El escándalo de los audios de Spagnuolo se convierte en crisis política

El gobierno de Milei respondió con cinco días de estruendoso silencio oficial a los audios filtrados de Spagnuolo sobre la corrupción en la gestión "libertaria". La crisis política también es crisis económica: frente a la inestabilidad, el dólar pegó un salto de 35 pesos en una jornada.

El propio Milei y sus principales funcionarios mantienen un testarudo silencio sobre los audios de Spagnuolo, pese a haberlo echado de su cargo. Durante varios días, el único en hablar públicamente, en completa soledad, fue Guillermo Francos. Milei dio un discurso de campaña entre sus amigos de Corporación América fingiendo demencia. El presidente del país no dice nada sobre lo que está hablando todo el país.

Cinco días después, mandaron a poner la cara a los Menem. Es impresionante la fragilidad con la que responden a un escándalo mayúsculo. De nuevo: se tomaron cinco días para empezar a dar explicaciones que no convencen a absolutamente nadie.

«Jamás imagine tener que salir a desmentir una burda operación política del kirchnerismo, a la que se sumaron algunos medios, dirigentes y periodistas, utilizándola para intentar manchar la honestidad y la imagen de un gobierno» dijo en un comunicado «Lule» Menem, uno de los principales señalados de corrupción junto a Karina Milei. «No puedo hablar ni aseverar nada acerca de la autenticidad o no de los audios que circulan, pero si puedo asegurar la ABSOLUTA FALSEDAD DE SU CONTENIDO».

«Yo no fui» es básicamente el contenido del «comunicado». Ni siquiera se gastó en mentir o inventar un poco algo. Nada.

“Pongo las manos en el fuego tanto por Lule como por Karina ” dijo por su parte Martín Menem. «No puedo asegurar la autenticidad o no de los audios, pero su contenido es absolutamente falso».

De nuevo: ¿cinco días de silencio y crisis para dar esta respuesta? Cinco días en los que, por supuesto, todos los demás hablaron, mientras los provocadores, trolls y funcionarios del oficialismo, por una vez, se mordieron la lengua.

Los audios

Mientras el ajuste en Discapacidad estaba en el centro de la escena, saltaba a la luz pública que los funcionarios ajustadores cobran coimas de los laboratorios. Y se hace público nada menos que con declaraciones de un funcionario muy íntimo de los Milei. Spagnuolo llegó a su puesto por haber sido abogado y amigo personal de Milei, sin haber tenido ninguna experiencia ni conocimiento previo en el área.

El gobierno no puede negar la relación muy cercana de Spagnuolo con Milei. Era una de las figuras que más frecuentaba la residencia de Olivos, presente en los llamados “domingos de ópera”.

«Yo hablé con el Presidente y le dije sabés que tu hermana está choreando, no te podes hacer el boludo conmigo, lo único que te pido es que no me tiren este fardo a mí. Llega a haber algún quilombo y no me cuidan, tengo guardados todos los WhatsApp de Karina” decía Spagnuolo en los audios filtrados.

«–A mí me están desfalcando la agencia. A mí me pusieron un tipo que maneja todo lo que es la caja mía… Un delincuente que estaba en la gestión de Macri.
–Van a pedirle guita a la gente, a los prestadores. Yo fui y le dije: “Javier, yo estoy denunciando el choreo, y abajo tengo gente que va a pedir guita”.
–Este tipo tiene que recaudar de los medicamentos y lo sube. Es un quiosquito de 20 o 30 mil dólares por mes.
–A Karina le debe llegar el 3%. Seguramente…
–Lule me quiso meter una mina en una dirección nacional, lo frizé. Me quiso meter el de Recursos Humanos, lo frizé. Pero me metió el más importante de todos. Para chorear.
–Yo hablé con el Presidente. No corrigieron nada. Les dije: “Están choreando, no te podés hacer el boludo conmigo, pero no me podés tirar este fardo”.

Los audios pusieron el foco de atención en la empresa mencionada por Spagnuolo. Suizo Argentina SA pasó de firmar contratos con el Estado por 3898 millones el año pasado a 108.299 en lo que va de este. Es un aumento del 2678%. Los números hablan solos: la empresa tiene las simpatías de la gestión del Ejecutivo. O las tenía.

