los empresarios se apropian de toda la riqueza pero no quieren reinvertir en la economía del país. No hay manera de que esto funcione sin inversiones. El país se cae a pedazos y estamos cada vez peor. La “planificación” capitalista de la economía nos llevó hasta acá. Es hora de un rumbo anticapitalista: la planificación racional y democrática de la economía por parte de los trabajadores y trabajadoras.
El gobierno “anarcocapitalista” de Milei profundiza todos los problemas. Por ejemplo, frenó la inversión pública. Es evidente que la obra pública puede ser una fuente de corrupción por parte de una burocracia estatal nefasta y empresarios delincuentes. Pero llevar adelante de manera colectiva las obras de infraestructura es fundamental, bajo control de las y los trabajadores y usuarios. Eliminar la inversión pública no es la solución, y las consecuencias recién empiezan a verse. Las rutas nacionales y provinciales están llenas de baches: hay una enorme crisis de la infraestructura vial que se terminó de expresar en el intento de cierre de Vialidad Nacional. En Argentina más del 90% de las mercancías se transportan en camiones, producto de décadas de desmantelamiento de la red ferroviaria nacional. Milei lleva al colapso la logística del país. También los hospitales y escuelas se encuentran con una profunda crisis de infraestructura.
Ningún gobierno hasta la fecha fue capaz de generar condiciones mínimas para el desarrollo económico. El país sigue sin la infraestructura elemental: carece de grandes puertos, de red ferroviaria y vial acorde a las necesidades de la economía, de flota mercante marítima y fluvial propia y de generación de energía continua y sustentable. A eso se suma el déficit habitacional (el crédito hipotecario prácticamente no existe en la Argentina) y la necesidad de obras hídricas para energía (represas) y para prevención de inundaciones y sequías (canalización). Mientras tanto, en el Gran Buenos Aires y las ciudades más importantes del país los servicios “públicos” se caen a pedazos. Esta crisis de infraestructura no hará más que incrementarse con la caída de las inversiones públicas.
Milei prometió en campaña que la inversión pública sería reemplazada por inversión privada. Sin embargo, exactamente igual que con Macri y Alberto Fernández, la “lluvia de inversiones”, el “segundo semestre” o las “inversiones para producir hidrógeno verde” nunca llegan. Seamos claros: los capitalistas no van a invertir un peso (y mucho menos un dólar) en Argentina mientras haya cierto control distorsionado de cambios y crean que no hay condiciones: están esperando que el gobierno les garantice condiciones laborales de esclavitud. Solo les interesa llevarse las ganancias, no invertir.
Todos los ejemplos de desarrollo económico reciente, en cualquier lugar del mundo y bajo regímenes sociales muy diversos, muestran que no se puede dar un salto en el crecimiento económico sin inversiones. Pero los empresarios no van a resolver este problema. Es hora de que dejemos de creer en los reyes magos: la clase dominante argentina no está dispuesta a sacar al país del pantano del atraso. Para que la Argentina no se hunda, para fortalecer la infraestructura y aumentar la productividad, necesitamos un plan de inversiones públicas en función de los intereses de las y los trabajadores, las mujeres y la juventud. Hay que dar vuelta la lógica: el capitalismo fracasó, es hora de probar con medidas anticapitalistas.
Para esto proponemos llevar la inversión pública en infraestructura, productividad, maquinaria, salud y educación al 30% del PIB. ¿Cómo lo vamos a financiar? Los trabajadores tenemos que disponer de ese 45% del PIB que los capitalistas se apropian sin hacer nada y lo usan para fugar dólares, viajar por el mundo y comprar bienes de lujo.
Apuntamos a solucionar los problemas estructurales que afectan tanto a la producción y al comercio (caminos, vías férreas, puertos, oleoductos, bienes de capital, etc) y a los servicios (desde el abastecimiento industrial hasta el de las ciudades y concentraciones urbanas). Lo que necesitamos es una planificación democrática de la economía, desde los trabajadores y en función de nuestros intereses.
En el capitalismo, la economía la planifican los que tienen el capital, los que concentran la riqueza. Es profundamente antidemocrático, porque las decisiones reales no las tomamos por igual, sino que las toman los más ricos. Ellos marcan el rumbo del país, porque son los que deciden dónde invertir, a qué sectores productivos apostar, qué máquinas traer, qué productos importar. El país no va a ningún lado porque estos millonarios decidieron hace décadas que no les interesa invertir en Argentina, sino fugarse sus ganancias. La planificación democrática de la economía por parte de los trabajadores significa que la clase trabajadora empiece a tomar en sus manos el fruto de su trabajo y de su esfuerzo, para decidir de manera realmente democrática dónde invertir, teniendo en cuenta no la búsqueda de ganancias de un privado sino el bienestar de la sociedad trabajadora.
Esta medida de soberanía implicaría reorientar los miles de millones de dólares destinados al pago de la deuda externa, las ganancias siderales de los empresarios y los bancos y destinarlos a solucionar los problemas estructurales del país. Fortalecer la infraestructura, los servicios públicos, la salud y la educación, invertir en el aumento de la productividad, nuevas tecnologías para mejorar las condiciones de trabajo, para garantizar el crecimiento de la economía de manera ecológicamente sustentable, en beneficio de los trabajadores y trabajadoras. Todo esto bajo el control estricto por parte de las y los trabajadores, sus organismos y organizaciones, y las y los usuarios para evitar el lucro personal, privado o estatal a costa los intereses colectivos de las amplias mayorías.
4. La estafa del “déficit cero”
Desde 2021 la burguesía argentina comenzó a financiar las apariciones mediáticas de Milei para instalar el discurso de que la crisis del país se debe al déficit fiscal del estado y la emisión de pesos sin respaldo para financiar ese déficit. Con el plan motosierra el gobierno logró eliminar el déficit fiscal primario (es decir, sin tener en cuenta el pago de la deuda del estado) del estado nacional. Sin embargo, no se resolvieron los problemas de la Argentina. Es que la teoría monetarista de que el déficit fiscal es el culpable de todos los males del país es falsa: escinde la expresión monetaria de los problemas reales del país de sus causas materiales profundas.
