Empecemos con las buenas noticias. El sexto mes del año cerró con un crecimiento interanual del 6,4% respecto a junio del año pasado. Eso es todo.
Mayo ya mostraba los primeros signos de debilidad de la actividad económica, reflejando un 0,2% menos de actividad con respecto a abril. Para junio, el resultado negativo fue del 0,7%. El dato fue publicado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) en su Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE).
Si pasamos estos porcentajes al día a día de las y los trabajadores, nos encontramos con la peor caída de puestos de trabajo registrado desde el primer trimestre de 2024. Contra noviembre de 2023, la caída acumulada es de 189.609 asalariados formales, de acuerdo a los datos que provee el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). Es decir, el modelo económico «libertario» produjo la destrucción de casi 200 mil puestos de trabajo, tan solo en el sector formal.
Durante junio, 12.150 trabajadores registrados del sector privado fueron despedidos. En el último año, los rubros más golpeados fueron la construcción (perdiendo 73.415 empleos) y la industria (con 42.870 trabajadores menos). Por su parte, pesca y explotación de minas y canteras tuvieron un primer semestre para el olvido: cayeron un 6,6% y 5,3%, respectivamente.
¿Quién hubiera pensado que la desregulación y el ajuste podían traer semejantes consecuencias? Parece que Sturzenegger no lo calculó. O, más bien, sabía perfectamente cuáles iban a ser las consecuencias de su política económica. ¿Tampoco se pudo salvar la situación con todos los dólares que le regalan mes a mes a los empresarios? Tampoco.
Si bien el sector privado tuvo un pequeño rebote en el tercer trimestre del año pasado, desde octubre del año pasado permanece estancado, y no parece haber una posibilidad de cambio en el futuro cercano.
Un total de 18 provincias registraron caídas en el empleo, mientras que apenas seis lograron incrementos. Ningún sector demanda más puestos laborales. El desplome económico impide que los diferentes rubros puedan crecer lo suficiente como para ello.
Por otra parte, el trabajo independiente en su conjunto creció un 0,3%, principalmente por la suba de 12.500 personas adheridas al monotributo (que ya sabemos que no es el mejor de los finales para los aportes de los trabajadores). En términos absolutos, el empleo a nivel general se sitúa en niveles similares a los de 10 años atrás. Eso sí, tengamos en cuenta que somos 2 millones de personas más de las que había en esa época, y que muchas han llegado a la edad correspondiente para trabajar.
Otro sector que creció, contrario a las políticas con las que el gobierno se siente envalentonadas, es el del empleo público, con apenas 7.824 puestos más. Es un número ínfimo comparado con los números que venimos mencionando.
En lo que respecta al mes de julio, los valores han cambiado. Tanto los despidos o suspensiones se incrementaron con relación al mes previo, llegando a compararse con los picos registrados a mitad de año del 2016, cuando Mauricio Macri hacía de las suyas.
El desempleo, con todo lo que trae aparejado, sigue subiendo. Y para aquellos desafortunados a los que sí les toca ir a trabajar, las cosas tampoco vienen siendo fáciles. Según los datos oficiales que analizó el investigador del Instituto de Estudios y Formación de la CTA – Autónoma Luis Campos, la mitad de los trabajadores formales tiene un salario de bolsillo inferior a $1.093.000., considerando que la canasta básica es de más del doble.
Ahora no parece tan lejana la propuesta de salario de $2.000.000 que venimos impulsando.
Hacen ruido las afirmaciones del gobierno. ¿Sacaron a 12 millones de personas de la pobreza o es todo verso? ¿De dónde sacan la información para decir semejante afirmación?
La interpretación oficial, expresada a través de las cuentas del Ministerio de Capital Humano en redes sociales, fue que el número de trabajadores acumuló un crecimiento del 0,8% durante el primer semestre del año. Un valor desfasado de la realidad, que parte tomando como base los peores números del 2024 y no los anteriores a la asunción de Milei. Generan más desocupación, baja un poco y proclaman un triunfo.
Desde informes sobre desempleo y salarios de organizaciones privadas, hasta las entidades de análisis y estimación del Estado, reflejan todo lo contrario a los dichos del gobierno. En las calles no se habla de otra cosa que no sea la preocupación de llegar a fin de mes, o de saber si a la noche se va a poder cenar.
Pero Milei y su círculo de coimeros no escuchan. Incluso varios de sus comunicadores no oficiales empiezan a preguntarse estas incógnitas, que esperemos puedan dar ese paso que les falta a ver si se dan cuenta de todo lo que está pasando. Ni el golpe que recibieron en las elecciones legislativas bonaerenses del domingo pasado hace que se replanteen nada.
¿Cuánto más tienen que aguantar los trabajadores argentinos? Con las elecciones legislativas nacionales del próximo mes asomándose, algunas luchas parecen postergarse, ante la expectativa de resultados que generen una autocrítica o un cambio en los contrapesos parlamentarios, que ya sabemos nunca son de fiar. Pero la crisis avanza, los reclamos crecen, y la bronca contra el gobierno se viene enardeciendo día a día.