Cada evento político objetivo, en el sentido que condiciona el desarrollo de los acontecimientos posteriores, es una prueba para toda organización política y particularmente para las fuerzas socialistas. Forjan una conducta y muestran la consistencia política de dichas organizaciones frente a sectores de la amplia vanguardia y eventualmente de masas, a la vez que marcan una trayectoria, un recorrido.
Como dijimos en una nota anterior (ver “Como te digo una cosa, te digo la otra”) en la que polemizamos con el PTS y el PO sobre el giro político desde la no movilización cuando el intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner en el 2022, a la movilización “a donde sea y para lo que sea” con la proscripción, la conducta política de los partidos revolucionarios se ordenan alrededor de principios.
Estos principios, podríamos sintetizar, parten de cuidar siempre los intereses estratégicos de la clase trabajadora, es decir, la posibilidad de su desarrollo como alternativa de poder. Por ejemplo, la política de denuncia del fallo proscriptivo de la corte contra CFK (amparado como maniobra política en el hecho de la corrupción de su gobierno, algo que ocurre en todos los gobiernos capitalistas sin excepción) y el llamado a derrotarlo tiene interés para las y los trabajadores porque el ataque a una dirigente política capitalista por el hecho de haber llevado adelante concesiones mínimas a los sectores populares, podría eventualmente abrir paso a la proscripción abierta de organizaciones políticas anticapitalistas.
Otro aspecto del rechazo a este ataque (aspecto que se pierde completamente en la mirada economicista del resto de la izquierda) tiene que ver con que un amplio sector social, incluso de trabajadores y trabajadoras, ven en la figura de CFK a su referente. Las libertades democráticas de nuestra clase social conquistadas bajo la democracia de ricos –como por ejemplo elegir representantes– se defienden siempre, incluso si los trabajadores depositan confianza en políticos burgueses. Porque la disputa de la conciencia no tiene atajos, debe llevarse adelante en una experiencia viva. Y esa disputa viva se desarrolla en el terreno de la lucha de clases junto con los partidos revolucionarios y con una política revolucionaria.
En nuestro caso la ubicación política fue clara desde el inicio: el rechazo a la proscripción debía ir acompañada 1) de la exigencia de que el peronismo y CFK rechazaran el acatamiento de la proscripción, consigna que el Nuevo MAS levantó de manera exclusiva entre la izquierda, 2) la obvia exigencia del paro de la CGT como parte del plan para derrotar el fallo, y 3) la incorporación de las reivindicaciones de los de abajo para que la movilización fuera también contra el gobierno de Milei, mientras que inicialmente el kirchnerismo limitó su política a la denuncia de Magnetto y Macri, intentando evitar la confrontación con Milei a quien le han garantizado gobernabilidad incondicional. Esa ubicación política podría resumirse en la apuesta a desbordar por izquierda el régimen, desacatando el fallo y atrayendo a sectores de trabajadores que eventualmente vieron con distancia la condena a CFK, impulsando una la lucha abierta contra el plan de guerra de Milei.
Dicho esto, en la medida que el terreno de disputa por la representación política de los trabajadores coloca a la izquierda en competencia con fuerzas burguesas como el peronismo y los k que también hacen política (disputa evidentemente desigual pero con puntos de apoyo importantes para los anticapitalistas), cada acción táctica en defensa de esos principios debe ser evaluada en su justa medida. Para decirlo en español, si tu política es contra el acatamiento de la proscripción y contra el gobierno de Milei, ¡no daba lo mismo marchar a Comodoro Py para que CFK fuera detenida como estaban dispuestos a hacer el PTS y el PO, que hacerlo a Plaza de Mayo, centro del poder político donde se encuentra la Casa Rosada ocupada por Milei! ¿A qué iban a ir el PTS y el PO a Comodoro Py?
En el caso de la marcha a Comodoro Py, tanto la exigencia de no acatamiento del fallo como la denuncia al gobierno de Milei estaban vetadas de antemano, tanto porque la convocatoria del PJ/K excluía a Milei, como porque el contenido explícito era “Cristina se presenta en Comodoro PY para ser detenida. La vamos a acompañar desde su casa ida y vuelta”. Una movilización que impedía de antemano el desarrollo concreto de una política independiente. En el medio ocurrió un cambio. CFK aceptó la condena de manera virtual y la convocatoria del peronismo fue modificada a Plaza de Mayo y exigiendo su libertad.
Ese cambio de convocatoria, incluso sobre la base de la aceptación de la condena (una evidente claudicación del peronismo) habilitó la movilización crítica en unidad de acción, por la libertad (hecho que compartimos desde luego) además de la confluencia con miles de personas para repudiar también al gobierno de Milei.
Ante ese cambio de convocatoria, el Nuevo MAS asistimos con una política independiente a la Plaza de Mayo y desarrollamos hasta el final la táctica de la unidad de acción, desplegando nuestras banderas. Allí hicimos pública nuestra política con la presencia de Manuela Castañeira, referente de nuestro partido y una de las principales figuras de la izquierda, frente a simpatizantes y dirigentes del peronismo.
Quien pretendiera como condición para la unidad de acción que el peronismo fuera consecuente en su lucha contra la proscripción es simplemente un ignorante político, un llorón oportunista que le reza al peronismo a escondidas para que desborde alguna vez al régimen, o un sectario incurable. Justamente porque la unidad de acción permite a los partidos revolucionarios confluir con sectores trabajadores no socialistas, no anticapitalistas y demostrar en la experiencia y con posiciones políticas claras la inconsecuencia de las fuerzas capitalistas a la hora de defender, por ejemplo, las libertades democráticas o la lucha contra el gobierno. Solo en esa experiencia es posible disputar la dirección. Y esta disputa no se puede rechazar, incluso cuando la orgánica de los partidos de izquierda es aún insuficiente para hacerlo de igual a igual, a menos que se pretenda ser un marginal político.
