Tomado de Página 12
Para Manuela Castañeira, la situación de José Luis Espert debe saldarse con su prisión. Con el determinismo, la candidata a diputada nacional de la provincia de Buenos Aires por el Nuevo MAS, sostiene que el gobierno de Javier Milei no podrá salir a flote, que está envuelto en una crisis terminal producto de un modelo económico que no tiene en cuenta a la sociedad. Espera ingresar al Congreso para llevar, entre otras propuestas, la conformación de una asamblea constituyente y un salario mínimo de 2 millones para todos los trabajadores.
En la tonada de su voz se advierte su origen entrerriano, pero como trabajadora en la Universidad de San Martín, asegura que Buenos Aires es su provincia adoptiva. Conversa con Buenos Aires/12 sobre las razones por las que el gobierno de Milei, incluido Espert, tiene una “obsesión” con atacar y demonizar al socialismo. «Nos temen», dice.
—¿Qué impacto tiene la renuncia de Espert?
—En primer lugar, a mí Espert me da mucho asco. Es un tipo misógino y provocador que me parece, desde ya, que no podía ser candidato. No podía ser candidato un personaje que está vinculado al narco y recibir dinero del narco. Ahora, la principal cuestión a destacar es que el repudio social logró que Espert se baje. Si bien es lógica su renuncia a la presidencia de la Comisión de Presupuesto, falta que renuncie a su banca y vaya preso por una evidente complicidad con el narco. Pero no alcanza con que se baje él.
—¿A qué se refiere?
—El problema es Milei. El problema es que al ajuste fiscal que Milei pretende imponer la sociedad le dijo basta. Pide sacrificios y la gente no quiere más. Por eso en esta elección se discuten alternativas, por eso nosotros proponemos discutir una asamblea constituyente y desde nuevo MAS queremos ser parte de esa discusión. Por otro lado, es necesaria una medida de alivio social como el aumento generalizado del salario. Ahí nosotros proponemos llevar el salario a 2 millones de pesos. Así, la elección del 26 de octubre será importante ante amplios sectores de la sociedad que ve que el modelo fracasó.
—¿Cómo evalúa el renovado apoyo de Mauricio Macri a Milei?
—Creo que al gobierno de Milei no lo salva ni Trump, ni Macri y menos Santilli que es capaz de vender a su madre por un cargo. Ante este escenario, es necesaria una mirada de los trabajadores para gestar una alternativa anticapitalista a este modelo.
—¿Cree que la Justicia actuará rápidamente sobre la situación de Espert?
—Creo que la Justicia argentina sostiene a Milei. Tiene un rol cómplice con este gobierno. No espero nada de la Justica, sí me apoyo al reclamo social. Hay un rechazo general a las bravuconadas de Espert en la provincia de Buenos Aires. Desde el principio yo decía que no tenía que ser candidato porque hace a apología del asesinato de las personas que están en situación de pobreza y recurren a la protesta social. La frase de cárcel o bala incita al asesinato de opositores. Pero claro, ahora cierra. Es claro que tenía vínculos con el narco.
—¿Por qué dice que el modelo económico de Milei fracasó?
—Su plan económico no resolvió ningún problema de la Argentina, sino que los agudizó. Su discurso se cayó y se demostró que no tenía nada que ver con pelear contra la corrupción. Se ve con Milei y $LIBRA, Karina y el 3 por ciento y ahora Espert con los narcos. Volviendo al plan, la inflación no termina de bajar porque es evidente que quieren imponer una devaluación que no es otra cosa que un ataque al salario. La realidad es que ya no cuentan con legitimidad social para hacerlo porque la sociedad probó el ajuste y dijo no. Le dijo que no en septiembre, les dice que no todos los miércoles en la puerta del Congreso con las familias de personas con discapacidad y lo dicen las universidades todo el tiempo. Nunca tuvieron un programa de crecimiento para Argentina. No juntaron reservas, no contienen la inflación y, yo se lo dije a Milei en un debate, su economía no tiene sociedad. Solo se trata de favorecer a un puñado de empresarios a costa del hambre de los trabajadores. Además, si tenés que viajar una vez por mes a Estados Unidos para mendigar que te vuelvan a endeudar, es claro que no funciona.
