El dólar se acercaba peligrosamente al límite superior de la banda acordada por Milei con el FMI. El 1 de septiembre tuvo una de las subas más fuertes en meses. A la gestión económica oficial le entró la desesperación completa y rompieron las condiciones del acuerdo con el FMI. Es una nueva confesión del fracaso de este gobierno también en el que supuestamente es su punto fuerte, el económico.
Pablo Quirno, secretario del Finanzas, anunció el 1 de septiembre que el Tesoro intervendría en el mercado de cambios en un intento desesperado de frenar la corrida justa antes de las elecciones en la Provincia de Buenos Aires.
El Tesoro y el acuerdo con el FMI
El anuncio en abril de un nuevo acuerdo con el FMI fue una confesión del fracaso completo del plan económico. El Estado argentino está en default, no puede pagar sus deudas, no puede sostener el tipo de cambio, y los dólares del FMI vinieron a sostener con un hilo un “plan” que se derrumbaba.
El acuerdo con el Fondo incluía un “dólar flotante” de entre 1000 y 1400 pesos el dólar en reemplazo del «dólar oficial». Lo presentaban como una “banda”, es decir que el dólar no necesariamente debía irse a 1400 pesos. Para finales de agosto, el límite superior de la banda ya estaba en 1468 pesos. Por algo la “banda” de oscilaciones era hacia arriba y no hacia abajo.
El acuerdo con el FMI era que el Banco Central no iba a intervenir en el mercado de cambios a menos que se superara el límite superior de la «banda». Pero anunciaron la intervención con el dólar cotizando 1390 pesos.
Se apoyan en un tecnicismo para no romper el acuerdo con el Fondo: es el Tesoro el que interviene para frenar la escalada del dólar, no el Banco Central. Es decir que es con el dinero del ajuste, lo arrebatado a jubilados y discapacitados, que venden dólares lo más baratos posible para evitar una corrida y la consecuente disparada de la inflación y las divisas. Esos dólares iban a pagar futuros vencimientos de deuda.
La gestión Milei-Caputo compra tiempo ahora con dólares frescos y abandona el futuro, aún el más próximo. Lo hacen presas de la desesperación: temen que la situación económica se les descontrole antes de las elecciones, lo que podría precipitar el completo desgobierno del país.
Hace algunos meses, todavía se atrevían a decir la estupidez de que el dólar podría irse a 600 pesos. Podría ser cierto que no hay devaluación si no fuera mentira: en las circunstancias actuales, en las que el Banco Central vende dólares para que no se dispare la cotización, la “banda” anunciada es una lenta devaluación, que tienda a acelerarse a medida que pasan los meses.
La venta de dólares del Tesoro muestra unos niveles de desesperación que no se pueden ocultar. Están tratando de contener en el corto plazo, con consecuencia en unos pocos días, con el dinero con el que iban a pagar vencimientos de deuda, con consecuencia de años. Entre septiembre y diciembre se suman vencimientos de más de 20 billones de pesos. La única manera de no tener que pagar esa suma ridículamente alta es «reperfilándola»; es decir, patéandola para adelante y haciéndola crecer. Además, en enero hay un vencimiento por 4300 millones de dólares, que nadie sabe cómo se pagarán.
Básicamente, están usando fondos inmensos que no se recuperarán nunca más para contentar a los amigos de la bicicleta financiera. Y ese tipo de gobierno conocer una sola manera de solucionar ese problema: haciendo que la cuenta la paguen las mayorías y volviendo a endeudar al país.
Las razones de la suba del dólar
Las razones son de dos tipos: en primer lugar, obviamente, económicas; en segundo lugar, políticas. La crisis política de los escándalos de los audios de la corrupción es un detonante, una chispa que prende un polvorín ya muy cargado.
Por ahora es, tal vez, un poco prematuro hablar de «corrida contra el peso», pero de mínima se una suba muy fuerte de la cotización del dólar que pone en riesgo todo el esquema económico oficial a días de las elecciones más importantes del año hasta el momento.
La estabilidad del dólar es una de las cosas más sagradas de la política oficial. Todo se puede sacrificar en el altar de mantenerlo estable junto al índice de inflación.
