El pasado martes (15), el gobierno francés presentó su plan plurianual de recortes presupuestarios. El objetivo es reducir el déficit fiscal al 4,6% en 2026 y al 4,1% al año siguiente, hasta llegar al 2,8% en 2029. De ser implementado, se recortarían 43.800 millones de euros (alrededor de 50 mil millones de dólares) en 2026.
En 2024, el déficit público llegó al 5,8% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que la deuda pública alcanzó el 114% del PIB en marzo del presente.
De acuerdo al primer ministro galo, François Bayrou, es necesario realizar un “esfuerzo colectivo” para alcanzar la meta fiscal, un juego de palabras con el que pretende disimular que el plan es una declaración de guerra social contra la clase trabajadora, sobre cuyas espaldas recaerá el peso del ajuste.
“Hay que trabajar más, toda la nación debe trabajar más para producir y (…) para que la situación de Francia mejore”, declaró cínicamente el representante imperialista.
Por ejemplo, se recortarán 3 mil empleos públicos y se congelarán los salarios y las pensiones. En cuanto al seguro de desempleo, el gobierno pretende convocar a una mesa de concertación con los empresarios y los sindicatos, para consensuar una reforma que restringa el acceso a este beneficio y su duración.
Además, el ajuste también impactará en el sector salud, pues duplicará el techo de la franquicia médica (pasará de 50 a 100 euros) y afectará medicamentos, actos paramédicos y equipamientos.
Junto con esto, el gobierno no dejó por fuera a los jubilados, a quienes pretende quitarles el beneficio de la deducción fiscal del 10%, con lo cual ahorraría 5 mil millones de euros.
Por si esto no fuera suficiente, con el plan también se van a suprimir dos feriados nacionales, el lunes de Pascua y el 8 de mayo (conmemoración del fin de la Segunda Guerra Mundial).
Mientras el gobierno llama a la austeridad y ajusta a los trabajadores, va aumentar sideralmente el gasto militar en 2026, con una partida adicional de 6.700 millones de euros. Este giro hacia el rearme es una respuesta a la ofensiva rusa sobre Ucrania y a la exigencia de Donald Trump para que los Estados europeos asuman los costes de su propia defensa.
Lo anterior es demostrativo de la nueva situación mundial, donde los Estados imperialistas están rearmándose porque crecen las tensiones por las áreas de influencia y, por tanto, el factor militar gana más peso.
Aún no está claro la viabilidad del proyecto de recortes que presentó el gobierno, debido a que está en minoría en un parlamento muy polarizado con la extrema derecha y la izquierda reformista.
En todo caso, no hay duda de que la burguesía francesa tomó nota de la nueva situación internacional y está procesando el traspaso del viejo “Estado benefactor” al “Estado de guerra”, por lo cual ataca las conquistas sociales que aún persisten en Francia. Un alerta que la clase trabajadora debe tener presente, no depositando ninguna confianza en los parlamentos y organizándose para las batallas que se avecinan.