—¿Cuáles son sus expectativas para el 26 de octubre?
—En primer lugar, creo que tiene que haber un castigo social. La boleta de LLA tiene que tenerlo y me parece que la mejor manera de hacerlo es con la Izquierda anticapitalista. Por azar, pero que dio cuenta de una lógica política, ambas fuerzas están a los extremos de la boleta. En uno estará Espert y en otro el Nuevo MAS.
—¿Por qué la ideología libertaria es propicia para la economía narco?
—Es lo dijo Fontevecchia durante un debate que tuve con él. Pero hay una cuestión de que es así porque estos ideólogos de LLA hacen un capitalismo de lo ilícito. Cuando ellos te dicen todo libre, todo libre, como vender órganos, terminás en Espert con los narcos. Como el objetivo es el negocio, habilitan cualquier tipo de negocio. Todo sin conciencia social porque son unos marginales sin conciencia social. El narco prolifera cuando desarticulás cualquier mecanismo de contención social. Con tanto ataque a las organizaciones sociales, comedores y clubes de barrio, donde Espert fue parte, persiguiendo a las madres que marchaban, esos entramados retroceden y en los barrios bonaerenses avanza el narco. Se lo vio ahora con el caso del triple femicidio de Florencia Varela.
—¿Por qué se discutió si el crimen de Lara, Brenda y Morena fue un femicidio?
—Fue el discurso de la extrema derecha. Nos quisieron llevar diez años atrás, a una discusión que planteamos en el primer Ni una menos, donde damos cuenta que las matan porque son mujeres. Lo dije claro, Milei es el responsable ideológico del triple femicidio.
—¿Por qué?
—Porque hay un discurso desde el Estado que busca borrar la figura del femicidio y con eso ocultar la violencia permanente que se ejerce sobre las mujeres. Desconocer al oprimido es ponerse en el lugar del opresor. Este gobierno de misóginos, ultraconservadores y oscurantistas quiere volver la historia atrás, pero esta semana con la lucha de las familias y los vecinos les demostramos que es un femicidio y que las matan porque son mujeres. También pudimos visibilizar otra cuestión que quisieron ocultar, y es que fue un femicidio en un contexto de explotación sexual. Se quiso invisibilizar ese aspecto. Son víctimas de las redes de trata que funcionan en los barrios como otra de las caras del narco.
—¿Le sorprendió esta lectura de La Libertad Avanza?
—No porque es un presidente que desconoce a las mujeres, que solo les habla a los hombres de bien que no sabemos quiénes son y si, a esta altura, lo acompañan. La verdad que son monstruos. Son crueles, no reconocen al otro como persona y ese discurso odiante es una afirmación de la derecha muy fuerte para intentar volver las relaciones sociales al siglo XIX. Ahí el feminismo tiene un rol importante por ser un movimiento antídoto a la derecha. Por la lucha, por la fuerza, y por eso nos odian. En el Congreso podemos sumar las feministas anticapitalistas para cantarle las cuarenta a las ultra derechas misóginas.
—¿Cómo transita la Izquierda el contexto donde un gobierno ataca al socialismo con insultos?
—Estamos en un mundo donde el pulso lo marcan los extremos. Hay polarización. Estos extremos de derecha vienen creciendo a expensas del adelgazamiento de los centros. Pero, creo que polemizan mucho con nosotros y hasta están obsesionados porque nos temen. Nos temen porque somos la otra cara de la moneda de esta discusión. Creo que es un gran momento para el anticapitalismo, la Izquierda y el cuestionamiento del sistema. En realidad, lo que sucedió es que el capitalismo como sistema a nivel global demostró, en este siglo, todas sus falencias. No puede garantizar los derechos más elementales, como vivienda, educación o trabajo. Lo que hay es pluriempleo y precariedad laboral. Estos cuestionamientos al sistema crecieron en Argentina y en el mundo. Hay una oleada de sindicalización en Estados Unidos a pesar de Trump, o la huelga general en Italia contra Meloni. Tenés el movimiento feminista que cruza fronteras y las juventudes que empiezan a buscar ideas anticapitalistas.
—¿Percibo que eso sucede en Argentina?