Las “soluciones” de Milei no resuelven ningún problema porque hay un gravísimo error de diagnóstico: es falso que el problema del capitalismo argentino es el déficit del Estado, sino que es exactamente al revés: el Estado tiene un fuerte déficit por la crisis del capitalismo argentino.
El Estado capitalista cumple diversos roles. Por un lado, es el garante de las condiciones generales de la acumulación capitalista. Garantiza el cumplimiento de leyes en defensa de la propiedad privada, y también realiza inversiones estratégicas que por diversos motivos los capitalistas privados no están dispuestos a llevar adelante. El Estado burgués en nuestro país es el encargado de financiar la educación y salud públicas, entre otros servicios sociales sin los cuales el país no podría funcionar.
El Estado capitalista también puede hacer concesiones a la clase obrera, en momentos de alza de la lucha de clases.
Como vimos, Argentina tiene un estancamiento profundo en su acumulación de capital: hace décadas los empresarios decidieron no invertir en el país. Frente a esta situación, el Estado capitalista empezó a ocupar un lugar más importante en la economía, para suplir la falta de inversión privada. Para que dimensionemos el problema, desde 2008 (cuando dejó de crecer la economía del país) el empleo privado registrado se estancó: mientras que en esos 17 años la población creció un 21%, el empleo lo hizo solo en un 22%. Pero si miramos bien, el empleo privado solo creció en un 10%. Para que no explote la desocupación, el Estado nacional, provinciales y municipales comenzaron a emplear cada vez más trabajadores, en condiciones de precarización laboral, muchas veces bajo monotributo y con sueldos bajísimos, especialmente en el ámbito municipal, donde rondan los $300.000 o $400.000. El empleo público en muchos municipios se transformó en una suerte de plan social con prestaciones laborales.
Milei dice que el empleo privado no crece en Argentina por culpa del Estado capitalista -es decir, del empleo público-, pero la causalidad es exactamente al revés: como el capitalismo argentino está en crisis, y por eso es incapaz de generar empleo privado, el Estado capitalista ocupó ese rol incrementando su tamaño de manera sistemática.
Lo mismo ocurre con los subsidios a los servicios públicos. Desde el punto de vista social, los subsidios a los servicios públicos (gas, luz, agua) y al transporte público cumplen el rol de ser un “salario indirecto” para los trabajadores. Luego de la rebelión popular del 2001 y el estallido de las luchas sociales, se hizo necesario garantizar un aumento generalizado del nivel de ingresos de la población. Sin embargo, los empresarios no estuvieron dispuestos a hacerlo mediante aumentos de salario “directo” (es decir, aumentos en el sueldo que pagan a cada trabajador). Nuevamente, ese rol lo cumplió el Estado capitalista argentino, garantizando ese salario indirecto mediante servicios públicos subsidiados. Al mismo tiempo, el Estado capitalista mostró su carácter de defensor de los empresarios, porque siempre garantizó, mediante subsidios, las ganancias de las empresas de servicios privatizadas durante los años 90’. El aumento de las tarifas que promueve ahora Milei, como antes intentó el gobierno de Alberto Fernández y Macri, implica una reducción del salario “indirecto” de los trabajadores y, por lo tanto, el empobrecimiento de la mayoría de la población del país.
Pero es falso pensar que solo los trabajadores reciben subsidios del Estado, al contrario, un factor importantísimo del déficit fiscal del Estado son los subsidios directos a los empresarios. Programas de subsidios a la inversión como el RIGI, exenciones impositivas como a Mercado Libre con el Régimen de Promoción de la Economía del Conocimiento, los subsidios a los empresarios de Tierra del Fuego como Nicolás Caputo de Mirgor S.A., entre muchos otros.
Por último, uno de los mayores factores del déficit fiscal del Estado argentino es el pago de la deuda pública, interna y externa, con el FMI y los acreedores externos, que paga en nuestro país las tasas de interés entre las más altas del mundo. En este momento el gobierno de Milei está renovando la deuda pública a más del 60% de interés anual.
El déficit fiscal del Estado es expresión de la crisis del capitalismo argentino. Eliminar el déficit con el “plan motosierra” pero sin resolver sus causas profundas lo único que genera es un empobrecimiento brutal de los trabajadores, que ven reducida a su mínima expresión el gasto en salario indirecto, y un caos en todas las tareas que tomaba el Estado para garantizar las condiciones generales de acumulación capitalista en el país. Confundir causas con consecuencias es muy peligroso, en economía y en la vida. Es como pensar que la gente se enferma por ir al hospital, y no que va al hospital porque se enferma. O que llueve porque uno sale con paraguas, y no que uno sale con paraguas porque llueve. Esta forma de razonar solo va a empeorar la crisis en la que estamos. Este Manifiesto Anticapitalista va a las causas profundas de los problemas que tenemos las y los trabajadores argentinos.
5. Inflación, emisión monetaria y tipo de cambio
Además, el déficit fiscal no es el origen de todos los males porque no es verdad que la inflación se produce estrictamente por la emisión monetaria para cubrir el déficit fiscal del Estado. Cualquier economía capitalista moderna tiene distintos mecanismos para expandir la oferta monetaria cuando es necesario, porque se requiere para aceitar la acumulación de capital en cada momento particular.
El crecimiento de la cantidad de dinero de una economía no es una decisión exógena del gobierno nacional o del Banco Central, sino que tiene elementos endógenos, de la interrelación entre el sistema bancario, las empresas que invierten y los consumidores. La teoría endógena de la oferta monetaria, si bien tiene arraigo en la teoría monetaria marxista, es ampliamente tomada en cuenta por todas las escuelas modernas de economía, salvo la escuela austríaca del presidente Milei, que no tiene ninguna credencial en el mundo académico ni técnico.
Cuando una empresa pide 10 millones de dólares de préstamo y un Banco privado se lo da, eso es expansión monetaria endógena. Pero a nadie en su sano juicio se le ocurre decir que esa inversión es per sé inflacionaria. Porque, a largo plazo, una inversión redunda en más y mejores bienes y servicios, y por lo tanto en una reducción de los precios, no un aumento. El gasto público, bien entendido, puede ser una inversión: crea las condiciones generales para la acumulación y además invierte en sectores estratégicos que a largo plazo redundan en un aumento de la productividad del trabajo humano y por lo tanto en una reducción de los precios. Hoy, por ejemplo, el Estado nacional dejó de invertir en la red de rutas que conecta el país. Eso lleva al encarecimiento de la logística, ya que en rutas deterioradas la velocidad promedio es menor y se gasta más en repuestos para los camiones que transportan las mercancías. En el mediano plazo, la baja de la inversión pública en esta área clave para la acumulación capitalista llevará a mayores costos y precios, no menores.
