Una campaña protagonista

Notas para un balance de actividades de la campaña electoral del Nuevo MAS.

¿Por qué los revolucionarios nos presentamos a elecciones? Cualquier balance serio sobre una campaña electoral debe arrancar por hacerse esta pregunta.[1] Como organizaciones de vanguardia que somos, nuestro ámbito de actuación habitual se circunscribe a un determinado círculo que incluye miles o decenas de miles de personas. La intervención electoral, en todo caso, permite multiplicar exponencialmente nuestro auditorio y hacer llegar nuestro programa y propuestas a millones.

Si toda política revolucionaria debe formularse partiendo de los elementos más objetivos de la realidad (economía, Estado, gobierno, relación entre las clases, partidos, etc), la intervención electoral requiere formularse -aún más-  de forma pedagógica y didáctica, de manera que logre construir un “diálogo” entre el partido (en este caso a través de sus referentes y figuras) y la realidad que viven esos millones, sus problemas y reivindicaciones más sentidas.[2]

Un diálogo que implica partir de una ubicación estratégica, pero que sepa construir un ida y vuelta, una formulación y los consiguientes reajustes en función de lo que devuelva la realidad. E incluye también no una simple adaptación al “sentido común” mayoritario en cada circunstancia, sino una orientación para perforarlo en un sentido revolucionario, trascenderlo y llevarlo más allá.

Partiendo de estas premisas, creemos que la campaña del Nuevo MAS encabezada por nuestra compañera Manuela Castañeira logró abrirse un espacio protagonista en este terreno, en general el más ajeno y adverso a los revolucionarios.

Programa, discurso y referentes

La ubicación de nuestra campaña partió de retomar el principal problema que atraviesa la clase trabajadora en nuestro país: el salario. La vivencia de que no hay plata que alcance, que le sobran días al sueldo, que las paritarias están pisadas hace meses y meses, que hay que tener más de un trabajo para sobrevivir, fue el punto de partida para, trazando una diagonal con un sistema que es cada vez más agresivo, explotador y barbárico, plantear una salida anticapitalista. Esto adquiere aún más relevancia frente al gobierno de Milei, que se define ultracapitalista y enemigo de todos los derechos de los trabajadores, la juventud, las mujeres y las diversidades.

A todas luces, el impacto por el salario mínimo de 2 millones de pesos se convirtió en un elemento de la campaña electoral, rebotando entre la necesidad real (ATE- Indec señala que es lo que necesita una familia de 4 personas para vivir) y la “imposibilidad” de llevarlo adelante (según el periodismo “mainstream”). Pero esta punta de lanza nos permitió plantear que para que sea factible hay que operar una profunda redistribución de recursos, afectando las ganancias capitalistas. Esto quedó expresado en el Manifiesto Anticapitalista para la Argentina, un programa (algo que ni el peronismo, ni el resto de la izquierda pudo esbozar en esta campaña) de 18 puntos para sacar al país de la crisis orgánica a la que lo han llevado el fracaso de las variantes estatistas-peronistas y el anarco-capitalismo de Milei. El anticapitalismo, la idea de que hay que reorganizar la sociedad partiendo de las necesidades de los de abajo, adquirió una envergadura novedosa en esta campaña, como elemento de lucha ideológica y como propuesta de organización del país sobre otras bases sociales. Es un elemento de perfil de un partido que utiliza la palestra electoral para plantear que para solucionar las lacras que produce este sistema; hay que darlo vuelta por completo.

En el mismo sentido, retomando la profunda bronca de inmensos sectores sociales y la sensación de que “Milei no se aguanta más” hicimos un planteo de fondo para cuestionar el calendario rutinario de las elecciones: Asamblea Constituyente para rediscutir los destinos del país. Si la sociedad no se aguanta al presidente, hay herramientas para revocarlo antes de que destruya el país.

Frente a la barbarie de los femicidios que, como una epidemia, se expandieron en las últimas semanas, fuimos la única organización que señaló que el responsable ideológico de los mismos era el gobierno de Milei, que con su discurso misógino y patriarcal, genera las condiciones para que se lleven adelante estos actos atroces.

Tal fue el ruido generado por estas posiciones que la propia Ministra Bullrich, Espert o Eduardo Feinmann, entre otro/as, salieron varias veces a cruzarnos públicamente.

La crisis de fondo en la que se encuentra el país (que no va a encontrar solución por un mero resultado electoral), amerita una salida de fondo y propuestas disruptivas que cuestionen el status quo de que “no se puede”: no se puede un salario que alcance para vivir, no se puede cuestionar la continuidad del gobierno, no se puede cuestionar el sistema. Frente al “imposibilismo” nuestra campaña apostó a desafiar los límites establecidos y decir “sí se puede”, y hay que afectar intereses millonarios para eso.

Manuela Castañeira, junto a decenas de candidatos y candidatas a lo largo y ancho del país, encarnaron estas ideas y las desarrollaron frente a centenares de medios de comunicación y en las redes sociales.[3]

La campaña electoral fue nacional, presentándonos en 13 provincias. La fuerza de la política se abrió paso como una cuña en el debate nacional, y con Manuela Castañeira al frente, comenzamos a renovar a la izquierda con una nueva generación de referentes jóvenes, trabajadores, anticapitalistas y feministas: Federico Winokur, Julia Di Santi, Juan Cruz Ramat, Lucas Correa, Nahuel Leis Pou “el bartender anticapitalista”, Ayelén Pilcic, entre otros y otras.