—Si. Nuestro campamento anticapitalista convoca cada vez más gente e, incluso, de otros países. Por eso creo que se están fortaleciendo esas ideas y a los que somos protagonistas de esas ideas, luchas y banderas, nos confrontan de manera directa estos monstruos de extrema derecha. Estoy con mucho entusiasmo de llevar estas ideas al Congreso.
—¿Es posible un ámbito de convivencia democrática en Argentina con esta vida de extremos?
—Hoy por hoy, la primera necesidad que tenemos es enfrentar a la extrema derecha. No solo hay que frenar a Milei, hay que enfrentarlo. Hoy tenés un gobierno de extrema derecha fracasado y por eso el principal problema es qué alternativas construimos. Milei impone un terreno de disputa donde golpea fuertemente, y tenemos que poder contestar. En este debate que somos muchos actores, el peronismo no propone un programa. ¿Cómo lo van a superar? Ellos dicen que van a frenar a Milei y no hay un cómo o el programa para después. Hay que entender que estamos en una crisis profunda porque fracasó el gobierno de Milei, así como el de Macri y el de Alberto Fernández. Entonces, estamos en un momento para hacer discusiones de fondo y una opción muy importante sería una asamblea constituyente. Por eso quiero estar en el Congreso. En esta crisis es una opción válida discutirlo para que los costos de estas crisis no lo paguen los trabajadores, los feminismos y las juventudes.
—¿Cree en los sistemas de acuerdos parlamentarios para cumplir estos objetivos?
—Creo que lo que hay que entender es hasta cuándo vamos a aguantar a Milei. Por eso hablo de una asamblea constituyente donde se pueda discutir todo de fondo. El gobierno de Alberto Fernández legalizó la deuda de Macri con el FMI. Milei vuelve a endeudarnos. Hay que discutir un plan de crecimiento, porque Argentina no crece hace quince años. Necesitamos discutir salarios. La porción de la torta de riqueza se reparte cada vez en menos manos. Es hora de encarar esas discusiones de fondo y la constituyente puede ser una alternativa.
—¿Sin acuerdos?
—Para ese trabajo, sobre construir acuerdos, el primero tiene que ser con la calle y la sociedad. Me propongo buscar ese nexo, la dialéctica entre plaza y palacio. La realidad, que la última agenda del Congreso la impuso la plaza, como discapacidad, universidad, Garraham o jubilados. Es la sociedad cuando decide participar de la política la que impone las agendas más necesarias. Además, como militante feminista que viene de la marea verde, sin esa marea no teníamos ley. Veo un rol estratégico el escuchar a la sociedad. Después, por supuesto, para trabajar por leyes justas como la legalización del aborto se puede trabajar en acuerdos. Hablo de leyes justas como contar con un salario mínimo de 2 millones. Quiero llevar esa propuesta al Congreso y hacer un reclamo. Es lo común en lo diverso. Lo hablamos todos y no tiene un proyecto.
—Milei diría que muestre de dónde sacará la plata.
—En el manifiesto anticapitalista que publicamos junto a nuestra lista explicamos por escrito cómo el salario es parte de un programa global para Argentina y que está vinculado profundamente a un plan de crecimiento. Yo quiero que discutamos progreso, no sólo ajuste. Tampoco como hace el peronismo, que te discute desde el ‘no se puede’. Te dice que no se puede no pagar la deuda o que no se puede aumentar el salario. Bueno, es una discusión política. Milei puede de un día para el otro condonarle 2 mil millones de dólares a los sectores concentrados de las cerealeras, Karina puede robarse el 3 por ciento, o pueden hacer todo este ajuste para pagar deuda, pero cuando viene el tema del salario ahí no se puede. Entonces, es un tema político de quien tienen la voluntad política para plantear un plan de crecimiento y tener un salario de 2 millones. Hay que tener otra intencionalidad, que creo que el peronismo tampoco tiene, porque afecta las ganancias de los que más tienen. Incluso, no tendría que ser una medida anticapitalista, podría ser reformista, pero no se hace. A mí me paran en la calle y me dicen que me quedé corta esta vez con los 2 millones. Se tiene que discutir porque es un plan al servicio de las necesidades, de agregarle sociedad a la economía. No me conformo con que me digan todo lo que no se puede hacer porque transmite impotencia.