¿Cuándo el gasto público puede redundar en un aumento de la inflación? Cuando es un gasto improductivo, destinado exclusivamente al consumo o a la fuga de capitales. Por eso el gasto en subsidiar empresarios y pagar la deuda externa sí redunda en una mayor inflación, porque se trata de gastos absolutamente improductivos desde el punto de vista del desarrollo económico.
También existen gastos que pueden parecerle “improductivos” a estos supuestos “libertarios” que solo valoran a las personas por lo que pueden vender en el mercado y no por su calidad humana, pero que son fundamentales, como las jubilaciones y los subsidios a la discapacidad. Cualquier sociedad necesita destinar parte de la riqueza social al sostenimiento digno de quienes dejaron una vida entera trabajando, haya sido con o sin aportes, y a los sectores más vulnerables. El capitalismo del Siglo XXI, en Argentina pero también en el resto del mundo, busca quebrar este contrato social, aumentando la edad jubilatoria, incrementando los requisitos y recortando los haberes, cuestionando los subsidios al desempleo, a la discapacidad, cuestionando el derecho a la diversidad. En nuestro país es un escándalo los $390.000 que cobra la mayoría de los jubilados. También es una vergüenza el recorte en discapacidad y la corrupción de la que hace gala el gobierno de Javier y Karina Milei. Una Argentina anticapitalista parte de defender la idea de que no todo se debe comprar y vender: la vida humana no puede ser una mercancía. La sociedad debe organizarse para satisfacer de manera directa necesidades humanas.
Hace falta encarar el problema del gasto público desde un punto de vista anticapitalista y poniendo en el centro las necesidades de los trabajadores. Hay gastos e inversiones sociales que son fundamentales y hay que incrementar de manera inmediata: jubilaciones, discapacidad, salud, educación, infraestructura, seguro de desempleo. Se necesita un mayor gasto social no menor. Debe ser financiado a partir del crecimiento de la economía y la afectación de las ganancias de los capitalistas.
La verdad es que en Argentina la fuente fundamental de la inflación es la falta de divisas, la fuga de capitales, el déficit de la balanza comercial y la cuenta corriente del estado con el mundo, que redunda en devaluaciones periódicas de la moneda nacional. El gobierno de Milei logró tener superávit fiscal primario, pero no pudo solucionar el déficit de Cuenta Corriente, es decir, el balance de dólares que entran y salen del país. Milei tiene superávit en pesos pero déficit en dólares. Argentina exporta más mercancías de las que importa: durante el primer trimestre de 2025 se exportaron bienes por 18 mil millones de dólares -centralmente productos primarios y derivados del agro- y se importaron bienes por 16 mil millones. Sin embargo, la cuenta de servicios es profundamente deficitaria en 5 mil millones de dólares, y las empresas extranjeras se llevan ganancias por otros 5 mil millones. Eso produce una importante sangría de dólares, que sigue presionando por una devaluación. ¿De qué le sirve la motosierra a Milei si no puede parar la sangría de dólares? De hecho su “plan” lo único que hace es agravar el problema, incentivando a la importación masiva de bienes extranjeros. Sin embargo, según la “teoría” de la inflación de Milei el precio del dólar no tiene nada que ver con el aumento de los precios en el país. Si fuera así, ¿por qué se esfuerzan tanto en contener el precio del dólar? ¿Por qué pisan las paritarias, para que no haya aumento de salario? ¿No es que el dólar y los salarios son precios como cualquier otro? ¿No era que si no hay déficit fiscal y emisión monetaria no puede haber inflación? La teoría de la inflación de Milei es un disparate.
La inflación en Argentina, además de deberse a la presión del dólar, tiene una explicación estructural, y es la baja productividad de la economía, debido a décadas de desinversión y a la ubicación subordinada del país en el mercado mundial. Una economía más improductiva es necesariamente más cara.
El plan de Milei es cortoplacista: aplasta la inflación con una recesión económica atroz y apertura indiscriminada de importaciones. Pero destruyendo la inversión pública y con la sangría de dólares, que amenaza con provocar una devaluación desenfrenada, el plan de Milei sólo augura más inflación en el futuro. No se puede resolver los profundos problemas de la economía del país con alquimias financieras. Eso ya fracasó con la última dictadura militar, que derivó en la hiperinflación de 1982 y con el menemismo, que derivó en la devaluación y salto inflacionario del 2002.
La única solución a los problemas profundos del país es el aumento de la inversión y la productividad, el equilibrio de la cuenta corriente con el exterior y el aumento de los ingresos de los trabajadores para terminar con la miseria y el pluriempleo. Nada de esto puede lograrse con los mismos de siempre en el poder, ni con el peronismo y su capitalismo estatista ni Milei y su “anarco”-capitalismo. Hace falta una salida anticapitalista de la mano de los trabajadores y todos los sectores explotados y oprimidos.
6. Los cantos de sirena del extractivismo
Hay una fantasía que comparten por igual peronistas y mileístas: estamos mal, pero nos va a salvar una nueva ola de exportaciones basadas en los recursos naturales, minería, petróleo y gas.
En Argentina hay una larga experiencia en basar todas las expectativas en la explotación de recursos naturales portadores, en la sociedad capitalista mundializada en la que vivimos, de renta de la tierra y los recursos naturales. En los comienzos de la conformación del estado nacional ese recurso era la ganadería. En los años 90’ giró a la agricultura, centralmente concentrada en la producción de soja y sus derivados más simples. La crisis de la Argentina está íntimamente relacionada con esta “esperanza” en que determinado recurso natural nos pueda salvar. Hoy, libertarios y peronistas fantasean con el puro extractivismo de los recursos de la cordillera, Vaca Muerta y el mar argentino, pura expoliación de la naturaleza.