Mientras tanto en FITUlandia
Intentaremos no marear a quienes lean esta nota. No es una novedad que el FITU no ha logrado una posición de unidad ante temas importantes en años, salvo cuando decidieron, por derecha, no marchar contra el intento de magnicidio de CFK comunicado oficial del frente mediante. La proscripción de CFK tampoco fue la excepción.
En principio, según una polémica del propio PTS, ellos propusieron tanto sacar un comunicado común en rechazo a la proscripción como reunirse con dirigentes del PJ en la sede central del peronismo. Ni el comunicado ni la reunión salieron como frente por rechazo del PO. Lo cual no impidió que el resto, bajo la dirección del PTS se reunieran con el peronismo como hicieron público mediante fotos. Hete aquí que luego, el sector del FITU que asistió junto al PTS a esa reunión, los mismos sectores del frente que en el 2008 marcharon con la Sociedad Rural, se abstuvieron de movilizar. O sea, unidad por arriba ¡sí! Unidad por abajo, ¡no! ¿Por qué? Porque el kirchnerismo no estaba dispuesto a pelear hasta el final contra la proscripción y porque no se iban a privar de hacer “política peronista”… ¡chocolate por la noticia! Sin embargo, a ese mismo sector no le importó ir tras el peronismo el 24 de marzo y reventar la independencia política del Encuentro Memoria Verdad y Justicia. En fin.
Por otro lado, el PTS y el PO unificaron posición en movilizar, como desarrollamos más arriba, sin importar a dónde ni para qué. Esta orientación oportunista, como todo en política, tiene explicación. Ambos partidos quedaron condicionados por el grave error que cometieron cuando no movilizaron ante el intento de magnicidio. En el caso del PTS primó el abordaje puramente electoral, es decir oportunista, sobre la especulación de que se abra un espacio a la izquierda del peronismo de cara a septiembre y octubre. Algo que en sí mismo (aspirar a disputar representación) no está mal, salvo por el hecho que en el medio estaban dispuestos a ceder políticamente acompañando la movilización del peronismo para el arresto de CFK, un hecho que se contrapone directamente con la política de rechazar la auto entrega y la proscripción, política que, insistimos, solo nuestro partido planteó como exigencia. En esta orientación el PO se vio arrastrado sin más.
Por el contrario, con el cambio de sede de la movilización a la Plaza de Mayo con la consigna de “libertad a CFK”, el PO, arrastrando esta vez al PTS, decidió hacer un acto en el obelisco el mismo día de la movilización. Mientras que el PO hizo pública esta orientación por redes y en su blog, el PTS la ocultó de manera vergonzante. Así las cosas, ni uno ni otro, hasta donde vimos, efectivamente, fueron a Plaza de Mayo. Y si fue así, lo hicieron de manera clandestina.
Una vez más queda al descubierto el oportunismo político, en este caso hijo de la adaptación parlamentaria, o de la reducción de la política a las relaciones superestructurales. Mientras que Bregman y el PTS se reunieron en la sede del PJ y luego en la propia casa de CFK, expresando una política de unidad de acción por arriba, al momento de la movilización que incluyó a cientos de miles de personas, fueron a medias con un acto en el obelisco y sin llegar a la Plaza, de la que se supone que se retiraron mientras hablaba Cristina Fernández según publicaciones propias. O sea, ¿para tomar café con leche y medialunas con CFK sí, pero para movilizar no? Una muestra más de inconsistencia política, en que el centro de la política revolucionaria (que incluye sin dudas la política por arriba pero que tiene primacía en la política con las bases movilizadas) está puesta no en el desarrollo de política revolucionaria que empuje la experiencia de un sector de trabajadores en la lucha codo a codo, demostrando los límites de sus direcciones y ofreciendo una alternativa por izquierda.
No podemos dejar pasar el facilismo verborrágico con que esta corriente pasa de la caracterización de Milei como “gatito mimoso” (Bregman dixit) a “el intento neo-libertador de Milei, Magnetto, Paolo Rocca y el FMI” (izquierda diario) en asociación al golpe de Aramburu-Lonardi de 1955 conocido como “Revolución Libertadora o Fusiladora por la masacre de José León Suarez retratado por Rodolfo Walsh en su novela documental “Operación Masacre”) que incluyó la proscripción de Perón. Una comparación con un gobierno de facto completamente des-educativa y forzada, con relaciones de fuerzas que están lejos de haber sido derrotadas en la actualidad. Milei ni es Aramburu, ni es un gatito mimoso. Es un gobierno que lleva adelante un plan de guerra contra las y los trabajadores, con aspiraciones bonapartistas y cuyo resultado de experimento extremo derechista de este gobierno está aún por verse y se definirá en la lucha de clases.
El encaminamiento electoral impulsado por el propio peronismo el 18 de Junio, pone nuevamente una prueba para el FITU. Deberán demostrar si la U (que evidentemente no refiere a ningún tipo de unidad política) se reduce a la unidad por los cargos y a continuar dividiendo a la izquierda mediante la exclusión de nuestro partido o si, por el contrario, alguno de sus componentes prioriza la unificación de la izquierda ante el gobierno de extrema derecha de Milei y ante la claudicación del peronismo frente a la proscripción que se presentará en un solo bloque, construyendo una alternativa anticapitalista y socialista.