La primera noticia mundial de la última semana es la crisis abierta con la dramática hambruna en Gaza. Imágenes que recuerdan demasiado vívidamente al Holocausto nazi recorren las redes sociales en todo el planeta. El repudio internacional contra el genocidio sionista parece estar cruzando límites inéditos. La potencial muerte de miles de niños por el hambre inducida del sionista es más de lo que la opinión de millones de personas puede soportar.
Y hasta el anquilosado ámbito de las relaciones internacionales está acusando recibo. Hay quienes creían que el lobby sionista internacional era invulnerable a la opinión pública. Pero los movimientos de los últimos días demuestran lo contrario. El Estado sionista de Israel se convierte cada vez más en un Estado paria dentro del campo geopolítico.
Diplomacia bajo la sombra del genocidio
La semana pasada, el presidente francés Emanuelle Macron anunció que Francia reconocerá formalmente al Estado palestino en septiembre. La medida marca un viraje en la posición histórica francesa y no responde a otra motivación que despegarse del brutal genocidio israelí sobre Gaza, hoy patente frente a los ojos de millones de personas.
Varios analistas (por no hablar del gobierno israelí) se apresuraron a decir que la decisión de Macron era un error político fruto de la desorientación, una decisión aislada en el apoyo común de las potencias a Netanyahu. Pocos días después el panorama es bien distinto. Francia inició este lunes, junto a Arabia Saudita, una conferencia de Naciones Unidas que impulsará el reconocimiento diplomático del Estado palestino. De la misma participan otros 18 Estados. El gobierno saudí declaró en las últimas horas que espera autorización del Banco Mundial para enviar unos 300 millones de dólares en ayuda humanitaria a Gaza.
Pocos días después de Macron fue el premier inglés Keir Starmer quien anunció que el Reino Unido reconocerá el Estado palestino si Israel no detiene el genocidio y confirma la anexión de Cisjordania. Starmer venía sometido a una fuerte presión social y política para tomar medidas sobre la cuestión palestina. Sucede que la base social del Partido Laborista es fuertemente solidaria con los gazatíes. Muchos de los miles de jóvenes que participaron de las masivas movilizaciones pro palestinas en el Reino Unido. Días atrás, un tercio de los legisladores del Parlamento británico dirigieron una carta a Starmer en la que le exigían acciones concretas frente al genocidio.
Al mismo tiempo, parece probable que la posición de Macron se contagie al resto de la Unión Europea. Ya son varios los países de la eurozona que reconocen el Estado palestino y estarían en curso negociaciones para presentar una posición común del bloque. El año pasado, España, Irlanda y Noruega fueron los primeros 3 países europeos en virar su posición diplomática como resultado de la invasión y el genocidio sionista.
El Estado paria de Israel: Netanyahu y la crisis en puerta
El progresivo viraje diplomático internacional no es un despertar humanitario en el corazón de los gobiernos burgueses del mundo. Es el reflejo diplomático de una ola de indignación masiva que recorre todos los rincones del planeta. Netanyahu y el sionismo están tensando demasiado los límites de lo que se puede soportar.
El reflejo más decisivo de este cambio en el ánimo internacional son las declaraciones de Trump este martes, en una entrevista realizada luego de reunirse con el propio Keir Starmer. Tras varias repreguntas, Trump se vio obligado a admitir que las declaraciones de Netanyahu (quien dijo que «no hay hambruna» en Gaza) son falsas. «Voy a decirle a Netanyahu que quiero que hasta la última onza de comida entre en Gaza» dijo Trump, en un intento por reacomodarse discursivamente. Horas atrás se habían viralizado imágenes de miles de toneladas de alimentos pudriéndose al sol tras el bloqueo israelí a la entrada de ayuda humanitaria.
Aunque los comentarios de Trump no pasen del plano discursivo, es un hecho que el avance de la hambruna en Gaza está modificando las fichas del tablero diplomático alrededor del Estado de Israel. Netanyahu y el sionismo están convirtiéndose en el paria de la escena diplomática internacional. El gobierno israelí sostuvo desde el primer día su prerrogativa de encarar un genocidio en tiempo real ante los ojos de la población mundial. Ahora está sufriendo las primeras consecuencias políticas de esa decisión.
No se trata sólo la inversión de un puñados de fichas en las cumbres de la ONU. Se trata de las millones de personas que movilizaron durante el último año para pedir un alto al genocidio. Se trata de los trabajadores que van a la huelga para evitar el envío de armas a Israel, como sucedió hace pocas semanas en Grecia. Se trata también de los cientos de jóvenes israelíes que rechazaron la convocatoria de las FDI durante los últimos días. La crisis diplomática internacional alrededor de Gaza es una prueba de la capacidad de los jóvenes y trabajadores del mundo para mellar la avanzada sionista en Medio Oriente.




