"Provincializadas"

El «superdomingo» electoral en Salta, Jujuy, Chaco y San Luis: elecciones conservadoras, triunfos oficialistas e indiferencia popular

El "superdomingo" de elecciones en cuatro provincias dejó un escenario de baja participación, conservadurismo y ningún cambio significativo. En todas se reafirmaron los oficialismos y el mileísmo no avanzó sustancialmente.

Las del «superdomingo» no fueron unas elecciones nacionalizadas. Ni llegaron al debate político nacional (al menos no antes de los resultados) ni llegó a las provincias el debate político nacional. Las campañas fueron de «gestión» de más de lo mismo. Y ganó más de lo mismo. Todos los oficialismos se revalidaron, sin excepción, aunque haya habido algunos cambios.

El tono del festejo de Milei fue el del triunfo arrollador para algo que, con suerte, fue un moderado y hasta decepcionante crecimiento respecto a elecciones anteriores. Para el gobierno nacional sí había un debate nacional: quieren a toda costa ser un partido que depende solamente de un candidato. El poder tiene sus trucos, y en este caso el suyo fue lograr el alineamiento de candidatos y funcionarios ya con algo de poder al poder del gobierno nacional. En las listas de La Libertad Avanza no faltaron los tránsfugas de otras fuerzas políticas. Algo es indiscutible: el intento de transformar el sistema de partidos argentino no se está concretando.

Con los triunfos oficialistas, otro dato saliente fue la fragmentación y poca fuerza del peronismo, de un lado; y el cuasi desplome del PRO, por el otro. De ambos fenómenos se beneficiaron los oficialismos y el mileísmo, que mantuvo un voto minoritario pero intenso, girado a la derecha. Sin embargo, los «libertarios» no lograron sostener ningún porcentaje de su triunfo nacional del 2023, ni en las PASO, ni en las generales ni en el ballotage. Es un dato significativo para un gobierno que necesita mucho más. Si no logra afianzarse como fuerza política mayoritaria, su ya muy frágil «plan» económico cruje aún más.

En general, ganó la indiferencia. Algunas provincias vieron sus elecciones con menor participación desde 1983. La gente no percibía que estas elecciones definan nada, y en un país en el que ir a votar es obligatorio decidieron no presentarse a hacerlo cuatro de cada diez. Lo mismo había pasado en Santa Fe. La desidia es un fenómeno conservador, incluso reaccionario, que no tiene nada que ver con el abstencionismo activo y de protesta de momentos como la previa al 2001.

Salta

Con bombos y platillos, Milei y sus trolls de internet festejaron su resultado en Salta como si hubieran ganado las elecciones. Pero el ganador real fue el gobernador Sáenz, que dividió a sus candidatos en dos listas diferentes, que conquistaron 11 de los 12 senadores en juego, y 20 de los 30 diputados. LLA se quedó con 1 y 6 respectivamente.

El oficialismo es una alianza de un peronismo reconvertido y el peronismo no reconvertido pejotista. El partido de Sáenz fue fundado por Romero, ex gobernador menemista de la provincia. Por fuera, y con un resultado más que malo, fue el peronismo «nacional».

La sorpresa la dio LLA en Capital. Conquistando la mayoría de los votos «nómades», logró ser la primera minoría con el 34% de los votos. Pero el resultado no es tan disruptivo como aparenta, y como quiere vender Milei. El candidato a senador del mileísmo fue Roque Cornejo Avellaneda, que es actualmente diputado por haber encabezado las listas del PRO. En sus festejos, se pudo ver al exdiputado Alfredo Olmedo. Este delincuente impune tras haber esclavizado gente tiene un amplio poder por ser parte de la familia más rica y poderosa de la provincia. LLA se quedó con la enorme mayoría de los votos del PRO y la UCR después de haberse quedado con los candidatos del PRO.

La izquierda, por su parte, avanzó en cantidad absoluta de votos y hubiera sido tercera fuerza con una lista unificada.

San Luis

Poggi, que viene del riñón de los Rodríguez Saá y supo ser candidato del macrismo en la provincia, aventajó por amplia diferencia a Rodríguez Saá: el primero alcanzó el 47,27% de los votos frente al 21% del segundo. Es un retroceso histórico para el apellido de quienes solían dominar la política provincial. Se afianzó el gobierno, cómplice del ajuste, que monopolizó la visibilidad de la campaña con los recursos del Estado y el apoyo de los capitalistas de la provincia.

Las listas del mileísmo puro, que quiere ganar posiciones en el Estado para poder gobernar llegando a acuerdos en mejores condiciones con «la casta», con la que no para de negociar, tuvo una muy baja elección del 7%. Es un porcentaje minúsculo para un gobierno que se presenta como rupturista y de cambio de la política nacional como es el de Milei.

 

Chaco

En el superdomingo chaqueño, el mileísmo decidió ir a la sombra de la UCR. El gobernador Leandro Zdero integró a sus listas a los candidatos de LLA. Cosecharon el 45,19% de los votos, un punto menos que lo que obtuvo la UCR de Zdero en 2023 para convertirse en gobernador. El oficialismo mileísta no le sumó un solo voto al oficialismo radical. Si le sumó caja: justo antes del cierre de listas, el gobierno provincial habilitó un giro de fondos a la provincia para el pago de salarios.

Bastante atrás quedó el PJ de Capitanich, que está muy lejos de poder recuperarse de su derrota dos años atrás. Con el 33% de los votos, estuvieron muy lejos del 41% con el que perdieron el gobierno de la provincia. Esto se debió también a las divisiones de un peronismo que ni siquiera llega a ser una oposición real.

Jujuy

Como en todo el superdomingo, Jujuy vio triunfar al oficialismo de Carlos Sadir, hombre del todavía jefe del partido de gobierno, Gerardo Morales. La lista encabezada por Adriano Morone llegó al 38,3 % de los votos, con LLA en segundo lugar con un poco más del 20%. En un lejano tercer lugar estuvo el peronismo con el 10,8% y cuareto el FITU con un resultado levemente mejor que el de las elecciones provinciales del 2021.

Lejos quedaron los días de la polarización entre dos fuerzas políticas de cuatro años atrás, que ahora parecen tan lejanos. Si hace cuatro años, las dos primeras fuerzas concentraban el 74.66% de los votos; el 11 de mayo del 2025 las tres primeras llegaban apenas al 70%. La fragmentación y la era de las primeras y segundas minorías ha reemplazado a la polarización y los tiempos de las mayorías claras.

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