Una campaña ultramilitante

Otro vector elemental de una campaña electoral revolucionaria es la capilaridad que logra construir. No hay diálogo posible sin militancia de base, de carne y hueso, que con volantes en mano, se lancen a la batalla por las ideas, el programa, las consignas. Y que puedan escuchar, recoger, reflexionar, sobre aquello que nos transmite la clase trabajadora.

Partiendo de los lugares habituales de militancia (universidades, secundarios, fábricas, dependencias del Estado, escuelas) la campaña fue ganando territorialidad hacia esquinas, estaciones, ferias, localidades y barrios de manera creciente.

Contabilizamos cientos de actividades por semana. La agitación, sintetizada como pocas ideas para muchas personas, se combinó con la explicación paciente sobre el diagnóstico y la salida para la crisis del país, cruzado por la necesidad de que una compañera trabajadora como Manuela Castañeira ingrese al Congreso.

Sobre la base del esfuerzo militante se sumó una camada de voluntarios que permitieron ampliar la base de sustentación de la campaña. Fueron cientos de personas, estudiantes, trabajadores, familiares y vecinos que se involucraron desinteresadamente a sumar su aporte: repartir volantes en el laburo o el barrio, pegar stickers y afiches, difundir en redes sociales, fiscalizar. Muchos pusieron sus vehículos a disposición para que en los barrios suene el “auto bochinchero” al ritmo de “Manuela Castañeira al Congreso”.

Pusimos en pie recorridas con Manuela por ferias y centros comerciales, donde se reflejó un creciente grado de instalación y conocimiento que va trascendiendo diversos sectores sociales. Además se verificó un enorme apoyo y cariño a quien amplios sectores reconocen como una trabajadora, una luchadora, una feminista.

Un elemento descollante de una campaña construida desde abajo fue el “subte anticapitalista”, donde nuestro compañero Fede Winokur recorría diversas líneas agitando la campaña y contando las propuestas.

El festival de lanzamiento de campaña realizado en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA llamado “De regreso a Octubre” combinó la iniciativa política con la cultural, un espacio también atacado por el gobierno, y fueron parte artistas de renombre como Wuhan (de Alika, integrante de Actitud María Marta), La perra que los parió y Los puber, que reunió más de 2000 personas. En la zona sur, también se desarrolló el Unlapalloza, un festival autogestionado por militantes del ¡Ya Basta! e independientes en la Universidad Nacional de Lanús, con la participación de las bandas emergentes Mamazuka y La chusma.

El impulso constante a la actividad, la creatividad para las iniciativas, el buscar constantemente por donde profundizar la campaña, contrastó fuertemente con el resto de las fuerzas políticas, que prácticamente no pusieron un pie en la calle. En el caso del peronismo, de acuerdo a su estrategia de esperar que el malestar contra Milei le redunde en la ratificación de los votos obtenidos en septiembre, es si se quiere, entendible. En el caso del FITU, y en particular de su dueño, el PTS, es de un vaciamiento de criterios militante descomunal. La rutina y el abuso del aparato es una receta que puede rendir en lo inmediato pero que, estratégicamente, dinamita cualquier construcción revolucionaria seria y coherente.

La fortaleza de la campaña se complementó con iniciativas de difusión e instalación: los vuelos de “El Pájaro” por PBA, gigantografías en los principales accesos a la Ciudad, cartelería en las arterias de mayor tránsito y concentración.

La suma de las iniciativas configuró un “ataque concéntrico”, una avanzada simultánea desde diversos frentes para fortalecer una campaña que se nutrió esencialmente de la fuerza de la política, la capacidad de diversos referentes -en particular Manuela Castañeira-, y el entusiasmo y la creatividad de la militancia.

100 mil votos anticapitalistas

De conjunto, la campaña electoral reflejó una acumulación política, constructiva y de instalación que constituye un nuevo piso para nuestra organización.

En el marco de una campaña enorme y muy protagónica, y en una situación que describimos en la editorial de este número, logramos sostener un valiosísimo piso electoral de 100 mil votos que apostaron por una propuesta anticapitalista.

En cierto sentido, quedó planteada una “tijera” entre el espacio político conquistado en la campaña y la cosecha electoral, que hay que acortar lo más posible, ubicándose estratégicamente desde los máximos logros alcanzados para ampliar las filas partidarias.

La tarea es aferrarse fuertemente a todo lo conquistado para ir por más, y construir una sólida organización revolucionaria que también sea protagonista frente a los nuevos ataques que trae la segunda parte del gobierno de Milei.


[1] Este texto es complementario del resto que estamos publicando en estas páginas, en todo caso, se apoya en varias definiciones y desarrolla otras.

[2] Evaluamos la campaña de manera relativamente independiente de los resultados, dado que las votaciones incluyen toda otra serie de determinaciones objetivas (recursos, adversarios, acumulación previa, etc) que no vamos a desarrollar aquí.

[3] En este último terreno, con creatividad y mucho esfuerzo se dio un salto cualitativo en el trabajo y la difusión, con millones de visualizaciones y hits como “¿Quién es quién?” reconocido por periodistas y productores.

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