La tarde del lunes 11 de agosto, en el puente frente a la Facultad de Derecho de la UBA, estudiantes independientes de esa casa de estudios y militantes del ¡Ya Basta! Derecho desplegaron una bandera palestina en la que se leía “Basta de genocidio y hambruna en Gaza”.
Acompañados de los bocinazos en solidaridad con la acción por parte de quienes transitaban por la avenida Figueroa Alcorta, cantamos la frase que ya resuena mundialmente: desde el río hasta el mar, Palestina vencerá.
Esta acción de solidaridad internacionalista con un pueblo atravesando uno de los peores crímenes contra la humanidad del siglo XXI, marca el inicio de la campaña Derecho X Gaza, en la que se impulsan distintas instancias de visibilización, lucha y de solidaridad con el pueblo palestino.
Con el aumento en la gravedad y la violencia de los ataques perpetrados por el Estado de Israel contra el pueblo palestino, ensañados particularmente con la región de Gaza, fue inminente categorizarlo como lo que es: un genocidio. Para dimensionar lo que esto conlleva, la definición dada por la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, y tomada también por el Estatuto de Roma (el cual funciona como reglamento de la Corte Penal Internacional), del delito en cuestión:
“Se entenderá como genocidio a cualquiera de los siguientes actos perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso:
- Matanza de sus miembros
- Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo
- Sometimiento a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial
- Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo
- Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.”
Los datos recopilados por instituciones de gran peso a nivel internacional, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), permiten confirmar que los ataques que el Estado israelí realizó han sido dirigidos tanto contra la población civil palestina (como ejemplifica el ataque aéreo, sucedido el 15 de abril de 2024, que se cobró la vida de quince civiles); como contra bienes civiles importantes. Esto abarca centros educativos, mezquitas, edificios gubernamentales, hospitales y plantas hidráulicas -sumergiendo a la población gazatí en una emergencia hídrica-, lo que avasalla directamente las condiciones de vida y las mismas posibilidades de supervivencia de los habitantes de la Franja de Gaza.
El ejército israelí atacó y dañó deliberadamente hospitales, a pesar de que ello constituye un crimen de guerra para la propia Corte Penal Internacional. De hecho, de treinta y seis hospitales gazatíes, solo dieciocho funcionaban parcialmente para finales del 2024, debido a la escasez y los reiterados ataques militares; funcionamiento parcial que significa muchas veces no contar con electricidad o agua corriente. Esto sin contar que muchos palestinos necesitados de tratamiento han sido enviados de regreso a sus destruidos hogares sin haber recibido tratamiento alguno. Todo esto evidencia una destrucción sistemática de Gaza, hogar de más de dos millones de personas, dirigida a impedir la reconstrucción de la vida palestina.
Estas atrocidades no son una cuestión aislada, sino que forman parte de un plan sistemático que integra los principales puntos de la agenda política israelí desde su creación allá por 1948. Esta es una problemática histórica, cuyo comienzo podemos ubicar en la invasión de Gran Bretaña (1917), la cual puso fin a años de dominio del imperio Otomano sobre el territorio.
En la propia Declaración de Balfour el Imperio Británico expresó su deseo de “crear un hogar para el pueblo judío”, sembrando un germen sionista que se potenció con la inmigración judía masiva causada por el holocausto Nazi.
Aún bajo el asedio constante de las oleadas de colonizadores sionistas, el pueblo palestino dio pelea y se opuso a su represión, siendo protagonista de múltiples levantamientos populares que vieron su punto más álgido en la denominada “Intifada”, insurrección popular que puso en jaque al Estado de Israel.
Actualmente, nos encontramos ante un punto crítico de este exterminio: el Estado de Israel impide el acceso a alimentos, a medicinas y a la ayuda humanitaria en general, con normativa como la ley aprobada por el Parlamento Israelí que prohíbe al Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente (UNRWA) operar en Israel. Estamos frente al incremento alarmante de las muertes por desnutrición, particularmente en mujeres, ancianxs y niñxs, quienes son despiadadamente ignorados por las potencias internacionales siempre tan predispuestas a invadir, excepto que no haya intereses individualistas de por medio.
La denuncia del accionar del Estado sionista de Israel, desde la profundización de las acciones directamente dirigidas al exterminio del pueblo palestino, es cada vez más generalizada en el derecho internacional. Diversos organismos de derechos humanos denuncian los hechos como crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad o como un genocidio, el más profundo y grave de estos crímenes internacionales.
La diferencia en esta definición radica en la intención específica de destruir al grupo señalado con el objetivo de impedir que éste pueda reconstituirse: no depende de números, sino de la existencia de una retórica y un accionar que persigue el exterminio. Esto se vuelve cada vez más evidente, tanto a partir de las afirmaciones verbales de distintos funcionarios y jefes militares israelíes, totalmente deshumanizantes respecto de los palestinos, como los patrones de conducta que -como mencionamos anteriormente- implican el ataque indiscriminado a las vidas civiles.
En particular, el uso de la hambruna como arma de exterminio está llevando al crecimiento de la indignación internacional: mientras que toneladas de alimentos y de ayuda humanitaria esperan del otro lado de las fronteras de la Franja de Gaza, bloqueadas por el ejército israelí, más de dos millones de palestinos atraviesan situación de inseguridad alimentaria crítica, y más de cien niños ya han muerto a causa del hambre. Combinado con la imposibilidad de acceder a tratamientos médicos, la constante necesidad de evacuar debido a las órdenes de desplazamiento del ejército israelí, y la destrucción de cualquier forma de refugio seguro, esta forma de violencia genocida nos recuerda a las muertes lentas (slow death) por condiciones de vida que eran frecuentes en los campos de concentración durante el Holocausto.
La categorización de estos hechos como un genocidio, según la normativa del derecho internacional, ya es una cuestión ampliamente aceptada. Sin embargo, ante un Estado genocida que demuestra ser capaz de sacrificar su legitimidad internacional en pos de continuar y profundizar su plan de exterminio y extender su ocupación colonial, el derecho encuentra su límite debido a que se trata de una cuestión política. Es por ello que las masivas acciones de movilización en todo el mundo en solidaridad con Palestina -como vimos en Argentina el sábado 9 de agosto- y la organización desde abajo en denuncia del genocidio, son fundamentales.
Con la campaña Derecho X Gaza, retomando la tradición de lucha por los derechos humanos y de denuncia de genocidio de la que formamos parte en nuestra facultad, los estudiantes de derecho de la UBA se suman a las millones de personas que a nivel internacional hoy rodean de solidaridad al pueblo palestino, el cual resiste heroicamente el genocidio.
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