“El año nuevo que nunca llegó” (2024) es la ópera prima del director rumano Bogdan Mureşanu. Fue galardona con el premio FIPRESCI de la crítica internacional en la Mostra de Venecia 2024 y ganó la competencia oficial Orizzonti.
La película nos presenta varias historias cortas, las cuales transcurren simultáneamente en diciembre de 1989, es decir, durante los últimos días del régimen estalinista comandado por Nicolae Ceauşescu.
Dicho dictador estuvo en el poder por más de dos décadas, tiempo durante el cual construyó un poderoso aparato represivo. Su principal brazo fue la temida seguridad del Estado, la “Securitate”, que contó con más de medio millón de informantes, por medio de los cuales espió las discusiones en los hogares, centros de trabajo y estudio. Inclusive, reclutó estudiantes de primaria y secundaria. El sentido de persecución era algo común a todos los rumanos de la época.
Por este motivo, el régimen estalinista era odiado por la enorme mayoría de la población y su derrocamiento fue el más sangriento de los que conmocionó a los Estados del Este europeo. En la película, por ejemplo, se hace alusión a los hechos de la ciudad de Timisoara, donde el gobierno de Ceauşescu ordenó reprimir las protestas en su contra, dejando como saldo la muerte de 78 manifestantes por tiros de la policía.
Al mejor estilo de la comedia dramática, el filme entreteje situaciones de la vida cotidiana con la atmósfera asfixiante que cundía bajo la dictadura burocrática. La frontera entre lo real y lo absurdo es muy tenue, dado que la lógica con que funcionaba la burocracia irradiaba todas las esferas de la sociedad.
En particular, es destacable la historia del obrero que entra en crisis nerviosa cuando su hijo, con la naturalidad propia de la inocencia de un infante, le comenta que envió una carta de navidad por correo, en la cual pidió el juguete que deseaba y, además, que se muriera el “Tío Nick” (apodo de Ceauşescu), porque era el deseo que escuchó decir a su papá en una conversación familiar informal.
Lo anterior desata un brote de paranoia en su padre, que, a sabiendas del control que ejercía la Securitate sobre las comunicaciones privadas, tenía claro que la carta lo exponía a una condena a prisión. Por este motivo, hace todo lo posible por destruir la carta, dando paso a los momentos más divertidos del filme (sin duda, una alusión a “La broma” de Milán Kundera).
Además de este micro-relato, el filme nos presenta a una actriz de teatro que hace todo lo posible por no figurar en un spot navideño de apoyo al régimen; un joven que, junto con su amigo, intentan huir del país atravesando la frontera de forma ilegal; una adulta mayor afligida porque tiene que abandonar su apartamento por órdenes del gobierno.
La película captura la indiferencia de la clase obrera con relación al régimen y el supuesto Estado “obrero” rumano, al cual veían como un ente ajeno y que no les pertenecía.
Al respecto de lo anterior, fue muy llamativa la escena cuando los trabajadores de una fábrica les ordenan subirse a un autobús y, mientras están abordando, se enteran que los van a llevar a una manifestación en “apoyo del gobierno. Es decir, no se les explicaba nada, solo recibían órdenes desde arriba para que fueran ejecutadas sin ningún tipo de discusión (guardando las distancias del caso, esta escena recuerda los métodos clientelares desarrollados por ciertas organizaciones políticas en los movimientos sociales en la Argentina).
Por otra parte, la película presenta un problema de ritmo, particularmente en la primera hora, debido a que las historias avanzan muy lentamente. Sin embargo, luego la trama tiene un punto de giro que da paso a un ritmo más dinámico y se evidencia la relación entre las historias particulares con el funcionamiento absurdo del régimen estalinista.
En conclusión, es una película que aborda de forma cómica e irónica un episodio histórico muy complejo. Por otra parte, el ritmo de la historia es muy desigual y exige cierta paciencia por parte del público en la primera mitad. Lo anterior no resta valor al filme, el cual expresa de forma sutil la basura que fue el estalinismo y nos recuerda la importancia de hacer un balance a fondo del mismo, una tarea fundamental para relanzar la lucha por el socialismo revolucionario en el siglo XXI.