Este supuesto “programa” de salida del estancamiento tiene varios problemas. En primer lugar, exportar no alcanza para resolver la crisis, en sí mismo. Argentina exporta, pero el problema es que esos dólares que recibe de las exportaciones no quedan en el país. Porque el problema del capitalismo es social, no técnico o natural. El problema es quién se queda con las ganancias y las rentas de la explotación de los recursos naturales y qué hace con ese capital. En nuestro país ya lo vimos, con esas ganancias y esas rentas que hoy existen, la burguesía agraria compra dólares e invierte afuera. ¿Por qué sería distinto con el ingreso de multinacionales mineras y petroleras? ¿O alguien piensa que si Grobocopatel, los Anchorena, los Rocca, etc. no invierten en Argentina lo va a hacer la Barrick Gold, Chevrón o Shell? Las ganancias y rentas de los recursos naturales en manos de los capitalistas argentinos e imperialistas de siempre no sirven para resolver ningún problema, al contrario. Lo que hace falta es estatizar esa renta y esas ganancias, de manera anticapitalista, en manos de la clase trabajadora. El mileísmo quiere garantizar que los capitalistas se queden con toda la renta, mediante exenciones impositivas como el RIGI -que también votaron los diputados y senadores del peronismo que responden a los gobernadores- y la liberación absoluta del mercado de cambios. El peronismo en 2008 intentó apropiarse de una parte de la renta de la tierra de manera burguesa, capitalista, mediante el aumento de las retenciones a la soja, el trigo y el maíz. El peronismo fracasó en ese intento, con las mejores relaciones de fuerza posibles para ellos: las patronales del campo los pusieron contra las cuerdas. El estatismo capitalista es importante para resolver el problema social de la apropiación de la renta y las ganancias producto de los recursos naturales, porque no cuestiona la propiedad privada de esos recursos que, por su naturaleza, deberían ser colectivos.
En segundo lugar, la industria extractivista en sí misma no genera prácticamente empleo. En la actualidad el cultivo de soja, trigo, maíz, girasol, la minería y la extracción de petróleo representan menos del 5% del empleo asalariado en blanco. El único impacto directo que tiene la minería y el petróleo es en la construcción, y eso solo en las etapas iniciales de los proyectos. La única manera de que estas actividades económicas representan una alternativa viable para la mayoría de la población trabajadora del país es impulsando la cadena de valor hacia adelante -la elaboración de los productos primarios, la fabricación de baterías de litio, por ejemplo- y hacia atrás -la producción de las máquinas que se utilizan en la minería, etc.-. El capitalismo argentino nunca hizo ninguna de las dos cosas, ni librado a los designios del mercado ni del estado capitalista. Los empresarios quieren importar máquinas lo más baratas posibles y exportar los productos primarios sin elaborar. Solo la planificación democrática de la economía por parte de los trabajadores puede organizar estas cadenas de esa manera. Hay que pensarlas desde el punto de vista anticapitalista, con las necesidades de los trabajadores en el centro, no las ganancias de los empresarios.
Por último, en el Siglo XXI no puede pensarse ningún plan de desarrollo desde el punto de vista de la clase trabajadora, de la mayoría de la población, sin el desarrollo de las fuerzas productivas y sin tener en cuenta la necesidad de generar un equilibrio metabólico con la naturaleza. Equilibrio metabólico que significa un aprovechamiento no expoliador de los recursos de la naturaleza, que no altere sus cadenas de reproducción. Hoy libertarios y peronistas coinciden en perforar la plataforma submarina a la altura de Mar del Plata y explotar la cordillera de los Andes para la minería. Planificar democráticamente la economía considerando un metabolismo sano con la naturaleza significa que los trabajadores tenemos que decidir si queremos o no llevar adelante una determinada explotación de la naturaleza, considerando todos los impactos negativos y positivos que puede traer, con especial importancia en la consideración de las comunidades de cada zona. Los trabajadores del Conicet dieron un enorme ejemplo de poner en valor las riquezas naturales colectivas por fuera de su pura ponderación económica, con el stream viral que transmitió desde el fondo del mar frente a Mar del Plata, el mismo que peronistas y libertarios quieren explotar. La humanidad no puede prescindir de su interacción con la naturaleza y de la obtención de recursos naturales paa satisfacer necesidades humanas. Pero una planificación democrática y racional de la economia por parte de la clase trabajadora tiene que considerar esta interacción con la naturaleza cuidando lo máximo posible la reproducción del mundo natural del que somos parte.
7. No al acuerdo con el FMI, ni devaluación ni dolarización
Hoy en día todo el “plan” del gobierno está atado al apoyo del nuevo acuerdo con el FMI, una muestra clara del fracaso de Milei. El gobierno nacional aprobó en el Congreso a libro cerrado y de manera inconstitucional por DNU un nuevo acuerdo con el Fondo por 20.000 millones de dólares. Es un nuevo endeudamiento que encadena al país a los dictados del imperialismo. El FMI le exige al gobierno que libere el dólar y devalúe el peso. Milei y Caputo, para no perder el control del dólar antes de las elecciones, están permitiendo a los empresarios comprar cientos de millones de dólares por día a precios subsidiados: en Argentina hay una enorme inflación en dólares. Las dos alternativas son una estafa. En primer lugar, la devaluación que quiere el FMI va a terminar de destruir el salario de las y los trabajadores. Los bienes de consumo básicos serían impagables con una devaluación. Sistemáticamente los gobiernos capitalistas devalúan y nos venden que esa va a ser la “solución” a los problemas. La devaluación de Duhalde del 2002, la de Kicillof de 2014, la de Macri de 2016 y 2018 y 2019, la de Alberto y Massa en 2023, la de Milei en 2024… Lo único que genera la devaluación es más inflación, empobrecimiento de los trabajadores y una transferencia sideral de recursos a los sectores exportadores (el campo, la minería, las petroleras) y los industriales. La presión por la devaluación es la expresión de un capitalismo argentino en crisis que busca solucionar sus problemas de atraso, de falta de competitividad y desarrollo con fórmulas “mágicas” que no resuelven ningún problema. Mauricio Macri se pasó todo el año pidiendo una devaluación, y ahora se suma al “Frente” La Libertad Avanza. El peronismo, Cristina, Kicillof, ¿qué quieren hacer? ¿Cuál es el programa del peronismo? No hay. Te piden que los votes contra Milei pero no son una alternativa real a la crisis.
