El pasado 24 de septiembre, fue una fecha impactante debido a la confirmación del triple femicidio de Lara, Brenda y Morena, a manos de una banda narco que las secuestró, torturó y asesinó por ser mujeres y pobres.
Ellas eran víctimas de las redes de trata y explotación sexual que abundan en el país y que los gobiernos sostienen de forma cómplice, junto a la policía y la justicia machista; todos entongados con estos mafiosos que se aprovechan de chicas jóvenes y las venden cual producto sexual para grandes poderosos.
Mientras que, por arriba, el gobierno de Milei, ultra reaccionario, oscurantista y misógino niega la categoría de femicidio; por abajo, las calles se llenaron para exigir justicia por Brenda, Lara y Morena, defender que es y fue femicidio y exigir nuevamente Ni Una Menos, mostrando en la calle el peso y la fuerza que tiene el colectivo feminista en el país.
Pocos días antes, el 18 de septiembre, se estrenó la película Belén, dirigida y protagonizada por Dolores Fonzi, y con Camila Plaate como coprotagonista y en el papel principal de “Belén”, la joven tucumana en la cual está basada la historia verídica que narra la película.
No sorprende la poca publicidad que tuvo la película, ni es de extrañar que filmes nacionales en los que se exploran temáticas sociales y que van en contra de los dogmas que apoya la extrema derecha, cuenten con poca visibilidad. A modo de comparación, véase la publicidad con que contó Homo Argentum y su establecimiento de estereotipos sobre las personas (ver Homo argentum y la mercantilización del arte).
Sin embargo, Belén fue la pre-seleccionada para representar a Argentina en los Oscar, derrotando a la parodia previamente mencionada de Francella, por lo que ha obtenido mayor reconocimiento. Es curioso que estas dos películas hayan estado enfrentadas para representar a Argentina internacionalmente, ya que parecieran retratar dos Argentinas que, sin embargo, son una sola: Homo Argentum es un ejemplo de como, por arriba, la extrema derecha quiere instalar el ultracapitalismo híper consumista y facho en el arte y en el ideario nacional; Belén, por el contrario, tiene el mérito de dar cuenta de una lucha que conmovió a la sociedad argentina desde abajo e introdujo a toda una generación de jóvenes a la política, como lo fue la lucha por la legalización del aborto.
Belén narra los hechos acontecidos en Tucumán en el año 2014, cuando una joven se interna a altas horas de la madrugada en un hospital por un dolor severo para descubrir que sufrió un aborto espontáneo, para posteriormente ser encarcelada e imputada con el cargo de “homicidio agravado por el vínculo”.
La película, a partir de este hecho, nos narra la lucha de Soledad Deza por la liberación de la joven, que no solo se enfrenta a una burocracia que está influenciada por el peso de la religión (cosa que la película deja en claro con las múltiples imágenes religiosas que aparecen a lo largo de la misma), sino que también nos muestran la lucha psicológica que tuvo que llevar a cabo Julieta estando presa y hasta sufriendo intentos de asesinato dentro del penal.
El filme nos muestra, además, el impacto del caso en la sociedad de ese momento. Por ejemplo, un sector súper conservador que acusaban a la abogada y a la joven de ser unas basuras; los comentarios de la gente abogando porque la joven debió mantener su embarazo, así “como los perros tienen que mantener a sus crías luego de aparearse”.
También, la historia evidencia la forma en que los poderes estatales priorizan los valores tradicionales y no permiten que muchas jóvenes gocen de libertad y decisión sobre sus cuerpos, o les sueltan la mano al momento de sufrir violencia por parte de este sistema patriarcal y machista que, hasta el día de hoy, sigue instalado, como podemos observar a partir del femicidio de Lara, Brenda y Morena (porque fue y es un triple femicidio y la sociedad tiene que tenerlo instalado en su consciente, en lugar de cuestionar si algo hicieron las jóvenes).
La historia se ordena a partir del encarcelamiento de Belén y el seguimiento del caso por parte de la abogada Soledad Deza, pero hay un punto nodal presente en la trama que no podía faltar, si de hacer justicia a la lucha por el derecho al aborto y a la liberación de Belén se trataba: la importancia de la calle. Aunque la película tiene claros roles protagónicos, resumirla a un “camino del héroe” de ciertos individuos, perdería la riqueza de la fuerza real que intervino para liberar a Belén y conquistar el aborto en Argentina.
La lucha por el derecho al aborto sacudió a la sociedad argentina y significó los primeros pasos en el mundo de la política para miles de pibas, pibes y pibis. El caso de Belén fue abrazado por el movimiento feminista: la película muestra los pañuelos verdes, la discusión en los lugares de estudio y de trabajo, las movilizaciones, las volanteadas, que hicieron la diferencia para lograr su liberación.
Es ilustrativa la comparativa entre los dos juicios que muestra la película. Al principio, en el primer juicio a Belén, vemos una sala pequeña con pocas personas, una cruz colgada en la pared de fondo. La familia de Belén se compone de unas pocas personas, su círculo íntimo, quienes la acompañan con impotencia ante un cuerpo judicial que desde el principio la considera culpable.
El primer juicio es una pantomima; la revictimización de la víctima. Desde el principio, se la considera culpable de cometer el delito de no haber sido madre, a pesar de que ni siquiera sabía que estaba embarazada.
El segundo juicio, luego del recorrido hecho por el movimiento de mujeres y la salida del anonimato del caso, tiene en común con el primero algunos puntos: la sala es tan solo un poco más grande que la anterior, la cruz sigue ahí como símbolo de los valores que salvaguarda este sistema, los jueces siguen ensañados con una joven pobre que sufrió un aborto espontáneo.
Sin embargo, desde afuera de la sala se filtran los gritos y los cantos de cientos de jóvenes que se movilizaron para rodear de solidaridad a Belén y exigir su liberación. La gran diferencia entre estas dos escenas y el recorrido que esta película nos permite desentrañar, radican en la fuerza que tiene lo colectivo, la fuerza del movimiento de mujeres en Argentina que conquistó la liberación de Belén y el aborto legal en la calle. La película nos muestra que no hay una heroína individual, sino que los grandes triunfos sociales se logran a través de la organización y lucha. El héroe es colectivo.
Hablando de otros aspectos más generales, las actuaciones fueron impactantes, principalmente la de Camila Plaate. La dirección es muy interesante, con planos secuencia, una banda sonora por parte de Marilina Bertoldi y, sobre todo, el poder de las imágenes y representación de la lucha del movimiento feminista para proteger, reivindicar y cuidar a «Belén», porque así como sucedió en Tucumán, también puede sucederle a tu amiga, vecina o familiar.
Todas somos Belén y tenemos derecho a poder exigir libertad y decisión sobre los cuerpos y, sobre todo, ya no sentirnos vulnerables ante la sociedad misógina y los peligros abundantes de gente reaccionaria o violenta, que está a favor de eliminar los derechos adquiridos por la lucha y la unión colectiva.
Otro evento a destacar fue que la película recibió una larga ovación en la sala y, al grito de «Milei basura, vos sos la dictadura», demostró que al gobierno actual le queda poco cuerpo y la gente tiene empatía y deseo de luchar por estos derechos que, la unión entre todxs, nos permiten conseguir.