Pobre Bélgica y La Ideología alemana: Marx ha sido expulsado de París en enero de 1845, junto con varios redactores del diario Vörwarts!, Bakunin y ¡un agente doble prusiano por equivocación! Parece que el rey prusiano exclamó: “¡Hay que purgar París de filósofos alemanes!”. Le dan veinticuatro horas para abandonar Francia. Vive en Bruselas, aunque no le gusta nada.[1] Ciudad provinciana, capital de un pequeño país independizado hacía poco tiempo, con un gobierno católico-conservador, un fondeadero de emigrantes políticos de paso y con una gran libertad de expresión, la única satisfacción. Se le prohíbe expresamente escribir sobre política. Dirá de su paso por Bélgica: “le paradis et la chasse gardée des propriétaires fonciers, des capitalistes et des curés”. Acompañado por un amigo, había llegado, vía Lieja, el 9 de febrero de 1845. Se alojó en una taberna en la rue du Bois-Sauvage, cerca de la majestuosa St. Michael. Llevaba una nota de instrucciones que le había dado su mujer, Jenny: conseguir alquilar una vivienda de cuatro habitaciones, que tuviera calefacción, el cuarto de estudio y el de los niños debía estar amueblado muy sencillamente, la cocina no importaba, ni si los dormitorios tenían colchones y sábanas. Concluía: “mi único deseo es que prestes atención a los armarios; juegan un papel muy importante en la vida de un ama de casa y son objetos realmente valiosos, que no hay que dejar a un lado. ¿Cómo disponer mejor de los libros?”. Alquilará una casa barata en los suburbios del este de la ciudad, en St. Louvain, donde se habla flamenco. Residirá tres años; vivirá hasta que estallen las revoluciones de 1848. Allí nacerá su segunda hija, Laura. Subsiste con donaciones y préstamos. Vive al borde de la mendicidad. Le ataca el asma. En el interregno de su situación precaria intenta conseguir una visa para los Estados Unidos. En septiembre se le suma Hess con su pareja quienes se mudan a una casa vecina a los Marx en la calle Alliance, vivirá en el número 3, los Marx en el 5 y Engels en el 7. Un vecindario revolucionario. En el curso de los próximos tres años se formará en torno a estos tres hombres un grupo de comunistas críticos y otros variopintos militantes radicales. La policía prusiana los vigila de cerca desde su expulsión de Francia: “Tres jefes comunistas alemanes, entre los cuales se encuentra el conocido Marx, están preparando una edición de ocho volúmenes sobre el Comunismo, su doctrina, sus conexiones, su situación en Alemania, Suiza, Francia e Inglaterra. Y todo ello sobre documentos. Los otros dos colaboradores son Engels y Hess, conocidos comunistas”. Entre otros destacados de este primer protogrupo, que anunciará el futuro Manifiesto Comunista, se encuentran Weitling, el polémico héroe indiscutido de los trabajadores alemanes emigrantes de Londres; Wolff, aka “Lupus”, amigo hasta la muerte de los Marx, a quién estará dedicado Das Kapital, Weydemeyer, el oficial de artillería prusiano devenido periodista radical; Seiler, notario que ayudará a montar la peculiar agencia de noticias de izquierda en Bruselas; Von Westphalen, hermano menor de Jenny, la esposa de Marx, quien vivirá en su casa compartiendo la militancia. El grupo tiene una composición social muy sesgada: todos son profesionales liberales e intelectuales, excepto dos miembros que son tipógrafos: son tres médicos, nueve periodistas y escritores, dos poetas. El promedio de edad del grupo es de veinte ocho años. Es un tiempo curioso en que el triunvirato de Engels, Hess y Marx trabaja en plena armonía; trío que será el núcleo de un círculo minúsculo que está planeando conmover y revolucionar el entero mundo burgués. El propio Engels, escribiendo con pseudónimo y en tercera persona, señalaba en un artículo de 1845 que “se ha declarado la guerra a los filósofos alemanes que se niegan a sacar consecuencias prácticas de sus teorías puras y afirman que el ser humano no tiene otra cosa que hacer que cavilar acerca de problemas metafísicos. Los señores Marx y Engels han publicado una detallada refutación de los principios sostenidos por B. Bauer y los señores Hess y Bürgers se disponen a refutar la teoría de M. Stirner. Bauer y Stirner son los representantes de las últimas consecuencias a que lleva la filosofía alemana abstracta (abstrakten) y, por tanto, los únicos adversarios filosóficos importantes del Socialismo, o, por mejor decir, del Comunismo, ya que aquí la palabra Socialismo engloba las distintas ideas confusas, vagas e indefinibles de quienes comprenden que hay que hacer algo, pero sin decidirse a abrazar sin reservas el Sistema de la Comunidad (Gemeinschaftssystem).”[2]