Tampoco es una salida el endeudamiento sin fin impulsado por el gobierno de Milei mientras los empresarios compran dólares financieros subsidiados. La deuda externa es una estafa, es la contracara de la acumulación de dólares por parte de los empresarios y el pago de dividendos a las multinacionales. El gobierno, para evitar una devaluación antes de las elecciones, restringe aún más el crédito subiendo los encajes y ubicando la tasa de interés en torno al 60% anual. Una política monetaria absolutamente recesiva.
El gobierno ganó las elecciones de 2023 diciéndole a la población que el problema de la inflación era el déficit fiscal del gobierno y la emisión monetaria. Sin embargo, luego de una motosierra brutal, de despedir miles de trabajadores estatales, negarle fondos a los jubilados, la discapacidad, las Universidades y tantos otros sectores, el gobierno quema todas las naves para evitar que suba el dólar. Si el dólar fuese “un precio más” como ellos dicen, ¿cuál sería el problema? ¿Si supuestamente no hay déficit ni emisión, en qué afecta el dólar al resto de los precios? El gobierno admite con su propia política que su teoría monetaria es falsa: en argentina el motor de la inflación es el dólar, porque hoy puede haber superávit fiscal primario, pero también hay déficit de cuenta corriente, centralmente producto de la fuga de capitales.
Hoy se calcula que las multinacionales tienen unos 7.000 millones de dólares en dividendos a la espera de una mayor liberación del mercado de cambios para remitirlos a las casas matrices. Una escandalosa descapitalización del país. Ni los empresarios locales ni las multinacionales quieren invertir en Argentina, quieren comprar dólares regalados mientras los trabajadores tienen que vender sus ahorros para pagar los servicios. El gobierno, para poder regalarles los dólares, nos endeuda a todos los argentinos. Es lo que pasó con Macri, con Alberto. ¡El problema es el capitalismo! Los trabajadores tenemos que planificar racional y democráticamente qué hacer con las divisas. Si queremos terminar con esta crisis, es hora de tomar medidas anticapitalistas:
- No pago soberano de la deuda externa aplicando un plan económico de las y los trabajadores para garantizar el funcionamiento de la economía nacional. Anulación y desconocimiento de la deuda con el FMI y con los tenedores privados.
- Control de cambios, con derecho al ahorro para las y los trabajadores. Basta de regalarles dólares subsidiados a los empresarios y de fuga de capitales.
- Planificación racional y democrática del comercio exterior por parte de los trabajadores. Argentina está en crisis en su balanza de pagos, los trabajadores tenemos que decidir conscientemente qué necesitamos importar y qué podemos producir en nuestro país. Importación de insumos industriales, y bienes de consumo necesarios. Preservación del empleo industrial
- Nacionalización de la banca bajo control de los trabajadores. Los bancos funcionan como prestamistas del gobierno. Prácticamente no existe el crédito productivo en el país. Son el sector con mayores ganancias y más crecimiento, pero todo ese rédito es a costa del propio Estado. ¡Estamos financiando a los banqueros! Hay que terminar con esa estafa. Basta de convertir riqueza social, de todos, en lucro privado de unos pocos.
8. Reforma tributaria anticapitalista
Según los datos disponibles de recaudación tributaria prácticamente el 50% de la recaudación se explica por el IVA y el impuesto a los salarios, que vergonzosamente Milei volvió a cobrar con la Ley Bases. Los trabajadores somos los que sostenemos este Estado capitalista que nos llevó a la debacle y que solo está para beneficiar a los empresarios. Tenemos uno de los sistemas impositivos más regresivos del mundo, armado para garantizar que los capitalistas puedan embolsarse ese 45% del PIB y vivir como reyes.
Por eso, para financiar la mejora drástica de las condiciones de vida de la población, proponemos invertir el esquema tributario, de manera que sean los grandes capitalistas los más gravados por los impuestos. Hay que llevar las retenciones a las exportaciones agrarias al 50%, medida fundamental para reducir el precio interno de los alimentos y cobrarles a los terratenientes la renta agraria con la que se enriquecen sin laburar.
Con el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI) que votaron en la Ley Bases crearon un marco para que los grandes capitales tengan impuestos subsidiados. Milei quiere una Argentina extractivista, donde se la lleven en pala los sectores del agro, la minería, el gas y el petróleo, con grandes reducciones impositivas y con enorme pérdida de soberanía: no se los puede tocar por 30 años. Además, es un incentivo a los grandes capitalistas, para que sigan concentrando su riqueza a costa de todo el resto de la sociedad.
En Argentina hay 50 familias con fortunas de más de 400 millones de dólares que acumulan 78.000 millones de dólares. Las 10 familias más ricas del país aumentaron su patrimonio real en dólares en un 77% entre 2020 y 2024. ¿Qué familia trabajadora puede decir lo mismo? La economía del país no crece, los salarios reales caen, hay menos empleo y más precarización, pero ellos son más multimillonarios. El plan de Milei lleva a una enorme transferencia regresiva de riqueza a favor de los capitalistas. Son parásitos que se alimentan del cuerpo agonizante de una Argentina capitalista que ya no funciona más, y la cuenta la pagamos nosotres. El nuestro es uno de los países a nivel mundial que menos recauda en impuestos a las grandes fortunas, muy por detrás de Francia, Alemania, Estados Unidos y la mayoría de los países de Latinoamérica. Hay que terminar con este enriquecimiento parasitario. Proponemos aplicar un verdadero impuesto directo, progresivo y permanente a las grandes fortunas y ganancias capitalistas, con aplicación de la ley penal tributaria.
En cambio, proponemos la eliminación del IVA que afecta fundamentalmente al consumo de las y los trabajadores, y la eliminación del impuesto a los salarios de los trabajadores, una herencia de Domingo Cavallo que ningún gobierno en los últimos 25 años se atrevió a tocar.
También hay que estatizar bajo control de las y los trabajadores toda la actividad minera e hidrocarburífera, incorporando a la vez criterios ecológicos para la misma, al tiempo que pasar a una YPF 100% estatal bajo control de sus trabajadores, para apropiar la renta de los recursos naturales al servicio de las necesidades sociales.