1- La causa estructural fundamental de la suba del dólar en Argentina, la estructural, trasciende a este gobierno. Argentina necesita más dólares para funcionar que los que puede conseguir. Faltan dólares porque la economía argentina no puede vender por ellos más que lo que compra con ellos. Para cambiar eso es necesaria una transformación profunda de la estructura económica argentina: con destrucción permanente de entramado productivo o con un salto en la inversión y el desarrollo.
2- La premisa de la política económica de Milei, que el origen de todos los problemas es el déficit fiscal, es completamente falsa. El ajuste es un fracaso y ha perdido todo su sentido de ser. La presión sobre el dólar (y, en definitiva, inflacionaria) sigue creciendo a pesar de los recortes feroces y el superávit.
3- No hay analista, ni inversor, ni exportador o importador que no sepa que el tipo de cambio está atrasado. La cotización oficial del dólar no tiene nada que ver con la realidad. Los capitalistas vienen sistemáticamente escapando de los bonos del gobierno para irse al dólar, y la gestión económica toma una medida desesperada tras otra para intentar contenerlo.
4- Vinculado con lo anterior, el acuerdo con el FMI de abril fue una confesión del fracaso completo del «plan» económico de Milei y Caputo. Simplemente no tenían los fondos para sostener el dólar y la inflación.
5- El fracaso económico del mileísmo es fracaso político y el fracaso político es fracaso económico. La gestión del dólar y la mayor parte del capital dinerario de Argentina está en manos del gobierno y los bancos, y cuando los capitalistas desconfían de la fuerza del gobierno para obtener resultados, se escapan de la gestión conjunta para resguardarse. Se van de los bonos como las LEFIs y las LEBACs para irse al dólar.
6- El gobierno se ha mostrado sumamente débil en las últimas semanas y está probablemente en su peor momento desde que asumió. El escándalo de las coimas fue una fuerte ráfaga de viento político sobre un débil castillo de cartas económico. Toda seguridad política comienza a desvanecerse tras recibir un golpe atrás de otro desde el día de la aparición de los audios de Spagnuolo.
Tasas de interés altas, política recesiva
Semanas antes, la política económica oficial había sido la de intervenir sobre la cantidad de dinero líquido de los bancos para evitar que compren dólares o presten pesos a bajas tasas de interés. Cualquiera de las dos opciones podía disparar la inflación.
Los bancos buscaron disponer de mayor liquidez y atraer nuevas colocaciones en plazos fijos e instrumentos similares. Por eso comenzaron a ofrecer tasas de interés más altas para estas colocaciones. Además, la sola restricción de la cantidad de dinero con el aumento de los «encajes» era suficiente para que se disparen las tasas de interés.
Pero esto tiene como consecuencia que las tasas en general (incluidas las de los préstamos y el financiamiento de las tarjetas de crédito) acompañen este aumento. No sólo esto, al ser más alta la tasa y más necesaria la liquidez, los bancos aumentan los requisitos para prestar, por temor a la insolvencia.
Todos los bancos han aumentado sus tasas de referencia en varios puntos y, en la mayoría de los casos se ubicaron por encima del 50% anul, muy por encima de la inflación esperada para este año.
Caputo confesó que «podría haber algún impacto en el nivel de actividad en el corto plazo, pero debiera recomponerse rápidamente post elecciones».
El resultado de esta política económica es que el préstamo de dinero es ridículamente caro, ningún capitalista quiere endeudarse, caen las inversiones y se profundiza la caída económica. También se vuelve más caro el uso de la tarjera de crédito, por lo que termina siendo in fuerte desincentivo de un consumo ya en crisis.
Los grupos sociales que ganan con el mileísmo se achican. La industria viene particularmente golpeada. El INDEC publica cada mes el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE), que anticipa el comportamiento del PBI. En junio cayó 0,7% respecto a mayo (serie desestacionalizada). La actividad está estancada desde diciembre. Las fuertes tasas de interés aplicadas para contener el dólar probablemente acentúen la caída en julio y agosto.