Crisis política

Sin ningún peso propio en la institucionalidad, Milei venía gobernando con la gobernabilidad que le daba el régimen político. Tuvo cómplices en el Poder Judicial y Legislativo, entre todos los partidos clásicos del sistema político, entre los gobernadores, en el periodismo, etc.

Pero la voluntad de prenderse fuego por otros tiene muchos límites. Sobre todo si los cómplices se prenden fuego a cambio de nada. Buena parte de la clase dominante y sus fuerzas políticas apostó a que a Milei le «vaya bien» y fueron su soporte real. El gobierno necesitaba ese apoyo como aire para respirar. Pero su respuesta a esos apoyos fue la autoafirmación mesiánica, escupirle en el ojo a posibles aliados, romper puentes con sus cómplices. Es natural que les suelten la mano frente al escándalo. «Curándose en salud», el Poder Judicial respondió rápidamente al escándalo con los allanamientos y detenciones de Spagnuolo y los empresarios nombrados en los audios.

Frente a una crisis de perspectivas y de inoperancia, muchos les sueltan la mano a los Milei pero ninguno cuestiona el calendario electoral. Hay mucha especulación y poca acción frente a problemas que tienden al desastre.

El gobierno ya venía golpeado por las derrotas en el Congreso. La política de sostener el superávit trucho a costa de jubilados y discapacitados no fue completamente derrotada (por ahora) pero sí fuertemente puesta en entredicho.

Y tanto las derrotas como la insistencia del gobierno en que sean esos sectores vulnerables los que paguen más el costo del ajuste ya venían golpeando la imagen pública del gobierno. Además, la gente no vive de relatos y la confianza en que el ajuste era un «sacrificio» que iba a dar resultados se venía erosionando. El gobierno habla de una recuperación que la mayoría no vive, salvo una franja de la población de ingresos altos que está de fiesta.

La imagen de Milei está en uno de sus peores momentos. Los índices de confianza de los consumidores (ICC) y de Confianza en el Gobierno (ICG), de la Universidad Torcuato Di Tella, mostraron una caída del 14 y del 16% respectivamente.

El camino trazado para este año ya venía mostrando muchos baches. El «plan» era mantener todo estable, atado con alambre, hasta octubre, ganar las elecciones y lanzar una nueva ofensiva ajustadora tras el triunfo. La situación económica no dejó en ningún momento de ser sumamente frágil, lleno de momentos de improvisación para salvarse en el día. Y ahora se suman problemas en dos de los principales «activos» políticos de Milei: el apoyo de una parte de la población y la gobernabilidad concedida por el régimen político.

No está escrito en ningún lado qué va a pasar en octubre. Lo que está claro es que, aún ganando las elecciones, lo pueden hacer a lo sumo como «primera minoría» que como mayoría. Según una encuesta, el 50% del electorado de Milei de hace dos años no va a participar de las elecciones.

Problemas económicos

El dólar suele ser un buen índice de la opinión de la burguesía sobre la coyuntura política. El primer día de la semana, el tipo de cambio pegó un salto de 35 pesos y llegó a cotizar 1370 pesos, muy cerca del peor momento de crisis de semanas atrás, cuando el dólar casi toca la banda superior acordada por el gobierno con el FMI en abril.

Las cosas ya venían claramente mal, y cada vez peor. El principal indicador de la fragilidad de la situación es que, cada vez que hay algún problema, necesitan que Caputo salga a anunciar un nuevo giro del FMI.

La semana pasada lanzaron la desesperada medida de aumento del porcentaje de encajes de los bancos, que es dinero que deben tener inmovilizado, sin prestar ni comprar dólares.

Caputo salió a «aclarar» en Twitter que en realidad no hay ningún problema. “El alto riesgo político que hoy asigna el mercado (dados los últimos intentos de romper con el equilibrio fiscal por parte del Congreso) y que evidentemente lo tomó por sorpresa, va a colapsar pronto y las tasas volverán al nivel al que a vos y a todos nos gustaría verlas.”

«No pasa nada aunque esté pasando todo» dice el ministro a los capitalistas, que obviamente no le creen.

Los problemas también se acumulan en los dos índices económicos que el gobierno necesita sostener a toda costa para sostenerse como gobierno: el dólar y la inflación.

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