
Por Ana Clío
A un año del asesinato del niño de 12 años, en manos de la policía del Gobernador de Tucumán, Juan Luis Manzur, familiares y amigos del pequeño junto a organizaciones sociales y políticas se movilizaron a Tribunales para exigir la elevación a juicio oral y la prisión para los dos policías involucrados. Hasta el día de hoy, los agentes no sólo continúan en libertad, sino que siguen en funciones en la fuerza con total impunidad, luego de que dos jueces negaran el pedido de prisión preventiva que pesaba sobre ambos.
«El gobierno se portó mal, nos dieron la espalda. Con un homicidio agravado, los policías (Mauro Díaz Cáceres imputado por homicidio agravado y Nicolás González Montes de Oca como partícipe necesario) al menos tendrían que estar fuera de servicio. Antes del fin de año pasado, los amigos de Facundo encontraron a su asesino cuidando una heladería. Como los chicos lo señalaron y comenzaron a insultarlo, se metió en el baño. Inmediatamente llegó un patrullero para rescatarlo. Vimos las fotos que le sacaron cuando salió para escaparse. Tenía el arma reglamentaria y una escopeta», contó la abuela del nene a Tiempo Argentino.
Facundo, un chico que soñaba en un futuro jugar al fútbol en las grandes ligas, comprar una gran casa para su abuela y construir un comedor para los chicos de su barrio, murió en la madrugada del 8 de marzo de 2018 a consecuencia de una bala, por parte de la policía de Tucumán, que le atravesó la cabeza. Pero además, las pericias indicaron que antes de esto, el pequeño había recibido, al menos, once impactos de balas de goma en su espalda.
Sin embargo, desde un primer momento, desde las fuerzas represivas, pasando por la ministra Patricia Bullrich, el ministro de Seguridad Ciudadana, Claudio Maley, el jefe de la Policía de Tucumán, Francisco Picón hasta llegar a Macri y Manzur, instalaron una versión de absoluta estigmatización. Afirmaron que los jóvenes estaban robando y que estaban drogados. Después describieron la situación como un enfrentamiento, en el que los policías se defendieron de los disparos de Facundo y su amigo e incluso trataron el tema de “gatillo fácil” con total liviandad «En el fragor de una refriega no se le pregunta al agresor cuántos años tiene. Es lo que no se entiende. Es la adrenalina del momento. No se le ve la edad a las dos de la madrugada» dijo al respecto Picón en su momento.
Muy lejos de estos alegatos, diferentes tipos de pruebas comprobaron que no solo se trataron de testimonios falsos sino que, además, intentaron todo tipo de acciones para lograr su encubrimiento. El barrido electrónico comprobó que los niños jamás habían disparado contra los agentes, incluso, un video muestra que la persecución se inicia sin ningún motivo. Otro video muestra cómo estos intentaron limpiar la escena del crimen para que después de mucho tiempo de haberlo tenido tirado en el asfalto, llamaran a la ambulancia para denunciar un accidente de tránsito. Los análisis toxicológicos tampoco les dieron buenas noticias. Se comprobó que los oficiales fueron los que habían consumido marihuana y cocaína. Además, en el lugar se encontró sólo un arma: la reglamentaria de los policías.
Así las cosas, el asesinato de Facundo Ferreira es un hecho que deja al desnudo la doctrina “Chocobar”, esa política de Estado que tanto defiende la ministra Patricia Bullrich para avalar la brutalidad policial, el gatillo fácil y la criminalización a los pobres, reforzando la intolerancia, la xenofobia, el odio y la represión contra los sectores obreros y populares. Es así que en los últimos tres años, hubo un incremento de chicos asesinados por la Policía.
Legitimar el fusilamiento por la espalda (acción calificada, en su momento, según el presidente de la República, Mauricio Macri como “valentía” luego de respaldar públicamente al autor de la nueva modalidad, el suboficial Luis Chocobar) es avalar un Gobierno represivo con total impunidad. Es ocultar el verdadero problema que tienen dichos sectores, tales como la falta de trabajo, el hambre y la pobreza (problemáticas que fueron creciendo desde que asumió Cambiemos con sus brutales ajustes en los presupuestos para educación y salud y demás recortes para la clase trabajadora), aumentar la desigualdad social y señalar al de al lado como el “enemigo” y el “criminal”.