9. Basta de precarización laboral. Reconocimiento laboral para los trabajadores de reparto por aplicación
Con el capitalismo en Argentina también empeoran las condiciones de empleo y de trabajo. Hace 20 años que más del 30% de los trabajadores en relación de dependencia están en negro, sin derechos laborales, sin aporte jubilatorio. En marzo de 2025 la cifra llegó al 36%. Pero además crece el fraude del monotributo, que llevan adelante tanto empresarios privados como el Estado, que ya llega al 25% de los ocupados. Este fraude consiste en que hay millones de trabajadores argentinos que realizan tareas con todas las características del empleo en relación de dependencia, pero que su empleador no los registra como tales sino que los obliga a facturar como si fueran “colaboradores”, “proveedores de servicios”, etc. De esta manera, los empleadores, tanto los empresarios como todos los gobiernos nacionales, provinciales y municipales, se ahorran las cargas sociales, desfinanciando el Sistema Previsional, y además estafan a los trabajadores negándoles sus derechos y conquistas laborales. En los últimos 12 años el empleo en blanco privado creció tan solo un 3% mientras que el monotributo lo hizo en un 56%. Esta nueva forma de explotación laboral es uno de los grandes fraudes del capitalismo del siglo XXI.
Uno de los casos más paradigmáticos es el del reparto por aplicación, donde los empresarios se aprovechan de avances tecnológicos, como el desarrollo de celulares y aplicaciones para violar todas las leyes laborales y súper explotar a sus trabajadores, a los que engañosamente llama “colaboradores” o “socios”. El trabajo de reparto por aplicación llegó para quedarse. Es parte de la nueva forma de relacionarnos, de resolver los problemas de la vida cotidiana, las compras, los envíos. Desde la pandemia se demostró que es un servicio esencial. Sin embargo, esta nueva rama laboral que tiene elementos progresivos, pretende ser utilizada por los empresarios como un mecanismo de súper explotación de las y los trabajadores de reparto por aplicación. Son parte de nuestra lista repartidoras y repartidores que pelean todos los días por sus derechos laborales. Las y los repartidores trabajan a destajo, en la calle, sin cobertura médica, sin derechos laborales, sin licencias, vacaciones, haciéndose cargo de sus propias herramientas de trabajo. Sabemos muy bien que no son ni “colaboradores” ni “socios” de estas empresas, sino trabajadores que están sufriendo un fraude laboral y condiciones de explotación.
Además, producto de los salarios miserables, cada vez más trabajadores y trabajadoras necesitan más de un ingreso para poder vivir.
El capitalismo del siglo XXI quiere volver a las condiciones de explotación del siglo XIX. Desde la Izquierda Anticapitalista sabemos lo que hace falta:
- Basta de precarización y tercerización laboral en la industria, los servicios, los comercios, el gobierno nacional y todos los niveles del estado. Pase a planta permanente de todos los contratados. Trabajo bajo convenio, en blanco y con todos los derechos laborales para los trabajadores del sector privado.
- Reconocimiento inmediato de las y los repartidores como trabajadores en relación de dependencia, con todos los derechos laborales de la ley de contrato de trabajo: licencias, ART, vacaciones pagas, jubilaciones, obra social, salario mínimo garantizado, derecho a la organización sindical, paritarias. La Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación tiene que inspeccionar de manera inmediata el trabajo de reparto y avanzar en el reconocimiento laboral de las y los repartidores, con fuertes multas y denuncias penales a los empresarios que incumplen la ley y super explotan a las y los trabajadores.
- Reconocimiento del Sindicato de Base de Trabajadores de Reparto por Aplicación (SiTraRepA).
- Las empresas tienen que garantizar a las y los repartidores espacios de descanso con acceso a agua potable, baños, instalaciones de higiene y descanso. Tienen que garantizar las herramientas de trabajo. Se vienen embolsando millones incumpliendo la Ley de Seguridad e Higiene en el trabajo. Exigimos a Rappi, Pedidos Ya, Uber, Cabify y todas las empresas de plataformas que garanticen estos derechos de manera inmediata.
- Prohibición de despidos y suspensiones. Defensa de los puestos de trabajo.
10. Derecho a la educación pública, gratuita y de calidad
La educación en el país está en crisis. Hace años que se plantean reforma tras reforma para adaptar cada vez más la educación al “mercado”. Mientras tanto, las y los pibes aprenden cada vez menos, los sueldos docentes son de pobreza y los colegios se caen a pedazos. Nuestros estudiantes se desesperan por las viandas podridas. En todas las provincias se cursa en condiciones deplorables, sin calefacción en invierno y sin aire acondicionado en verano. Así no se puede aprender.
El gobierno Milei tiene una mirada muy clara sobre la educación: no quieren que les pibis tengan derecho a un futuro. Lo dijo muy claramente el “filósofo” oficial de Milei, Alberto Benegas Lynch: los chicos de familias trabajadoras deberían estar en el taller, no en la escuela aprendiendo. Quieren volver al trabajo infantil del siglo XIX.
Además, quieren eliminar los contenidos de Educación Sexual Integral (ESI), fundamental para que les estudiantes puedan desarrollar sus identidades, protegerse frente a los abusos y desarrollar relaciones afectivas sanas. Macri hasta quiere prohibir el uso del lenguaje inclusivo, como si se pudieran prohibir las identidades por ley.
El gobierno de Milei intenta destruir la Universidad Pública, con un ajuste presupuestario brutal para vaciar la Universidad. Venimos de enormes movilizaciones educativas que pusieron en jaque a Milei. Hay muchísima fuerza para defender la educación pública en nuestro país.
Las listas del Nuevo MAS están llena de maestras y maestros, docentes, profesores y estudiantes. Sabemos lo que hace falta para superar la crisis en la que está sumida la educación:
- Aumento urgente de salario para las y los docentes. Sin salario docente, no hay educación posible.
- Inversión en infraestructura escolar. Basta de aulas hacinadas y condiciones deplorables.
- Becas para les estudiantes. Les pibis necesitan viandas en condiciones para todes y becas para poder estudiar.
