De la destrucción del antiguo sistema social a la creación de uno nuevo

Lenin ofrece reflexiones sobre los objetivos del trabajo comunista y la diferencia entre esos objetivos y los primeros pasos hacia ellos dados en el período de transición abierto por la Revolución rusa.

De la destrucción del antiguo sistema social a la creación de uno nuevo‘ (1920) por VI Lenin. Tomado de Obras Escogidas, Vol. 10. Editorial Internacional, Nueva York. 1937. Traducción del inglés al español por Izquierda Web.

Nuestro periódico está dedicado al problema del trabajo comunista.

Este es un problema crucial para la construcción del socialismo. Ante todo, debemos tener muy claro que este problema solo pudo plantearse de manera práctica después de que el proletariado hubiera conquistado el poder político, solo después de que los terratenientes y capitalistas hubieran sido expropiados, solo después de que el proletariado, tras haber conquistado el poder político, hubiera logrado victorias decisivas sobre los explotadores que habían organizado una resistencia desesperada, rebeliones contrarrevolucionarias y la guerra civil.

A principios de 1918 parecía que ese momento había llegado, y efectivamente llegó tras la campaña militar de febrero de 1918 del imperialismo alemán contra Rusia. Pero ese período fue tan breve, y la nueva y más poderosa ola de rebeliones contrarrevolucionarias nos azotó con tanta rapidez, que el gobierno soviético no tuvo oportunidad de dedicarse de forma estrecha y persistente a los problemas de la construcción pacífica.

Ahora hemos pasado por dos años de dificultades sin precedentes e increíbles de hambre, privaciones y sufrimiento, simultáneamente con victorias sin precedentes del Ejército Rojo sobre las hordas de la reacción capitalista internacional.

Ahora hay motivos serios para esperar (si los capitalistas franceses no incitan a Polonia a la guerra contra nosotros) que lograremos una paz más duradera y duradera.

Durante estos dos años, adquirimos cierta experiencia en la construcción sobre la base del socialismo. Por eso podemos y debemos abordar directamente el problema del trabajo comunista, o mejor dicho, sería más correcto decir, no comunista, sino socialista; pues no se trata de la etapa superior, sino de la inferior, la etapa primaria de desarrollo del nuevo sistema social que surge del capitalismo.

El trabajo comunista en el sentido más estrecho y estricto de la palabra es trabajo realizado gratuitamente para el bien común, trabajo realizado no como un deber definido, no con el propósito de obtener un derecho a determinados productos, no según tasas previamente establecidas y fijadas legalmente, sino trabajo voluntario, independientemente de las tasas, trabajo realizado sin expectativa de recompensa, sin la condición de recompensa, trabajo realizado por hábito de trabajar por el bien común y por una comprensión consciente (convertida en hábito) de la necesidad de trabajar por el bien común, trabajo como exigencia de un cuerpo sano.

Debe quedar claro para todos que nosotros, es decir, nuestra sociedad, nuestro sistema social, estamos todavía muy lejos de la aplicación amplia y verdaderamente masiva de esta forma de trabajo.

Pero el hecho mismo de que este problema haya sido planteado por todo el proletariado avanzado (el Partido Comunista y los sindicatos) y por el Estado, es un paso en esta dirección.

Para llegar a lo grande debemos empezar por lo pequeño.

Y por otra parte, después de «lo grande», después de la revolución que derrocó la propiedad privada capitalista y puso al proletariado en el poder, la construcción de la vida económica sobre nuevas bases sólo puede comenzar desde lo pequeño.

Subbotniks, ejércitos de trabajo, servicio laboral: tales son las diversas formas del trabajo socialista y comunista.

Todavía existen numerosos defectos en esto. Solo quienes son totalmente incapaces de pensar, por no hablar de los defensores del capitalismo, pueden justificar burlas (o insultos) contra ellos.

Los defectos, errores y desaciertos en una tarea tan nueva, difícil y grandiosa son inevitables. Quien teme las dificultades de construir el socialismo, quien se deja intimidar por ellas, quien cae en la desesperación o la cobarde consternación, no es socialista.

El trabajo de crear una nueva disciplina laboral, de crear nuevas formas de vínculos sociales entre los hombres, de crear nuevas formas y métodos de hacer que la gente trabaje, debe llevar muchos años y décadas.

Es un trabajo del tipo más noble y apreciado.

Es una suerte para nosotros que, después de derrocar a la burguesía y aplastar su resistencia, hayamos sido capaces de ganar para nosotros mismos el terreno en el que este trabajo se ha hecho posible.

Y nos pondremos a trabajar con todas nuestras fuerzas. Perseverancia, persistencia, preparación, determinación y capacidad para probar algo cien veces, para modificarlo cien veces y alcanzar la meta, pase lo que pase: estas son las cualidades que el proletariado ha adquirido en los diez, quince, veinte años que precedieron a la Revolución de Octubre, y en los dos años que siguieron a esta revolución, mientras sufría privaciones, hambre, ruina y miseria sin precedentes. Estas cualidades son la garantía de que el proletariado vencerá.

8 de abril de 1920

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