Los últimos filósofos: Hess y Marx fueron crónica e históricamente pobres casi estructurales. Engels en esos momentos también; su rica familia industrial le había suspendido toda ayuda económica significativa. Los asuntos de economía doméstica de Marx parecen mejorar. En febrero de 1845, poco antes de ser expulsado por exigencia del gobierno prusiano de París, Marx firma un contrato con el editor republicano Carl Friedrich Julius Leske de Darmstadt para la publicación de una obra extensa in-octavo titulada Kritik der Politik und Nationalökonomie, pensada en dos volúmenes.[3] El plan para esta obra aparece esbozado por Marx en agosto de 1844 en el “Vorrede” de los así llamados manuscritos filosóficos-económicos de París. Allí explica que “me propongo abordar en sucesivos estudios, por ejemplo, la crítica del Derecho, de la Moral, de la Política, etc., y, por último, en un trabajo especial, trataré de exponer la conexión de la totalidad (Zusammenhang des Ganzen), la relación entre las diversas partes y, finalmente, de criticar la elaboración especulativa de aquel material.”[4] Como señalaba Luporini,[5] un programa impresionante de crítica a todo lo existente —una auténtica theoretische Revolution— en el cual se propone separar las diversas materias en orden lexicográfico-ideológico de importancia (primero: el Derecho; segundo; la Moral; tercero: la Política), luego reconstruir científico-críticamente la concatenación-conexión necesaria de la totalidad (aunque negada en la apariencia ideológica burguesa, en su reproducción “natural”), camino que se opondría a la elaboración meramente especulativa, el spekulativen Bearbeitung que practicaba la izquierda de la época (y Marx cita al pasar a algunas de sus figuras, en especial aBruno Bauer con su crítica-crítica pura, etc.). Marx reclama que el nuevo método del Comunismo crítico (que denomina todavía positive Kritik, Crítica positiva o kritische Auseinandersetzung, análisis crítico) se basa en dos presupuestos: 1) resultados sin presupuestos derivados de datos empíricos contrastables (daß meine Resultate durch eine ganz empirische), que a su vez están guiados por 2) un concienzudo análisis y estudio crítico de la materia (auf ein gewissenhaftes kritisches Studium… gegründete Analyse gewonnen worden sind). Marx se enfrascará devorando todo lo que encuentre sobre temática económica y pauperismo en la biblioteca municipal de Bruselas, descubriendo que necesitará mucho más tiempo para profundizar científicamente en el enigma de la lógica del Capital. Lo cierto es que Marx hizo saber explícitamente a su editor Leske, en el verano de 1845, que se veía obligado a interrumpir su trabajo sobre la NationalÖkonomie porque era indispensable para el lector, como acceso a la crítica de la Economía Política, como una suerte de propedeútica al nuevo Standpunkt comunista, la polémica ideológico-política-filosófica plasmada en Die deutsche Ideologie, la Ideología alemana. “Durante el verano (de 1845) —recuerda Jenny Westphalen, esposa, correctora y copista de Marx— Engels elaboró con Karl una crítica a la filosofía alemana. El estímulo externo lo había constituido la aparición de Der Einzige und sein Eigentum (de Max Stirner). Acabó siendo una obra voluminosa y habría de publicarse en Westfalia.”[6] Otra fuente de inspiración a la obra provino del propio círculo comunista. Hess había escrito un artículo muy crítico titulado “Los últimos filósofos”, una batalla a muerte no solo contra Stirner, sino contra Bauer, Feuerbach y otros neohegelianos e idealistas especulativos. Para Marx está muy claro que la crítica de la Política (y a sus fundamentos filosóficos últimos) es la propedeútica, indispensable para el acceso y comprensión de la nueva idea comunista. Marx tendrá en cuenta entonces la dimensión de la reproducción ampliada del capitalismo, ya que es el propio System de cambio desarrollado (la sociedad burguesa) el que provoca necesariamente la abstracción-ilusión política, proceso independiente y falsamente natural que disuelve las relaciones de dependencia y dominio materiales, que en la reproducción se presentan de tal manera que los individuos son ahora dominados por “abstracciones”.
[1] Véase sobre la estadía de Marx en Bruselas, el libro de Edward de Maesschalck: Marx in Brussel (1845-1848), Davidsfonds, Leuven, 2005.
[2] Engels, Friedrich; “Rapid Progress of Communism in Germany. III”, en: The New Moral World, Nº 46, 10, may, 1845; en alemán como: “Rascher Fortschritt des Kommunismus in Deutschland. III”, en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Band 2, (Karl) Dietz Verlag, Berlin/DDR, 1976, pp.515-520; en español: Engels, Friedrich; Escritos de Juventud, FCE, México, 1981, pp. 254-258.
[3] El contrato original en: MEGA (2), III/1, pp. 851/852; véase la introducción de Maximilien Rubel a: Marx, Karl; Ouvres. Tome II. Economie, Bibliothéque de la Pléiade, Paris, 1968, p. LIV y ss.; especialmente sobre este proyecto, las páginas LXIII-LXVII.
[4] Marx, Karl; “Ökonomisch-philosophische Manuskripte. Vorrede”; en: Marx, Karl/ Engels, Friedrich; Werke, Ergänzungsband, 1. Teil, Dietz Verlag, Berlin (DDR), 1968, pp. 467-468; en español: Marx, Karl; “Manuscritos económico-filosóficos de 1844. Prólogo”, en: Escritos de Juventud, FCE, México, 1982, p. 557-559.
[5] Luporini, Cesare; “Critica della politica e critica dell’economia politica”; en: Critica Marxista, XVI, 1978, p. 22; aunque creemos que Luporini se equivoca al plantear la existencia invariante en Marx de dos críticas separadas: una de carácter específico a la materia tratada y otra crítica a la filosofía especulativa en sí.
[6] Westhpalen, Jenny; “Kurze Umrisse eines bewegten Lebens”, en: AA. VV.; Mohr und General. Erinnerungen an Marx und Engels, Dietz Verlag, Berlin-DDR, 1964, p. 192.