- Defensa incondicional de los contenidos de Educación Sexual Integral en las escuelas. Abajo la prohibición del lenguaje inclusivo, ¡las identidades no se prohíben!
- En defensa de la Universidad Pública, Gratuita y de Calidad. No al ajuste del presupuesto universitario.
11. Por acceso a la vivienda para el pueblo trabajador y la juventud
En Argentina es cada vez más difícil conseguir un lugar para vivir. Los alquileres son impagables, ya no alcanza ni la mitad del salario para poder pagar un pequeño departamento de uno o dos ambientes. La lógica del capitalismo es expulsiva: los empresarios dueños de decenas de departamentos eligen tenerlos vacíos antes de alquilarlos a un precio pagable con un salario promedio. El número de inquilinos en la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, pasó del 24 al 36% en los últimos años, mostrando cómo se está descapitalizando la sociedad trabajadora mientras un sector concentra más y más propiedades.
La regulación estatista del problema de la vivienda, con la Ley de Alquileres, fracasó porque regulaba el precio del alquiler, pero no la oferta. Mientras los capitalistas sean los dueños, son ellos los que deciden cuántos departamentos poner en alquiler y bajo qué condiciones. Por eso en todo el país crece el número de viviendas vacías.
Milei decidió desregular el mercado derogando la Ley de Alquileres para que los dueños de los departamentos vuelvan a ponerlos en alquiler en las condiciones que ellos quieran. El capitalismo nos pone a los inquilinos en la disyuntiva de tener un precio regulado pero sin oferta, u oferta pero a precios impagables. Es hora de encarar el problema de la vivienda desde una óptica anticapitalista, a favor de los trabajadores e inquilinos:
- Impuestos progresivos a la vivienda ociosa
- Construcción pública de viviendas, para aumentar la oferta disponible. Es imposible resolver el problema de la vivienda mientras esta sea un negocio de las grandes constructoras e inmobiliarias amigas del gobierno.
- Crédito hipotecario subsidiado para garantizar el acceso a la vivienda propia a los trabajadores y la juventud.
- Subsidios al alquiler para las familias trabajadoras.
12. Salud pública, gratuita y de calidad
El estado de la salud en el país es calamitoso y el problema es la falta de inversión, el recorte presupuestario y la desregulación de las obras sociales y prepagas, que multiplicaron sus ganancias en dólares sin poner un peso en mejorar el servicio de salud.
Cada vez son más los pacientes que se tienen que atender en el Hospital Público, pero el gobierno nacional, los gobiernos provinciales y de la Ciudad de Buenos Aires no han aumentado el presupuesto para infraestructura, recursos, ni aumento de personal. La atención es cada vez más precaria: los faltantes de medicación redunda en tratamientos de menor calidad, adecuados al ajuste y no a la necesidad de los y las pacientes. Particularmente grave es el recorte en medicación antirretroviral para el tratamiento del HIV, dejando a miles de pacientes sin tratamiento.
Por su parte los y las trabajadoras de la Salud están cada vez más explotados. Teniendo que cubrir el aumento de pacientes con la misma cantidad de personal, los mismos salarios miserables, se generan situaciones de estrés y agotamiento cada vez más severos. La formación y capacitación ya es considerada un lujo en una profesión que día a día avanza en nuevos conocimientos del tema.
El gobierno nacional, pero también el de la Provincia de Kicillof y el de la Ciudad de Macri, tratan a las y los trabajadores de la salud como material descartable, con empleo precario, bajos salarios y sin poner en valor su enorme esfuerzo. Sigue sin reconocer el trabajo de Enfermería como una profesión, siendo una tarea fundamental en la labor cotidiana de la Salud. A los residentes quieren reducirles el salario y quitarles todos los derechos laborales.
Cierran áreas enteras, despiden y vacían hospitales enteros como el Bonaparte, no hay insumos para atender a los pacientes. La salud en el país está al borde del colapso. Hace falta:
- Inversión urgente en infraestructura hospitalaria e insumos.
- Aumento de salarios para todos los trabajadores de la salud: médicos, enfermeras, residentes. Salario para los médicos concurrentes.
- Retrotraer el valor de las prepagas a 2023
13. Estatización de los servicios públicos bajo control de las y los trabajadores y usuarios
El gobierno aumentó el costo de las tarifas de los servicios públicos en más de un 300% en el último año. Los empresarios dueños de las privatizadas se llenan de plata mientras para las familias es cada vez más difícil pagar las facturas. Mientras tanto, no hay inversiones ni reparaciones, por lo que se multiplicaron este verano los cortes de luz en el Gran Buenos Aires, como el apagón del 5 de marzo que dejó a más de 600 mil vecinos sin luz, o el desastre de Mar del Plata que estuvo dos días sin gas en pleno invierno. Las privatizadas maximizan sus ganancias mientras exprimen la alicaída infraestructura hasta destruirla.
Los servicios de Luz, Agua y Gas deben ser considerados derechos sociales. Para hacer cumplir con el funcionamiento y garantía del derecho a una vida digna proponemos la estatización bajo control de las y los trabajadores y usuarios, única manera de garantizar que el financiamiento y funcionamiento del mismo no sea administrado con la lógica del lucro capitalista, sino en función de los intereses de las mayorías.
14. En defensa de los derechos de las mujeres, lesbianas, gays, bisexuales, trans, travestis, no binaries
El gobierno de Milei ataca y niega los derechos de las mujeres y LGBTTINB. Los gobiernos de derecha quieren negar la identidad de las personas, mientras Jorge Macri sostiene la prohibición del uso del lenguaje inclusivo en las escuelas de CABA, Milei prohibió el lenguaje inclusivo y el uso del femenino en la administración pública nacional. El derecho a la identidad, a poder vivir libremente nuestra orientación sexual y a decidir sobre nuestro propio cuerpo son conquistas históricas de la modernidad. Estos gobiernos hablan de la “libertad” pero quieren prohibir nuestras identidades. Son misógonos, homolesbotransodiantes y oscurantistas que quieren volver al medioevo. En el mundo y en la Argentina las mujeres y diversidades salimos a las calles contra los Trump y los Milei, porque este movimiento que es internacionalista no va a dar un paso atrás.
- Exigimos a la justicia que falle a favor del amparo presentado en 2022 por Manuela Castañeira y Federico Winokur para defender el derecho a la identidad.
- Rechazamos el fallo trans odiante que quiere quitar el agravante por odio de género en el caso de Diana Sacayán de García Mancilla y la corte suprema. Fue travesticidio.
- Justicia por el triple lesbicidio de Barracas. Basta de crímenes de odio.
Nuestros derechos los conquistamos en las calles y en las calles los vamos a defender:
- Defendemos el aborto libre, legal, seguro y gratuito; la ley de cupo laboral travesti trans; la Educación Sexual Integral en las escuelas; la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género; el DNI no binario; el derecho de les adolescentes a la hormonización
- ¡Ni Una Menos! Basta de violencia de género y femicidios. Presupuesto para refugios, comedores, vivienda y trabajo genuino para que mujeres, trans y travestis puedan salir de la violencia y la explotación sexual.
- No a la eliminación de la figura legal de femicidio.
- Al closet y al medioevo no volvemos nunca más
15. Defensa incondicional del derecho a la protesta social
La ciudadanía tiene un derecho democrático inalienable a protestar contra las medidas de ataque brutal a los derechos democráticos, políticos, sociales y económicos que lleva adelante este gobierno. Milei pretende destruir todos los derechos conquistados por años de lucha social y atarnos de pies y manos para que la población no tenga derecho a defenderse. Frente a este gobierno antidemocrático y autoritario, el derecho a la protesta, a la libre expresión de la disidencia política y a su expresión en las calles es más importante que nunca.
La ministra de seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, con sus fuerzas federales y también con la Policía de la Ciudad y la Bonaerense, vienen cuestionando el derecho a la protesta social, reprimiendo ferozmente las movilizaciones. El miércoles 12 de marzo la represión en la Plaza de los dos Congresos fue tan brutal que la Policía Federal disparó gases lacrimógenos al cuerpo de manera ilegal, con el saldo del fotoperiodista Pablo Grillo herido de extrema gravedad, en un operativo que sumó más de 100 detenidas y detenidos de manera ilegal, que fueron liberados esa misma noche por falta de pruebas. Por eso proponemos:
- ¡Fuera Bullrich!
- Basta de policías en las movilizaciones. Cuando la policía no está, no hay represión, no hay heridos, no hay detenidas ni detenidos
- Defensa incondicional del derecho a la protesta social y los Derechos Humanos. Son 30.000 y fue genocidio.
16. Basta de autoritarismo
Milei gobierna desde el año pasado por decreto, con las facultades que le delegaron el PRO de Macri y un sector del peronismo. Es un gobierno autoritario, que intenta pasar por encima de todos los derechos democráticos para imponer sus posiciones y medidas reaccionarias. Basta de autoritarismo. Derogación inmediata de las facultades delegadas. Rechazo de todos los DNU de Milei.
17. En defensa del arte y la cultura independiente
Argentina es un país con una enorme riqueza cultural, donde se desarrolló con mucha fuerza el arte independiente, que crece desde abajo, no desde las grandes empresas capitalistas de la industria cultural. Sin embargo, con los ataques y ajustes de Milei esa enorme potencia cultural está en riesgo.
Para Milei, lo único que importa es la lógica del mercado. La única cultura posible es la que digiten las multinacionales extranjeras, las plataformas de streaming, los grandes grupos económicos y las discográficas. Pero la cultura no es en sí un negocio, forma parte de la propia existencia del ser humano desde sus orígenes y garantizar su acceso, así como su producción, es un derecho elemental. Liberada totalmente a la lógica del mercado, la producción cultural en Argentina significa la dictadura de la cultura imperialista.
La producción de películas, obras de teatro, música y artes visuales en el país no debería ser en función de la ganancia, sino de las necesidades de expresión de los artistas y de las necesidades espirituales del conjunto de los trabajadores, por ejemplo de la creación de películas que sirvan para su educación y su entretenimiento, bajo una lógica de libertad completa en el arte. La cultura independiente, bajo una lógica ultracapitalista, está en peligro. Para defenderla, necesitamos medidas anticapitalistas:
- Poner el INCAA bajo control de sus propios trabajadores, multiplicando su presupuesto y garantizando su transparencia y su eficacia para financiar la producción y difusión del cine independiente.
- Impuesto a las plataformas de streaming para financiar las producciones cinematográficas independientes, afectando las ganancias empresarias sin aumento del abono mensual.Inversión de lo recaudado por las plataformas de streaming en producciones independientes.
- Por un fondo de fomento al arte, dirigido a los sectores de trabajadores del arte y la cultura y artistas independientes.
- Por un fondo para “óperas primas” que beneficie a los jóvenes artistas y estudiantes de las universidades públicas y terciarios de arte.
- Espacios de publicidad en los medios de comunicación, en franjas horarias y espacios relevantes, para propagandizar las películas independientes que se estrenen, exigiendo a las grandes empresas de streaming la publicidad de las mismas en sus plataformas.
18. Asamblea Constituyente Soberana para proponer una Argentina anticapitalista
El país se cae a pedazos, el capitalismo fracasó, es hora de que pensemos en una alternativa. Es hora de terminar con este sistema que nos lleva a cada vez más miseria y más explotación. Desde el Nuevo MAS queremos rediscutir a fondo la forma en que se organiza el país. Para llevar adelante este programa global es necesario realizar una Asamblea Constituyente Soberana para que podamos ir a fondo en las transformaciones anticapitalistas que hacen falta. Y es necesario que en el país gobernemos los que nunca gobernamos: las y los trabajadores y todo el pueblo explotado y oprimido.
Con este Manifiesto Anticapitalista queremos dar vuelta todo en Argentina. Acompañanos con tu voto para fortalecer esta alternativa.
[1] En Argentina hay unas 550.000 empresas de las cuales 390.000, la mayoría, son microempresas que no apropian un porcentaje significativo del PIB.
[2] De acuerdo al índice independiente de los trabajadores del INDEC.
[3] Informe sobre Bancos, Diciembre de 2024 del Banco Central de la República Argentina.
[4] Pasar del 60% de utilización de la capacidad instalada al 100% implica un crecimiento del 70% de la producción industrial.